Capítulo 3.

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Por mucho que Alan insistió en que se encontraba bien, mamá quería escucharlo de la boca de un doctor. Luego de más de tres horas, en el que la doctora confirmó el estado de salud de mi hermano, y a parte coqueteó con papá, Alan y Adrien; regresamos finalmente a casa.

Mi espalda choca contra mi cama, suspirando levanto un brazo y lo dejo caer sobre mis ojos. Tenía un sin número de tareas por hacer, ni siquiera las había comenzado ni tampoco esperaba que las ganas por realizarlas nacieran.

Unos golpes en la puerta, me hacen levantar la cabeza. Adrien está en la puerta con la cadera ligeramente apoyada sobre el marco de esta.

– Hola. –lo saludo, procedo a sentarme en mi cama. Adrien toma lugar a mi lado y luego de unos minutos en total silencio, habla.

– Te propongo algo. –dice lentamente, su voz es demasiado profunda y la vibración que está causa en mi cuerpo es excitante.

Alzó una ceja. – ¿Qué cosa?

Por primera vez en mucho tiempo, noto su típica sonrisa traviesa, aquella que siempre venía acompañada de un castigo a causa de una travesura adolescente.

– Un mes en mi cama. –me quedo callada, analizando lo que acaba de decir.

– Un mes en tu cama. – repitó, saboreando las palabras en mi labios.

El asiente solo una vez.

– Así es. –me mira a los ojos, los suyos son una mezcla de verde y azul sumamente clara. Puedo notar en ellos que esta hablando con sinceridad, sin embargo la risa que brota de mi garganta hace que sus ojos destellen.

– Estas bromeando, ¿verdad? –me levanto de la cama.

Por fuera puedo parecer tranquila y relajada, pero por dentro un latigazo de deseo se extiende por cada fibra de mi cuerpo.

Observó como toma su labio inferior entre sus dientes, luego sacude su largo flequillo.

– Sabes bien que no bromeo, Leah. –suspira. – No es mi estilo.

Lo miro detenidamente, me acerco a él.

– Lo sé. ¿Por qué debería aceptar?

– Porqué sé que tú quieres esto, yo también.

– ¿Quiero qué?

– Acostarte conmigo. –coloca sus manos detrás de su cuerpo y se apoya sobre estas– Hace años noto tu deseo sobre mi.

Me río sarcásticamente. – ¿Disculpa?

– No te preocupes, yo también te he deseado por años.

Como diría mi querida amiga, Jenna. "¿qué mierda?"

¿Donde carajos había quedado el chico callado que me había ignorando durante años?

– Yo...

– No te preocupes, me puedes responder después. Tienes mi numero.

Se levanta de mi cama, noto lo pegado que nos encontramos y doy un paso hacia atrás. A él parece no importarle ya que pone su rostro cerca de mi costado y susurra lentamente en mi oído.

– Espero que aceptes, Sprayberry.

Dicho esto, sale de mi habitación.

(...)

A la mañana siguiente, mi hermano y su amigo se han marchado a su apartamento a pesar de ser sábado.

Mamá se había marchado a su trabajo hace una hora, Jayden estaba en su práctica de fútbol americano, creo que quería seguir los pasos de Alan y ser capitán del equipo en un futuro.

Me encontraba desayunando con papá en la cocina, el mira su celular mientras toma un vaso de jugo.

– Papá.

– ¿Mmh? –alza una ceja sin levantar su mirada del aparato.

– ¿Puedes llevarme a la academia de Jenna?

Posa su atención en mi y bufa. –Leah, hoy es mi día libre. Libre de trabajo, esposa e hijos, y sobre todo, manejar. Mi día de self-care.

Hago un puchero.

– Por favor papá, ¿sí?

– No. –termina su jugo y se levanta dejando su vaso en el lavaplatos.– No insistas.

– Entonces dame las llaves de mi auto.

Su risa es seca. – Por supuesto que no.

– Préstame el tuyo entonces, prometo que lo cuidaré.

– Leah, mi carro es sagrado. Es el amor de en mi vida.

Frunzo el ceño. –Pensé que era Mamá.

–Por supuesto que es tu madre, luego mi auto, y después ustedes.

Lo miro ofendida.

– Nos hemos desviado. –el asiente– ¿me vas a llevar?

Niega con su cabeza. – Ya te lo dije, Leah.

– Sabes, dejalo así. –me levanto, dejando los platos en la encima y camino a la salida.– Siempre he sabido que quieren más a Alan que a mi, cuando el hijo pródigo pide un favor lo hacen sin dudar. –tomó el abrigo y las llaves de la casa, alzó mi voz para que mi padre escuche.– Por eso hay tantos jóvenes en las drogas, por la incomprensión de los padres y el favoritismo de estos por los otros hijos , marcan una línea de diferencia entre sus hijos cuando...

Escucho un gruñido por parte de papá, pasa a mi lado enojado.

– Nunca debí tener hijos sabiendo que pueden ser igual de exasperando que yo.

Me río. – Te ves sexy enojado, papá.

Alza una ceja mientras arranca el auto, me coloco el cinturón.

– ¿Acaso no me veo sexy siempre?

– Tienes razón, pero incluso te ves más sexy cuando también pasas a recoger a Heather. –sonrío angelicalmente, él rueda los ojos.

– Eres igual de aprovechadora de tu madre.

(...)

Cuando Heather se sube al auto, noto como tiene una muñequera ortopédica en su mano izquierda.

– ¿Qué demonios te pasó?

Ella rueda los ojos. – Mi ex y su nueva conquista.

Frunzo el ceño. – ¿Te hicieron esto?

– No. Los estaba espiando desde el árbol que está en la ventana de su habitación y me caí. –mira a papá– Hola Señor Sprayberry, gracias por venirme a buscar. Luce caliente hoy.

– Gracias Heather, pero debo corregirte y decirte que siempre luzco caliente.

– Tiene razón.

Una vez llegamos, le digo a papá que ya encontraría una forma de volver. Este no dudo en irse rápidamente a casa, papá siempre que tenía casa sola se ponía a ver series viejas mientras tomaba cerveza.

Heather toma mi brazo y entramos a la academia de baile donde recibía clases Jenna.






Hola nuevamente, tiempo sin actualizar. La universidad me está consumiendo con vida, no exagero cuando digo que por cada cinco tarea que haga, me llegan diez más. Eso hace que no tenga creatividad para escribir, sin embargo intentaré subir capítulos más seguidos.

Hasta ahora mis planes son que la novela sea larga.

Gracias por leer.

Karol.

Leah Meets WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora