Proyecto princesa; kim tae.

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El trabajo de la princesa

Lunes, jamás había odiado tanto un día, ni siquiera cuando tenía que asistir a las prácticas de cabalgata o a las pruebas de vestidos, pero ahora, sabiendo que debía volver a la escuela luego de dos días de relajación, era algo horriblemente horrible. Sí, así tal cual.

A diferencia de los lunes anteriores, este tenía algo diferente, comenzaba a trabajar. Taehyung me había escrito diciendo que su jefe consideró tener a un nuevo trabajador y que podía comenzar esta semana. No sabía si estaba más contenta por el trabajo o porque vería al lindo chico otra vez.

—Hola, Hara —dijo una de mis compañeras sentándose a mi lado. Por un momento la quedé mirando un tanto confundida, y no, no era porque todavía no me acostumbraba a mi nombre, sino porque nadie me hablaba en la escuela.

—Hola —saludé amable, sin querer hacer evidente que me había olvidado de su nombre.

—Sé que eres muy buenas en álgebra, y quisiera saber si podías ayudarme con la tarea...

Ni siquiera me sorprendí, sabía que era algo extraño, y en parte agradecí que no se fuera con rodeos. Por un lado pensé en decirle que no o simplemente ignorarla, pero luego recordé a mi madre diciéndome que todos merecían de ayuda, y también recordé las leyes de Caleum: "Ayuda a tu prójimo aun cuando creas no poder hacerlo".

¿Qué mas da? Tampoco es como si mi cerebro fuera a explotar o mis conocimientos se desvanecieran al ayudarla, así que le dije que sí. La educación pública iba más atrasada de lo que yo había aprendido a esa edad, así que, a pesar de odiar las matemáticas, era algo fácil para mí.

El problema no fue que estuviéramos en clases de ciencias y que el profesor se ausentara, o el bullicio del resto de mis compañeras, sino cuando caí en cuenta de que mi compañera no me estaba prestando atención, más bien me estaba utilizando para hacer su tarea.

Muy bien, Ley 103 de Caleum, cumplí contigo, la ayudé pero no sería tonta. Dejé los cuadernos de lado y ella a penas se dio cuenta de esto cuando despegó la vista de su móvil.

—Hara...

—Espero que hayas aprendido —solté con notorio sarcasmo.

—P-pero yo...

Para mi suerte, el timbre había sonado. Le sonreí a Jikyung, sí, ahora sabía su nombre, y me fui del salón. Si algo tenía seguro, era de que no extrañaría la escuela cuando me fuera.

Le envié un mensaje a Abner y revisé mis notas para buscar el autobús que debía tomar para ir al trabajo. Estaba nerviosa, emocionada y ansiosa, esto último era más por ver a Taehyung, pero de todos modos contaba.

Mi entrada era a las tres de la tarde, y llegué quince minutos antes pero seguía afuera. ¿Debía entrar para demostrar puntualidad? ¿O tal vez debía llegar exactamente a las tres? Esperaba que Taehyung apareciera y me salvara esta vez, pero los minutos pasaban y nada de nada.

Solo cinco minutos quedaban, y apretando los dientes, entré.

Había ido al desierto una vez, pero ni eso estaba tan vacío como la tienda. Bueno, quizás estaba exagerando un poco, pero solo había una persona ahí dentro, y era la chica detrás del mostrador.

—Hola, ¿Qué desea pedir? —preguntó con una sonrisa.

—Vengo por el trabajo.

—Oh, tú debes ser la nueva Kim.

—Sí, creo que soy la nueva Kim —respondí recordando lo que Taehyung me había dicho. Todos los trabajadores aquí se apellidan Kim. —Me llamo Hara.