Capítulo 38. Adamas y Galleta

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Bella

Volvemos a casa.

Blake y yo acabamos de comprar una en el vecindario de mi hermano. La casa, es oficialmente mía, él a insistido tanto que no he podido negarme ante ninguna de sus propuestas.

Sigue creyendo que le ocurrirá algo, y que podré vivir sin él si es así. No podría hacerlo de ninguna manera. Una mujer no se complemente de un hombre, y viceversa, pero Blake y yo somos un equipo, si una de las dos partes desvanece, la otra también lo hará.

Lo necesito tanto como él a mí. Vamos a tener un bebé, hemos comprado una casa, debe verme vestida de blanco, y caminando hacia él, debe conocer a nuestro bebé y saber si es niño o niña, aunque sé que desea una niña. No puede perderse todo esto, nos queda tanto por vivir.

Lo observo mientras conduce. Se ve inquieto, tenso y algo estresado. Necesito distraerle. Aunque él se adelanta, distrayendome mi atención ante una idea por completo. ¿Por qué un hombre se ve han atractivo conduciendo? Su mano izquierda está apoyada en el volante, y la otra en mi pierna, dando pequeños toques en ella con el dedo pulgar. Sus marcadas venas están muy presentes, y su camiseta, remangada hasta los codos le da un toque moderno que, ante mis ojos, solo a él le favorece.

Estoy enamorada, demasiado.

- Amor. - Improviso. - Podrías, por favor, detenerte allí. - Le indico una tienda de comestibles.

No articula palabra, gira a la izquierda y se dirige a la tienda.

- ¿Qué te apetece? - Me pregunta quitando su cinturón.

- Bajaré contigo.

Me abre la puerta y me ayuda a salir. Mi barriga explotará en breves y su deportivo, aún siendo el más bonito de todos, no es para alguien que tiene más barriga que trasero.

Me paseo por los pasillos. Blake me sigue, sosteniendo un carro con su mano derecha y la otra mi mano. Echó en él un gran melón y él me mira, desorientado, ya que la variación de dulce y salado es diversa y algo confusa.

Salimos de la tienda, y nos acercamos al minúsculo maletero para poder introducir las bolsas.

Algo capta mi atención. Blake está hablando por teléfono, mientras que yo me acerco al cubo de basura para distinguir de que se trata. Su sonido es muy parecido al de un cachorro, y definitivamente, al acercarme, confirmó que lo es.

Me inclino y lo cojo en brazos. Es minúsculo. Puedo divisar que no tiene más de dos meses, y su alegría al verme es evidente. Es amor a primera vista, tanto para él como para mí.

- Hola, bonito. - Lo saludo.

Él comienza a lamer mi rostro. Me echó a reír por el acto.

- ¿Cómo te llamas? - Preguntó observando si tiene alrededor del cuello algún collar, que contenga su nombre.

Al observa que no está, me doy cuenta, que quizás es un perrito que han echado en la basura sin ningún escrúpulo. Lo observo mejor, su estado da que desear. Esta delgado y sucio, pero a pesar de eso lo sigo sosteniendo en brazos. Me entristece pensar en cuánto habrá pasado ahí dentro, sin agua ni comida.

Camino hacia Blake y él me observa detenidamente al notar al sujeto en mis brazos.

- ¿Qué es eso?

- Un perrito. - Le hago saber ilusionada.

- Ya lo veo. - Sonríe.

Busca lo mismo que yo. Una chapa con su nombre

- No hay nada. - Le afirmo.

- Iremos a una protectora. - Mira el reloj de su muñeca. - Seguro que encontraremos alguna abierta.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂 𝚄𝙽𝙾 •2• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora