LA PROCESIÓN

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La noche estaba bastante tensa, se sentía cargada de mucha energía, no era fácil conciliar el sueño.
llevaba un par de horas intentando dormir, daba vueltas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, y aunque mi cuerpo lleno de sudor estaba realmente agotado dormir se convirtió en una tarea tan imposible de cumplir, entrar al mundo de morfeo se había vuelto estresante, un par de minutos más tarde de pelear con mis sábanas y las almohadas preferi rendirme a la lucha por dormir, levante mi húmedo cuerpo de entre mi cama, el calor era sofocante y caótico en mi interior.

Mis ojos rápidamente se adaptaron a la oscuridad de mi apartamento, y mis pies se dirigieron al cuarto de baño para humedecer mi rostro y mi cabello,  todo estaba realmente oscuro como si la luna hubiera abandonado el cielo y las estrellas no brillara más, el peso de la noche segui en mis hombros, cada paso se dificultaba al darlo, solo quería dormir, solo eso pero en este momento era mucho pedir, mi reloj marcaba las dos y media de la madrugada la noche era eterna para mi. De vuelta a mi cama todo empezó a empeorar más en mi cabeza, veía sombras en cualquier pequeño reflejo de luz en mi habitación, trate de conciliar el sueño pero nada. Solo habían pasado diez minutos más.

Un sonido peculiar comenzó a colarse entre las paredes de mi hogar, el ladrido de los perros comenzó a sonar sin parar, primero uno el más cercano el perro del vecino, pensé que era lo que faltaba para complementar mi insomnio, pero poco a poco más perros comenzaron a juntarse al ladrido incesante, hasta del lugar más lejano podía distinguir el sonido de muchos perros inquietos, y rápidamente el ladrido se había vuelto en incesantes ruidos de lamento, todos al mismo tiempo, mi corazón se aceleró inmediatamente y sentí un cambio aún más energético, más profundo más pesado más negativo que el de horas anterior, todo empeoraba, y sabía que el portal del inframundo estaba abierto en algún lugar.

Después de unos quince minutos donde los perros seguían ayudando e inquietos en toda la ciudad, el sonido de miles y miles de pasos comenzaron a resonar en diferentes lugares, los podía oír, como un ejército caminando por las calles antes de tomarla a la fuerza, el sudor que provenía de todo mi cuerpo caia en la cama, subí las sábanas hasta mi cabeza para apartar de mi el miedo que sentía, todo era inútil y los pasos se hacían cada vez más fuertes, pero en ese pequeño y frágil escondite los minutos se volvieron eternos, y la curiosidad de lo que pasaba en el exterior de mi casa le gano a la lógica de mi mente y al instinto de supervivencia, me deshice de mi sábana y arrastre mi cuerpo lentamente al ventanal de mi habitación, mientras los pasos se hacían cada vez más intensos, y el miedo subía en especie de frío por cada uno de mis poros, por cada hueso de mi cuerpo hasta retumbar en mi cabeza como una simple descarga irreal, que me hacía negar lo que mis ojos veían.

En el fondo de la calle que pasa por mi casa, los vi venir,  un grupo de mucha gente, que caminaban atrás de un ataúd de color blanco, el cual iba reposando en el hombro de cuatro seres, sin rostro, solo unos pequeños ojos destellante de color rojo, se lograban ver en la oscuridad de la noche, cada paso de estos seres era semejante al sonido de muchos caballos corriendo, eran altos,eran tan negros que era visibles en medio de la oscuridad de la noche,  atrás de ellos la gente que los seguían eran multitudes vestidos de túnicas negras, que cubrían su cuerpo en descomposición, de cada uno salía un llanto, un grito, un aullido, todos se quejaban el sonido era insoportable al igual que su olor,  los perros se callaron,  estaba realmente petrificado del terror y como pude ingresé a casa a ocultarme, y al parecer no era el único, mientras retrocedía  pude ver en los apartamentos de el frente algunas luces apagándose,  y el reflejo de sus habitantes corriendo a un lugar seguro dentro de sus casas, yo por lo tanto corri al cuarto del baño y escondí mi rostro entre las rodillas, quedando como un fecto  desprotegido en la mitad de la nada mientras mi cuerpo lloró de temor.

Dicha procesión venía del cementerio de la ciudad y de desvanecía en la oscuridad de la nada, eran las almas malditas que cada año se pasaban en el día de Halloween, por cada rincón de esta maldita ciudad.

30 NOCHES DE TERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora