Leah.
No sentía mi cuerpo. Mi ganas de levantarme eran urgentes, sin embargo mi cuerpo no reaccionaba. Abro los ojos lentamente y solo veo blanco, blanco, y más blanco.
Oh Dios, ¿estoy muerta?
Una risa ronca suena y una mano aparece en mi campo de visión. Las arrugas en la extremosidad me hacen darme cuenta de que es hombre mayor.
Genial, Dios no es una mujer.
¿Qué otra grave noticia hay?
– Leah, no estas muerta. Dame la mano y demos un paseo. –instantáneamente mi mano toma la suya, sin siquiera yo ordenarlo. Tampoco es como si mi cuerpo me haga caso. Poco a poco me levanto, y observo mi vestimenta, aún estoy con mi uniforme de porrista... entonces recuerdo el accidente.
Dios, sí estoy muerta. No hay manera de que yo salga viva de eso.
Mis padres deben estar devastados.
Mis hermanos...
Adrien...
– Ellos están bien, solo cansados de esperarte. –miro nuevamente al señor, es más pequeño que yo, y tiene unos lentes cubriendo sus ojos cansados y sabios.
– ¿-¿Quién... es? ¿Quién es usted?
Mi voz suena ronca y cansada.
Suspira antes de responder, sujetando sus manos delante de su barriga.– Soy la conciencia de los Matthews, atormentado por ellos toda mi vida terrenal y aparecer también en el más allá. –me tiende una mano– Soy el señor George Feeny.
Tomo su mano con recelo. – Leah Sprayberry.
Él alza una ceja. – Estoy seguro que eres una Matthews, si no no tendría contacto contigo.
Ruedo los ojos. – Mi mamá está casada con Dylan Sprayberry, el cual todos creíamos que era mi padre, un día conocí al decano Matthews y luego resultó que era mi padre. –suelto una risa irónica, la cual hace que me duela un poco los pulmones.– Definitivamente estoy muerta.
– Sabes... si eres una Matthews.
– No, soy Sprayberry.
El señor me ignora, da media vuelta y comienza a caminar ignorándome. Me toma unos segundos seguirlo, trotando hasta llegar su lado.
– ¿Qué es este lugar?
– Tu cerebro.
– ¿Porque tanto silencio?
– Estas en coma, Leah.
Detengo mi movimiento. ¿Coma?
– ¿C-cu... cuantos días llevo así?
– Hmm... unas cinco semanas.
Abro los ojos y llevo mi mano a mi boca. ¿Más de un mes? ¿Como estoy? ¿Tan grave estoy? ¿Voy a morir pronto?
Mis ojos se comienzan a cristalizar.– ¿No regresaré verdad?
El chasque la lengua antes de cruzar sus brazos y darme una mirada lastimera. – No lo sé, pequeña Leah.
Adrien.
– Yo, yo quiero cargarlo. –la pelirroja coloca sus brazos en jarras mientras su padre pone al diminuto bebé en ellos. – Me encanta su olor a bebé.
– Ten cuidado con sus oídos. –riñe su madre, a lo que la Halle asiente.
Leah lleva más de un mes en coma. Me parte el alma no haberla visto en un mes, los únicos que la pueden ver son sus padres y Alan. Y según me comenta este último, su estado es delicado. Detuvieron la hemorragia cerebral, pero debido a lo hinchado que está su cerebro, la tienen en coma. La alimentan por tubos y sueros. Su piel blanca ahora es transparente, y su cabello rubio brillante ahora parecen cenizas. Alan me comentó que incluso sus uñas se sienten enfermas, y que cuanto tomo su mano fría como un cadaver entre las suyas, no aguanto más y se echo a llorar sobre el cuerpo de su hermana.
Y yo no podía verla. La chica que yacía en aquella cama era el amor de vida. Y no podía verla, no podía decirle que la amo, que la extraño, que sé que saldrá de esta.
– Listo. Me toca a mi. –Jayden prácticamente le arranca el bebé de los brazos de su hermana, a lo cual ella solo bufa.
– Tampoco sean tan bruscos con ella, saben que sus...
– Oídos están siendo tratados... –repiten los adolescentes al unísono.
– Ya lo sabemos, papá. –dice Jay.
Estábamos en la sala de la casa de los Sprayberry... después de tanto tiempo solo le permitían a un familiar quedarse. Y en vista de que Alan y Dylan eran los únicos adultos y disponibles, entre ambos se turnaban para estar cerca de Leah. Nadie sabía de nuestra relación... y con esta situación, no creo que prestaran atención en mi aspecto demacrado.
Maya suelta un sollozo antes de llorar de nuevo.
Aparto la mirada cuando su esposo comienza a consolarla y me quedo viendo a la bebe. Es muy pequeña, primeriza... e inteligente. Apenas nació, le encontraron defectos en su canal auditivo, con lo cual ha comenzado un tratamiento, pero lo más probable es que deba usar aparatos para ser capaz de oír. Sin embargo, verla a ella, es ver a Leah. Sus ojos son azules como los de ella, su nariz es parecida, la de mi novia es más pequeña. Y su boquita hace el gesto de abrirse como si fuese hablar y luego la cierra, igual a la rubia. Lo único que la diferencia, es su cabello castaño, igual al de su padre.
– Necesitamos que Leah despierte para que le ponga un nombre, no podemos seguir llamándola "Pequeña princesa". –Suelta su madre en un intento de broma, pero sé que le duele.
– ¿Te imaginas lo odiosa que será cuando se de cuenta que ahora debe pelear su lugar con dos chicas?
Halle hace un mohín. –¿Leah despertará verdad?
La puerta se abre y entra Alan junto a Heather. Esta tampoco estaba muy bien, su rostro mostraba ojeras y su apariencia no era la mejor. Si antes era delgada, su ropa solo demostraba la cantidad de peso que había perdido.
– Hola. –su voz es apenas audible.
–Heather intento entrar de nuevo a la sala, pero como siempre, no la dejaron.
Ella suspira y sus ojos se cristalizan. – Es difícil no poder estar cerca de mi mejor amiga.
Ya era una rutina. Tratábamos de alegrarnos y nuevamente sufríamos. El final de este dolor, era que Leah despertase. Cosa que no había ningún indicio de que lo hiciera pronto.
El teléfono del señor Sprayberry suena, y él se levanta, dejando el espacio al lado de su esposa libre. Esta le tiende los brazos de Heather, la cual no demora en correr a ellos.
– No te preocupes Heather. Estoy segura que Leah despertará... solo necesita recuperarse.
– Aún si despierta, ¿cual será su estado? –suelta Alan. – ¿Ah? ¿Podrá ser la misma Leah? ¿Podrá hablar, caminar, pensar como un ser humano normal?
– Alan... –susurro, pero me calla.
– No, Adrien. Tu cállate. –se levanta– ¿No se dan cuenta que el problema no está en que Leah despierte?, está en que vuelva a ser la de antes.
Intento intervenir de nuevo, pero el señor Sprayberry aparece. Su rostro es pálido.
– ¿Papá...? ¿Estás bien? –Pregunta Halle y este niega.
Demora unos segundos antes de hablar.
– Acaba de llamarme el padre de Heather...
– ¿Mi padre está bien? – la pelirroja se pone nerviosa, y su estado no parece mejorar aunque el hombre asiente.
– Me llamó para decirme que apresaron a Jenna Torres y Kylan Gray.
Abrimos los ojos.
– ¿Qué?
– ¿Por qué?
– Intento de homicidio.
Alan pregunta cauteloso, aunque ya sabemos la respuesta.
– ¿A quién ... intentaron matar?
Los ojos de Dylan Sprayberry brillan de ira.
– Leah Sprayberry.
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Leah Meets World
ספרות חובביםLeah nunca ha seguido las reglas. Suponía que eso era algo genético. Se encontraba en su último año de secundaria, y a su corta edad había tenido todo lo que había querido. Cada capricho que tuviera en su cabeza, era cumplido en horas. Bueno, no t...