Capítulo 13.

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Leah.

¿Saben ese incómodo momento cuando sientes la mirada de alguien en tu nuca?

Yo sí.

Adrien no ha apartado la mirada de mi, y aunque no me incomoda, ya parece un psicopata. Sus ojos siguen cada uno de mis movimientos, y su ceño no ha dejado de fruncirse desde que Kylan se sentó a mi lado.

No había visto al pelinegro desde la boda de su hermana, donde su ex novia me tiro una bebida. Sin embargo, nos habíamos enviado mensajes casuales. Y no había hablado del beso, cosa que agradecía porque ni yo sabia porque lo había besado.

Eso me recuerda a mi beso con Adrien.

La propuesta de Adrien.

Dios, cada vez que digo su nombre o pienso en él, me siento como aquella caricatura que a mi padre solía gustarle, donde la protagonista suspiraba por un Adrien, solía burlarme de la chica... pero ahora soy igual a ella.

Creo que siempre fui ella.

Sé todo sobre Adrien, mi crush con él abarcó toda mi adolescencia, sufría cuando una chica se acercaba a él, y él siempre ha estado ahí.

¿Por qué precisamente ahora me besa?

¿Por qué siento que ya lo había besado?

Kylan me extiende otra bebida y sonrio, apoyándome más a la barra.

– Otra bebida para usted, señorita Sprayberry.

– Gracias.

– Entonces... ¿cuando el rubio dejara de verme como si quisiera matarme?

Alzó una ceja. – ¿También sientes su mirada?

El se ríe. – Llevo 37 minutos cerca de ti, y creo que nunca en mi vida me han observado con tanto repudio.

Desvío mi mirada nuevamente hacia Adrien, este me la devuelve unos minutos antes de que mi hermano se le acerque juntos a unos chicos del colegio y comienzan a jugar cualquiera cosa que involucre alcohol.

– ¿Te gusta?

Chasqueó la lengua y tomo mi bebida antes de responder. Jenna se acerca a nosotros vestida con su látex negro y otro chico diferente al de la semana pasada.

– ¿Quieren venir a bailar? Parecen unos ancianos viendo desde lejos, vamos Leah mueve un poco esas caderas.

Dejo que nos arrastre a la pista de baile, mientras todos bailan algún intento de ritual de apareamiento pensando que así es como se baila el famoso género de Bachata, Kylan toma mi mano y comenzamos a movernos a un ritmo más profesional.

Alzó una ceja al ver lo bien que se le da, yo apenas podía defenderme con lo que Jenna nos enseñó a Heather y a mi hace algunos años, pero los movimientos de Kylan disimulan bastante mi torpeza.

Cuando la música se va haciendo más intensa, hace que de una vuelta, y pega su cuerpo a mi espalda, mientras que tiene una mano en mi cadera y otra sujetando mi mano. A pesar que desde lejos, esto parece algo muy caliente, no lo siento tan sexual, Kylan no hace más allá de bailar y pegar su cuerpo a mi, a un distancia razonable, pero creo que es su forma de pegar su rostro al mío lo que hace esto como un baile de amantes.

– No alces la mirada, pero tu amigo nos está viendo y creo que si no me alejo de ti en este momento, me ganaré un golpe.

Me da otra vuelta y nuevamente estamos cara a cara.

– Adrien no va hacerte nada, primero porque no soy nada de él y segundo, porque me conoce lo suficiente para saber que no soporto la violencia.

Alza un ceja y sus ojos miran detras de mi, por instinto también lo hago. Adrien esta tiene sus manos en los bolsillos de su pantalon, voltea los ojos antes de dirigirse hacia el jardín de la casa de Heather.

Miro nuevamente a Kylan y hago una mueca, él entiende lo que le quiero decir, por lo cual asiente. Sigo el mismo camino de Adrien, y lo encuentro apoyado en mi camioneta, con un cigarrillo en sus manos.

– ¿Te aburriste de bailar con Timon?

Frunzo el ceño. – ¿Quien es Timón?

– La suricata que estaba pegado a ti.

¿Timon era una suricata? Adrien y Alan me llevaban seis años, habían convivido más con papá y por ende siempre hacían referencia a puras comicas y películas viejas.

– Solo estábamos bailando.

Él sonríe y le da otra calada al cigarrillo.   – Como digas, Leah.

– ¿Me estas celando? – alzó una ceja y para mi sorpresa, el asiente. – ¿Por qué me celas? No somos nada y los celos son algo patetico, es como decir que tienes derecho sobre alguien, lo cual es...

– Los celos son cuando sientes que alguien quiere o mira de la misma manera a la persona por la cual darías todo. No pienso que soy tu dueño, ni me perteneces, tampoco le hubiese pegado a Timon, pero no puedo evitar sentirme así.

Bufo y me recuesto a mi auto. – Acabas de decir algo muy romántico para alguien que me propuso un mes de sexo.

Suspira y mira al cielo, parece que hemos perdido el hilo de la conversación hasta que me mira nuevamente.

– Eres un tonta.

Abro la boca y observo como tira el cigarrillo, antes de apagarlo con la punta de sus zapatillas y quitarse el sombrero de su disfraz de Luigi, al mismo tiempo que se dirigí al pequeño depósito qué hay en el amplio estacionamiento de la casa de Heather.

– Oye, quien te crees que eres para decirme tonta. –El hace caso inmune a mis palabras, entra al pequeño lugar y se recuesta a una mesa llena de diferentes objetos de jardinería, una vez dentro, lo empujo pero el no se mueve. –  Me vuelves a decir tonta, y juro que te mataré.

– Está bien.

Como odiaba la actitud relajada de Adrien, y lo odiaba a él.

Antes de que le propine otro golpe, agarra mi mano. Comenzamos un forcejeo, más bien de mi parte porque con sus dos manos podía contenerme. Luego de dos minutos de intentos fallidos, se levanta y captura mis manos detrás de él. Me quedo quita cuando veo su rostro inclinarse a mi.

– Llevo queriéndote besar desde que te vi con ese disfraz. Aunque no necesitas ser la Diosa del Amor para cautivarme, eso ya lo haces, Leah.

Reúno las fuerzas que me quedan, y me alejo de él, este vuelve a su misma expresión relajada.

— Alejate de mi, Adrien.

– Como quieras, Leah.

Me dirijo a la puerta, tomo el pomo con rabia y cuando me dispongo abrirlo, recuerdo los besos de esta tarde, los días que pase mirándolo a través de la ventana, como quería que me notara todos estos años, los celos cuando lo veía con alguien más...

Suelto el pomo, suspiro antes de darme la vuelta y acercarme a él.

– Solo un mes.

Asiente, entonces tomo su rostro y lo beso.

Leah Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora