Capítulo 37. Un para siempre momentáneo

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Bella

Sería un lujo compartir el resto de mis maravillosos días con Blake. Siento la necesidad de protegerlo, aunque en los últimos meses fue él quién me proporcionó ese bienestar. Aún así, cueste lo que cueste, lo haré. Daría mi vida por él si fuera necesario, y no tengo la menor duda de que él, probablemente también.

Estás han sido las primeras navidades juntos y el mejor regalo que pudieron haberme brindado fue el de Blake.

Coincidimos que el matrimonio no es un defensa del amor verdadero, o de un para siempre. El amor durará si logras cuidarlo y persistirá cuán se valoré. Asimismo, nunca se debe objetar que por aquello no se acabará. Las personas somos de cristal. Queremos intentarlo tantas veces, que no nos damos cuenta que la parte contraria está desistiendo. Y que con ella, nos estábamos quebrando por completo.

Es tan fácil darte por vencido cuando el otro está dándolo todo. Pensar que seguirá ahí después, de que tú hayas abandonado, es mediocre.

A veces lo mejor es encontrarnos en la soledad.

Aquello es lo que ocurrió entre nosotros dos, pero con un toque algo diferente. No luchamos los suficiente, al menos él no lo hizo. Y al final, nos rendimos juntos. Tomamos caminos diferentes, aunque, esos mismos se encontrarían años más tarde.

Siempre diré que nuestro amor era correspondido en todos los aspectos que pudiéramos imaginar. Y que, probablemente, sea un para siempre momentáneo, como siempre digo.

Un para siempre momentáneo es el para siempre de tu día a día. El que vive en tu imaginación todos los días, y del que hablas a todas horas. Es un amor infinito, un amor que vive en el presente y que olvida el ayer e incluso el mañana. Sólo está ahí, haciéndose notar en cada caricia, beso, palabra y mirada.

Ahora Blake y yo volvemos a casa, nuestras primeras Navidades siendo uno más a nuestra pequeña familia. Está, algo inquieto, no sé exactamente qué le ocurre pero debo conocer los detalles que recorren su cabeza desde esta mañana.

Se adelanta por el pasillo, no puedo seguir su paso. La barriga, y mis cortas piernas no ayudan en el trayecto, aún dando lo mejor de mí.

Observo como abre la puerta y entra, dejando las maletas fuera. Me sorprendo, ya que, Blake no suele confiar demasiado en, básicamente, nadie. Ni siquiera para dejar su costosa maleta a tan solo unos metros de él. Es así de paranoico.

- ¿Qué ocurre? - Pregunto, recuperando oxígeno.

- Nada. - Se apresura a guardar algo que no logró distinguir y coge las maletas.

- ¿Qué tienes ahí? - Insisto a la vez que cierro la puerta detrás mía.

- Nada, amor, vamos a comer. Tengo hambre, ¿tú tienes hambre? - Se pone nervioso.

- Blake Jones, juro que si no me dices que pasa voy a salir por esa puerta y no volveré a entrar por ella. - Le amenazó.

Él guarda silencio. Odio que lo haga.

- ¿Crees qué es bueno para nosotros qué sigas ocultándome, básicamente, toda tu vida? - Le digo decepcionada. - Ya hemos intentando hacerlo de ese modo.

- ¿A qué te refieres?

- Sabes de sobra a que me refiero. - Bufo agotada. - No funcionará una segunda vez si retomamos la relación que dejamos atrás.

Él sigue sin articular palabra.

- Bien, si es lo que quieres. - Giró el pomo. - Me iré.

Antes de que mis pies se movieran, él estaba a mí lado.

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