Capítulo 13

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Lauren POV

A un precio muy alto, me alejé de Ashley con mis ojos vidriosos dejándola esperando el siguiente paso, que no me podía estar pasando. Sintiendo mis piernas temblorosas y sin rumbo, agarré mis cosas y me fui, corriendo sin decirle una palabra a la chica. Ella todavía me gritaba desesperadamente tratando de llamar mi atención, pero no podía escucharla, estaba aturdida por lo que mi mente me había hecho.

Pagué el equivalente a tres horas en ese motel, aunque no me había quedado allí ni una hora, y me fui desesperada. Quería huir, sentía que me perseguía uno de esos asesinos en serie de las películas de terror, no importa de dónde huyas, siempre te alcanza.

Llegué a casa diez minutos antes de la medianoche y me apoyé contra la puerta desolada. Por primera vez en años, no sabía qué hacer. Una persona que ni siquiera conozco invadió mi mente así, sin pedir permiso, sin ser invitada.

Escuché pasos provenientes de la cocina y cuando me di la vuelta encontré a Jiménez, quien me miró con extrañeza ante mi situación. Había olvidado que ella regresaba de sus vacaciones.

-¿Qué pasó mi niña? Preguntó ella preocupada.

-Nada malo, estoy cansada, eso es todo. - respondí tratando de ocultar mi situación real.

-¿Mucho trabajo hoy?

-Un poco. - hablé mientras me dirigía hacia las escaleras que conducían al piso superior. - Voy a darme una ducha y dormir, no te preocupes. Buenas noches, mama.

Entré a mi habitación y me fui directo a la ducha, no quería pensar en nada, pero cuanto más trataba de distanciarme
de mis pensamientos, su rostro regresaba a mi mente. Esa noche, como esperaba, no pude dormir.

Esa semana transcurrió a pasos lentos, pero gracias a alguna figura cósmica, mi cabeza se llenó de trabajo. Lili y yo decidimos comprar una empresa de New York que nos insertaría en un nuevo mercado y los trámites de compra, además de la alineación, los tenía que hacer yo y me obligaron a quedarme en NY por dos días, lo cual, en mi opinión, fue maravilloso, porque así me alejó de la mujer que movía mi cabeza.

Regresé de NY el jueves por la mañana y fui directo a la oficina temiendo ver a Camila por los pasillos, pero lo que vi, cuando llegué a mi oficina, fue algo peor. Cuando llegué a mi piso, no encontré a Francine en su escritorio, así que fui directamente a mi oficina y cuando entré, fue una sorpresa.

-¿Qué haces aquí? - le pregunté a esa mujer de mediana edad con el pelo tan negro como el mío, pero hasta los hombros, con un vestido negro y un abrigo gris oscuro, además de tacones.

-No te puse en las mejores escuelas para que tengas una actitud tan grosera cuando ves a alguien. - Respondió a mi pregunta con desdén.

-Entendiste lo que quiero decir. - hablé acercándome a mi mesa y depositando mi bolso encima de ella.

-No, no lo entiendo. - respondió cínicamente mientras se quitaba las gafas de sol y se acercaba. - Después de todo, ¿no puede una madre ver a su hija?- dijo saludándome con un beso en la mejilla.

- Depende ... después de todo, esta madre no hace mucho para buscar a su hija.-dije alejándome y acercándome a mi silla para sentarme. - ¿Qué desea Doctora Clara?

Mi madre no era la persona más maternal del mundo, si Lili y yo no hubiéramos nacido en años diferentes, podría haber jurado que nos intercambiaron en la maternidad, ya que es muy parecida a mi amada amiga en sus acciones y orgullo. Tenerla aquí en mi oficina a las diez en punto de un jueves solo podia representar una cosa que sabía bien, pero quería oír de ella.

Dejó escapar un suspiro forzado sentándose frente a mí y mirándome. - El próximo miércoles tu padre y yo tendremos una cena de aniversario de bodas, como todos los años, vine aquí para asegurarme de que lo vayas.

Lo que sentimos| CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora