Capítulo 20. No se ha ido

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Blake

24 horas desaparecida

Las ocho de la tarde, la hora en la que Bella desapareció sin dejar rastro ninguno.

Aquella noche la pasé en vela. Buscándola. Recorriendo cada centímetro de la ciudad con la esperanza de encontrarla. Pasando decenas de veces por los mismo sitios, y haciendo que los demás también lo hicieran. Viviendo la ilusión de encontrarla en casa cuando llegará, pero que no tardo en desaparecer cuando observaba que no.

¿Bella, dónde estás?

Te necesito. Necesito saber que estás bien. Hazme creer de alguna manera que no me has abandonado, que no me has dejado, y que pronto volverás aquí conmigo.

Bella, vuelve a casa.

La historia se volvía a repetir. Volvía a perderla, de una forma u otra ella volvía a alejarse de mí. Pero esta vez no dejaré que esto desvanezca. Mi amor por ella es tan puro y verdadero que haré cualquier cosa para encontrarla, y para que ella vuelva a estar junto a mí.

- Deberías descansar. - Me aconsejó Fred.

Me encontraba sentado en la butaca que había frente a la ventana, mirando a través de ella. Y aunque estaba inquieto pero sin a penas ganas de nada, necesitaba sentarme y pensar.

En qué le había ocurrido. Si alguien estaría detrás de esto, lo cual me llevó a pensar en el acosador que llevaba meses persiguiendola. Si ella había elegido este camino, el de los cobardes, el de huir de algo que no queires, que no anhelas o que simplemente esta muerto para ti. Aunque aquello se borró rápidamente de mis pensamientos. Sé como es Bella, sé como afronta las cosas y sé que ella no haría esto. Ella no huiría, jamás. Nunca lo a hecho.

- No puedo. - Respondí.

Heche mis codos sobre mis rodillas y me cubrí el rostro con mis manos. Suspire.

- ¿Crees qué la encontraremos? - Pregunté desesperadamente, necesitaba escucharlo en voz alta.

No podría imaginar mi vida sin la hermosa Bella. Sin la mujer que me hace perder todos los sentidos. Aquella mujer que podría, si quisiera, romperme el corazón en mil, y dejarme sin a penas aliento, y aún así, yo, la seguiría amando.

- Sí. - Fred alzó su mano y la dirigió a mi espalda, dando pequeños y suaves toques en ella. - Ve a dormir, anda, si averiguan algo te despertaré.

- Dios, no puedo dormir. - Volví a suspirar. - Saldré un rato, necesito despejarme. Estáis en vuestra casa.

Cogí las llaves del coche y salí por la puerta. Volvería a repasar todo desde el principio.

Recorrí las manzanas más alejadas de casa, y cuando llegue a la que estaba a tan solo un par de minutos de esta, observe algo entre los sacos de la basura.

- Su bolso.

Frené en seco y baje rápidamente del coche. Sí, era suyo. Sus documentos estaban allí, su teléfono, todo. Además en él se encontraba una foto nuestra. La tomamos el día del juicio con ese maldito, cuando nuestra relación marco un punto y aparte y decidimos comenzar de nuevo. Agregale un extra: estábamos tan borrachos que no sabíamos si ni siquiera darle a los botones del ascensor.

Y no, no hizo falta estar borrachos para que ella y yo volveríamos a conectar. Siempre lo estuvimos, siempre lo estaremos.

Conducí tan rápido como pude de vuelta a casa. Tendría que haber algo en ese bolso con alguna pista que me dijera donde esta.

Me apresuré a llegar a la mesa del salón y allí vacié todo el contenido del bolso sobre ella.

- ¿Es su bolso? - Me preguntó Abby.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂 𝚄𝙽𝙾 •2• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora