Capítulo 17.

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Hola queridos lectores;

En los siguientes capítulos habrán cosas que los dejará con la boca abierta. Incluso yo al escribirlas siento pena por los personajes, todos tienen un secreto y cuando estos se revelen, no habrá marcha atrás.

Quería comentarles que estaré respondiendo sus preguntas en los comentarios, por si tienen algunas dudas o quieren tener un trato con la escritora. Osea yo, duh.

Aparte de eso, feliz San Valentin atrasado.

Los dejo con el capitulo.








Adrien.

Tapo mi cara con la almohada y suprimo un grito. Alan era mi mejor amigo de toda la vida, éramos inseparables y sabía que podía contar con él. Sin embargo, cuando tenía algo que lo atomentaba, ponía música electrónica a todo volumen, durante todo el día y no salía de su cuarto.

Suspiro antes de levantarme, busco una camiseta y procedo a lavarme los dientes mientras reviso algunos correos de ofertas de trabajo. Era afortunado por tener varias, sin embargo, no había conseguido la que quería.

Anderson's Law

Era un bufete de abogados muy distinguidos, incluso era conocido como los defensores de satanas, ya que habían ganados todos los casos que tomaban y defendían al que uno pensaría que es el culpable, demostrando su total inocencia. Trabajar allí era un honor, e incluso había escuchado que su jefe era una excelente persona, o eso era antes de que su hija desapareciera. Si no conocías a los Anderson por sus riquezas, o lo implacables que eran en su trabajo, probablemente era por el misterio caso de su hija, Ava Anderson, la chica estudiaba en un internado extranjero y el día de su graduación, desapareció. A pesar de su dolor, Alexander Anderson no descuidó su trabajo y junto a sus dos hijos mayores, potenciaron el poder de la empresa. Si conseguía un trabajo ahí, me esperaba un gran futuro.

Escupo la pasta de diente y frunzo el ceño cuando a lo lejos, escucho el sonido de un timbre. Espero a que suene varias veces para comprobar que se trata de nuestra puerta, ya que Alan con su estruendosa música no dejaba ni que se escuchara el sonido de una mosca.

Abro la puerta y mi sorpresa es grande cuando veo a Leah en la entrada. Enseguida noto que algo en ella es distinto, corrijo, todo era distinto; su ropa, su cabello incluso está totalmente rubio, ya no tiene aquellos mechones rosados y su ropa es más cómoda, no como aquellos shorts que solía usar y me vuelven loco. Incluso se le veía un poco opaca, y con la misma cara de depresión con la que apareció desde ayer luego de la cena con su familia.

– ¿Leah? ¿Qué haces aquí?

– Hola... eh... yo... –su mirada se pierde un momento antes de enfocarse nuevamente, sus ojos encuentran los míos y transmiten su dolor– Tengo algo... un... problema y y-yo...

Frunzo el ceño y me impresionó cuando veo que sus hermosos ojos azules se comienzan a llenar de lágrimas. Sujeto su cuello y la hago mirarme. – ¿Qué ocurre? ¿Te ha pasado algo? ¿Alguien te lastimó?

Su voz sale rota. – Mi vida es una mentira, Adrien.

Días Antes.

Leah.

Estoy esperando mi uber, cuando la chica rara del avión, Maia, aparece a mi lado. Parece que ha corrido una maratón ya que le toma unos minutos reponerse antes de hablar.

– Que bueno que te encuentro. - coloca sus manos en sus caderas, antes de tomar un gran respiro y continuar- Te invito a comer, iba con mi tío pero él me dijo que te invitara.

Frunzo el ceño. Eso es raro.

– ¿Tu tío, el decano, te dijo que me invitaras a almorzar con ustedes?

Se encoje de hombros. – No te sorprendas, los Matthews son así. –se ríe– Siempre tratan de conocer a la gente o aconsejarla, mi abuelo Cory es peor, aunque mi abuela Topanga es como el freno de la relación, ya que le dice cuando esta pasando la raya.

Frunzo el ceño. – ¿Tu abuela se llama Topanga Matthews?

Recuerdo ese nombre de la fiesta del abuelo Shawn.

Asiente, y parece que ve algo en mis ojos, ya que pregunta. – ¿Conoces a mi abuela?

– Sí, su esposo es maestro de mi hermano menor... y creo que es el mejor amigo de mi abuelo.

Su cara es de sorpresa, frunce el ceño– Espera... ¿Tu mamá es Maya Hart?

¿Hart? , no conocía ese apellido. El apellido de mamá ahora era Sprayberry, pero él se soltera era Hunt.

– No, su nombre Maya Hunt.

– Ah, que lastima. Pensé que era una amiga de la familia. – sacude la cabeza– ¿Y que dices? ¿Vienes a comer?

Niego con la cabeza. – No, muchas gracias. Mi vuelo sale en seis horas y debo hacer mi maleta, pagar el hotel y eso. Será en otra ocasión.

Sonríe y asiente. – Bien, en otra ocasión.

Mi uber llega y una vez cierro la puerta, ella se inclina sobre la ventana y dice:

– Búscame en redes sociales, me llamo Maia Friar. Mi foto de perfil es esta cara hermosa que ves.

Asiento. - Esta bien, adios Maia.

– Adios, Leah

(...)

Llego a casa luego de un largo viaje, el conductor del Uber que pedí desde el aeropuerto me ayuda a bajar mi maleta. Cuando entro a casa, veo a papá en la sala viendo una presentación del Super Bowl, y sé que es vieja por Beyoncé se ve joven. Cuando escucha el sonido de la puerta, para el vídeo y se gira a mirarme.

– ¿Me dirás donde estabas o finjo que no has mentido?

Comienzo a subir junto con mi maleta y me encojo de hombros. – Lo que te convenga.

Escucho como se levanta y me sigue, una vez en mi cuarto, cierra la puerta tras de mí.

– Leah, no sé que te pasa... últimamente has estado distante, y sé que vas pésimo en el colegio porque mientras estabas en Dios sabe dónde, tu consejera nos llamó. –Se detiene antes de sacudir la cabeza– ¿Quién fracasa en Arte? Tú no eres así, Leah.

Me quito el abrigo antes de lanzarlo en la cama y lo encaro. – Ni siquiera sabes como soy, papá. Deja de preocuparte, estoy bien.

– No has ido con tu grupo de debate, Heather llamó diciendo que no habías aparecido en la práctica de porristas. –Me observa un tiempo antes de seguir– Incluso has cambiado tu forma de vestir, ya no te tengo que decir que cubras algunas partes que no son hechas para exponerse.

Suspiro. – ¿Podemos dejar el regaño para otro día? Debo hacer tarea y estoy atrasada.

Se queda callado y se acerca a mi. – Cualquiera cosa que te moleste, sabes que puedes decírmelo, ¿verdad? Siempre puedes confiar en mi, princesa.

Asiento, el me imita, y esta por abrir la puerta cuando se acerca a mi nuevamente, me da un abrazo y un beso en la frente, antes de susurrar: – Te amo, Leah.

Cuando papá sale, me acerco a mi computador y tecleo un nombre que creo que nunca olvidaré.

Alana Terrance.

- Es hora de descubrir de dónde vienes, Alan.

Jamás imagine que cuando intentas buscar respuestas en el pasado, dañas tu presente y pones en duda tu futuro. Nunca debí hacerlo.

Leah Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora