Adrien.
– Este ha sido uno de los peores casos que he visto. –Heather suelta un suspiro y quita sus lentes de lectura, arrojándolos sobre la cantidad innumerables de papeles que teníamos regados en la mesa del salón de conferencias.– ¿Crees que ganemos el caso?
Suspiro, me levanto de la silla de la cual me encuentro sentado hace más de siete horas, sintiendo un terrible dolor en la columna.
– No es importante lo que yo crea, debemos ganarlo.La pelirroja chista su lengua y se levanta, haciendo copiando mi mueca de dolor al hacerlo. Se acerca al pequeño carro de café que tenemos y se prepara un café igual de cargado que el mío.
– Lo que usted diga, jefe. –suelta socarrona y me mira. Luego relaja sus hombros un poco, quitando formalidad– Oye, no es necesario que te quedes conmigo revisando los documentos. Soy tu asociada, es mi trabajo. Yo proceso la información, y tu solo recibes el resultado.
Niego con la cabeza. – No te preocupes, no podría estar tranquilo en casa sabiendo que te deje quince cajas de archivos para revisar en menos de veinticuatro horas.
– Sí, pero imagino que quieres ir a casa con Leah y Darren.
– Y tu con Alan.
Hace una mueca. – Las cosas no andan muy bien... él se la pasa más viajando que en casa, y yo aveces ni siquiera puedo ver la luz del sol por estar metida en esta oficina. –rasca su ojo, el anillo de compromiso y matrimonio descansan en su dedo anular. – Digamos que estamos en esa típica etapa del matrimonio.
– Seguro que mejorarán, conozco a Alan y el simple hecho de que se casara contigo, demuestra que te ama. El chico siempre fue un desastre.
– Sí, sé que me ama. Pero ahora quiere que tengamos un bebé. ¿Sabes lo difícil que es ser una asociada y madre? –Bufa.– Ya es difícil mantener un matrimonio así, imagínate un niño.
Asiento. Entendía el punto de vista de Heather, ella estaría en esta situación al menos unos tres años más. Mientras que los cuarenta estaban a puntos de alcanzarnos a Alan y a mi. Por lo cual, también entendía a Alan. Él no quería tener problemas en la cintura mientras jugaba con sus hijos.
Miro a Heather, aquella pelirroja vivaz y alegre está muy lejos. Ahora solo está llena de ojeras y cansancio. Chasqueo mi lengua y la miro.
– Heather, anda a casa. Solo hay que revisar dos cajas más, eso lo haré yo en casa.
Alza una ceja en sorpresa. – ¿Seguro?
– Sí, si fueras otra persona no lo haría. Pero eres la esposa de mi mejor amigo y la mejor amiga de mi esposa. Somos familia. –Ella sonríe. – Anda, descansa y ven con esas energías recargadas.
– Gracias. –Toma su cartera y me mira. – Déjame aunque sea ayudarte a subir las cajas a tu auto. No vaya a ser que te caigas, golpees tu cabeza y mueras. Leah me mataría.
(...)
Son más de las 2:00 am cuando llego al apartamento. Incluso el portero me ayuda con las cajas hasta la puerta de mi apartamento. Una vez entro en mi hogar, espero encontrarme todo en silencio. Pero me sorprendo al ver la televisión encendida, con Leah dormida con la cabeza recostada en el sillón con la boca abierta y a nuestro hijo de tres años cambiando los canales. Me acerco en silencio y veo que pone un programa de asesinos, mientras se acurruca más en el pecho de su madre.
– Darren.
Al escuchar mi voz se asusta, apartándose un poco de Leah. Me tiende los brazos de inmediato. – Papá. Sube, sube, sube.
ESTÁS LEYENDO
Leah Meets World
FanfictionLeah nunca ha seguido las reglas. Suponía que eso era algo genético. Se encontraba en su último año de secundaria, y a su corta edad había tenido todo lo que había querido. Cada capricho que tuviera en su cabeza, era cumplido en horas. Bueno, no t...