Capítulo 43. Final

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Bella

En cada etapa de nuestra vida, ya sea una de la mejores o lo contraria, siempre habrá algo, una chispa diminuta que nos dará el impulso a enorgullecernos de el ahora.

El ahora, para Blake y para mí, es el para siempre. Nuestro futuro nos pertenece, tomados de la mano. Nuestro amor al fin es claro como aquella gota de agua, que deshace tu sed en los días cálidos.

Aquel final que jamás esperé. Aquel que era difícil imaginar hace un año. Que creí imposible, ya que, mi mente estaba convencida que no volvería a caer en el hechizo de mi amado Blake. La misma que creyó que él me había olvidado, para siempre.

Esta bien estar sola, conocerte, y entender que no necesitas a nadie para impulsarte hacia arriba. La independencia de alguien, el dejar atrás, ayuda a saber que solo te necesitas a ti mismo para olvidar el pasado.

Intente el un clavo saca a otro clavo pero, con Blake no funciona. Una vez que sabes de su existencia es imposible olvidarte de él.

Hace tiempo, cuando él y yo nos deshicimos de nuestros sentimientos falsamente, creyendo que sería para siempre, creí que perdía una parte de mi propia vida amando a alguien que era pasado. Creí que reservar ese lugar, junto a mí, para él era erróneo y sin razón, pero me equivocaba.

Él también reservo ese lugar para mí, y me hizo saber que no era la única que esperaba un amor correspondido desde hace años, pero que creíamos extinguido.

Ahora pienso, y agradezco que él haya decidido intervenir a la fuerza en presente de aquel entonces, ese día en la firma del libro. Asimismo, me alegro no haberlo refutado, aunque, confieso que dudo que lo hubiera podido hacer.

Después, del nacimiento de Adamas hace a penas cuarenta y ocho horas, seguimos en una nube, aún sin creerlo. Es tan frágil, tan pequeña, que nuestras manos tiemblan cada vez que la tomamos en brazos.

Es fruto de un amor que no conocía aquellas barreras, y de la lucha de unos corazones que quisieron estar juntos en todo momento, pero que el cerebro detenía si razón aparente.

Blake y yo pegamos nuestros ojos al cristal que nos separa de Adamas, a la cual están bañando.

Ahora, las dudas y el temor me asechan. No sé si podré ser capaz de cuidar de ella de la mejor forma posible. De no lastimarla de alguna manera, y que no pueda solucionarlo a tiempo. Nadie me había avisado de esto. De que podría estar aterrada debido al comienzo de esta etapa, llena de nuevas sensaciones y acciones.

Me desgarra el pecho la sensación de dependencia que percibe mi cuerpo en estos momentos. Pero, confieso que necesito que alguien me agarre de la mano y que me asegure que todo esto no es tan complicado. Que nadie nace con conocimientos de nada en concreto, que los errores se arreglan incluso si se trata de la crianza o del cuidado de un bebé. Y sobre todo, que lo haré bien.

Sin esperarlo comienzo a llorar.

- Necesito ir al baño.

Sin detenerme a obtener respuesta alguna, me muevo lentamente hasta el baño de la habitación.

Intento tranquilizarme y calmar mi llanto lleno de desesperación. Es difícil hacerlo, aún más cuando tu mente no te ayuda. A veces nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, y por esa razón me siento en el inodoro y me riendo.

Suelto bocanadas de aire que me dejan sin aliento, y limpio mis lágrimas al escuchar un par de toques en la puerta.

Me echó agua completamente congelada en el rostro, y salgo del baño, evitando mirar a Blake. Me dirijo a mi neceser y finjo estar buscando algo para dar tiempo a que mis ojos se recuperen.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂 𝚄𝙽𝙾 •2• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora