Leah Meets World

Capítulo 35.

¡Holaaaaa!
Debo infórmate que has llegado al final de la trilogía.

Me llena de nostalgia terminarla, ya que llevo escribiéndola y editándola desde el 2016, y esta trilogía nació de mis ganas de un final diferente del que Disney le dió a la serie. Comenzó como un mero fanfic, pero si has leído la trilogía completa, te darás cuenta que le di mi toque desde el segundo libro. Maya creció, Josh cambio, Dylan se volvió más que un personaje secundario, y sus hijos arrasaron este tercer libro.

Me despido de mis bellos personajes, de los cuales el que más me gusto escribir fue Dylan, ya que sus diálogos pasaron de graciosos, a calientes, románticos y luego responsables.

Y te agradezco a ti, por esperar tanto tiempo por este final, que tomo seis años en escribirse.

Te invito a que leas mis nuevos proyectos, una historia basada en Phoebe Rogers, la amiga de Adrien. (La cual ya se encuentra en mi perfil) Y un fanfic de Miraculous Ladybug.

Y sígueme. Ya que nunca cuando quiera volver a editar esta trilogía y cambiar la trama ;)

Nos leemos prontos.

Karola.

PD: Aún falta el epílogo y uno que otro extra ;)

Leah.

Sigo al señor Fenny de cerca, caminamos a un ritmo lento y silencioso. Sus manos se encuentran sujetas detrás de su espalda, mientras que yo llevo mis brazos cruzados. Comenzaba a sentir frío.

– Sabes Leah, estuve husmeando un poco en tu vida.

Alzo una ceja. – ¿Y qué encontró?

– Una niña que no sabe quién es. –suelta simplemente.

Abro la boca indignada. –Yo sé quién soy.

–Claro.

– Soy Leah.

–Ajá. –Se gira completamente hacia mi– ¿Eres Leah Sprayberry?

– Sí.

–¿Entonces no eres Leah Mathews? –dice serio, la rabia hierve en mi.

– La sangre no define a una familia. –respondo seca– Mi padres son Maya y Dylan, y tengo tres hermanos; Alan, Jayden y Halle.

– No compartes sangre con dos de ellos.

– No me importa, son mis hermanos. Y los amo, los amo más que a mi misma. Adoro a mi familia, y sé que ellos lo saben. –pasó mis manos por los mechones rebeldes de mi cabello– Mis padres me aman. Mis padres que conozco desde que tengo memoria, no un extraño que llego con una prueba de paternidad.

– ¿Y por qué te portaste mal con Alan? ¿Que te llevo a cambiar de actitud con tus padres?

Me encojo de hombros, apretando más mi cuerpo con mis brazos. Me lleva un tiempo responder hasta que el peso de su mirada me hace hablar: – Supongo que maduré.

– ¿Estas segura que no tiene que ver con lo qué pasó en el campamento de verano cuando tenías trece años?

Aparto la mirada. –No sé de qué habla.

– Te gustaba un muchacho que tenía una relación... –me doy la vuelta, caminando lejos de Fenny.– Leah, él intentó abusar de ti.

Me detengo.

– Por favor, no hable más.

– Si Jenna no hubiese entrado, él chico hubiera cometido la atrocidad.