Capítulo 32

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Seguí tomando mi café, pero algo me preocupó. Lauren no vino a desayunar con nosotros. "¿Sigue durmiendo?" Pensé preocupada y también con ganas de verla.

Después de lo que pasó anoche, estaba segura de que me gustaba más de lo que imaginaba y quería estar cerca.

-¿Lauren aún no se ha levantado? - pregunté  con la curiosidad de saber dónde estaba.

-Se tomó un café y se fue, creo que no tardará.- respondió Jesus levantándose. - Me voy a dar una ducha y me prepararé para salir. - Habló dándome un beso en la frente y despeinando el cabello de Sofía  antes de ir al dormitorio.

"¿A dónde fue?" Me pregunté internamente, sintiéndome fuera de lugar sin ella alrededor. Ojalá pudiera verla por la mañana, pero no fue posible.

-¿Y esa cara? - preguntó Sofía  mirándome inquisitivamente.

- ¿Qué cara? - Hablé haciéndome la leda, a pesar de saber que, para que ella me hablara así, debería haber puesto una cara de total consternación.

- Eso... - habló imitando a un cachorro con cara de tristeza. - ¿Qué sucedió?

-No pasó nada, sólo... - Busqué en mi mente una excusa viable.

-Solo - Entrécerró los ojos, mirándome.

-Acabo de recordar que necesito prepararme para salir y sabes que soy hogareña. - dije finalmente dándole la peor excusa de mi Vida, pero antes de que pudiera refutar puse mi taza en el fregadero y salí corriendo de la sala.

Estaba angustiada y un poco perdida, Sofía me conoce bien, al fin y al cabo es mi hermana y, aunque tenemos algunas diferencias, me lee como nadie y sabe que pasa algo, pero no quiero hablar, no ahora, porque tampoco sé con certeza lo que Lauren y yo estamos sintiendo.

Me di una ducha rápida, me puse un cómodo traje ligero y salí de la habitación. Cuando llegué a la sala, encontré a Jesus sentado distraídamente leyendo algún periódico, así que decidí  salir al exterior de la casa. El viento frío penetraba mi rostro haciéndome encoger para protegerme, era una sensación agradable a pesar de todo. Vivíamos en una ciudad relativamente calurosa, pero carecía de esa frescura natural, ni de ese aura de paz y comodidad.

Salí y me quedé quieta observando el paisaje que nos encantó, soy oriunda de un pequeño pueblo, pero he vivido tantos años en Miami, que ya había olvidado la paz que es estar en un lugar tranquilo y acogedor. . Estaba perdida en mis pensamientos cuando escuché que alguien se acercaba detrás de mí y cuando me di la vuelta la vi.

Lauren volvía a casa con bolsas en la mano, tan hermosa como siempre. Llevaba ropa más informal, pero eso no ocultaba su elegancia y belleza, cuando me vio, se levantó de un salto y me miró. "¿Cómo puede alguien generarme tantas sensaciones con solo mirarme?" Le sonreí sin gracia, porque no tuvo ninguna reacción, temía que no quisiera estar más cerca de mí, pero todo el miedo se disipó en el aire cuando ella también sonrió. Una sonrisa amplia y acogedora, como para decir que todo estaba bien y que ella también estaba feliz de verme. Mi corazón se aceleró desesperadamente y mi respiración se volvió pesada y difícil.

-Hola.- dijo ella todavía sonriendo.

- Hola ...- respondí sin gracia. - No te vi hoy temprano. - Fue lo único que logré decir.

-Fui al centro. Lamentablemente me olvidé de poner más blusas en la maleta, así que tuve que comprar. - habló levantando las bolsas en sus manos.

-Ya veo ... déjame ayudarte a entrar. - dije acercándome y tomando unas bolsas de tu mano.

-Gracias.

Entramos a la casa y Jesus todavía estaba leyendo el periódico mientras mi hermana todavía estaba en la habitación preparándose. Me dirigí a la puerta de la habitación donde estaba Lauren, pero despejé mi entrada, mientras ella abría y arrojaba apresuradamente las bolsas sobre la cama.

Lo que sentimos| CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora