Capítulo 42. De manera inesperada

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Bella

La espera de Adamas esta siento un auténtico desastre para mis hormonas. Llorar, es mi pasión y no sé como evitarlo, de echo, no puedo hacerlo.

No encuentro una camisa, lloro. Galleta no ha comido lo suficiente, lloro. Blake se va al restaurante, lloro. Me quedo sola, lloro. Estoy acompañada, lloro. No sé cómo lidiar con mis propios sentimientos, ni cómo controlarlos. Estoy en un bucle sin salida. Acariciada por los problemas emocionales más estúpidos que pudiera haber tenido, pero, supongo que así es estar en tu último trimestre de embarazo. No me quejo, tampoco.

Las noches de insomnio han sido algo a lo que ya estaba acostumbrada antes del embarazo, pero ahora, puedo decir que son primordiales en mi vida. Tengo suerte al no tener que madrugar, ya que, puedo ser escritora a cualquier hora, en cualquier lugar, y de la manera que sea. Aún así, me despojó de ella y me despierto antes que nadie en casa, asimismo, hay días en los que me quedo despierta hasta apreciar la última estrella del cielo esconderse y ahí, mis ojos caen.

Aquí me encuentro ahora, sentada en el sofá que Blake me colocó en el jardín, disfrutando de las estrellas mientras escucho música clásica con los cascos. Son las cuatro de la mañana, en breves comenzará a amanecer y el sueño aún no es capaz de dominarme.

El verano se acerca, y tengo el presentimiento de que Adamas espera esa época para nacer, aún así, es totalmente imprevisible.

Comienzo a recordar la última clase para padres primerizos a la que Blake y yo acudimos, la de lactancia.

| Flashback |

- ¿En qué se supone que te ayudaré? - Refunfuña mientras guardo las cosas en mi bolso.

- Blake, no lo , ¿crees que he ido alguna vez a una clase de lactancia? - Pregunto irónicamente.

- A ver, se supone que le darás el pecho a Adamas, ¿verdad? - Asiento. - Entonces, ¿qué haré yo? - Hace una pausa. - ¿Ordeñarte?

- No. - Hecho una carcajada. - No puedo creer que hayas dicho eso. - No detengo mi risa. - Si no te conociera te trataría de baboso.

- Amor, es que, es verdad. - Vuelve a quejarse.

- ¿Es eso lo que te preocupa? ¿O estar en una clase llena de mujeres con los pechos al aire? Quizás te sientas intimidado. - Me burlo.

- Oh, vamos, estoy encantado. - Se alaga. - Es el sueño de todo hombre.

- Bien, entonces vamos. - Le ánimo.

Salimos del coche. Él aún sin entender por qué está ahí, y yo, fingiendo que sus muecas no me provocan algo de gracia en todo momento, aguantando la risa de una manera imparable.

La profesora nos da una clase entretenida, explicando con cada detalle cómo dar el pecho al bebé.

Blake, a su misma vez descubre que sí exista un artefacto para extraer la leche del pecho de la madre, y se queda alucinado.

Salimos de allí, una hora y media después.

- ¿Por qué nadie me había contado eso? - Me abre la puerta de coche. - O sea, que sí os podéis ordeñar.

𝚂𝙴𝙰𝙼𝙾𝚂 𝚄𝙽𝙾 •2• ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora