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- ¿Cuánto tiempo lleva allí dentro ? - pregunto Zachary.

Después de haberse enterado de todo y que Gianne fuera consolada por su hermano, Serpens la llevó hasta su casa y se había encerrado en su habitación, de eso ya cuatro días.

- Desde que volvimos de vuestra casa- respondió el rubio.

Ambos se marcharon aceptando que la rubia no saldría de allí aun.




Edward Cullen observaba la ventana de la mayor de los Naismith, se había enterado de lo que había pasado y aunque sabía que no era el momento para hablar con la chica, la preocupación no lo había abandonado en ningún momento.

Tomó aire intentando animarse, comenzó a trepar por la pared que daba a su habitación. En cualquier otro momento aquello hubiese sido romántico.

Su ventana estaba abierta, siendo el único lugar por el que entraba la luz, ella estaba en la cama con sus rodillas contra su pecho y su cabello ahora rubio había perdido todo su brillo al igual que su piel y sus ojos.

- Gianne - murmuró acercándose a ella - Gianne, responde cariño.

La rubia alzó la mirada, tenía unas grandes ojeras de un tono rojo enfermizo, las venas resaltan por todo su cuerpo, todo gracias a no haberse alimentado por tanto tiempo.

- ¿Qué haces aquí?- su voz salió ronca, como si no hubiese hablado por días.

- Estaba preocupado. Se que antes no estaba para ti, pero aquí me tienes Gianne, estoy aquí, hoy y siempre.

Ella lo miró a los ojos, sabía que no mentía, lo podía ver en sus ojos. Las lagrimas comenzaron a descender nuevamente por sus mejillas, mojando ahora la camisa del chico.

- ¿Por qué las cosas siempre terminan mal ? - pregunto sorbiendo su nariz, parecía tan indefensa, tan rota, humana - siempre que sucede algo bueno llega otra cosa el triple de malo.

- No lo se, Gia -le dolia verla de aquel modo, ¿como el mundo podría estar en contra de un ser tan puro como lo era ella?.

Su cabeza reposaba sobre el pecho de él, dejaba pequeñas caricias en su cabeza intentando calmarla.

-Las cosas mejoraran, Anne - le susurro.

- ¿Estás seguro? - preguntó ella del mismo modo - llevo años escuchando las mismas palabras, me he cansado de todo.

- No te asegurare que será pronto, tenemos que atravesar muchas pruebas a lo largo de nuestra vida, de eso se trata, atravesarlas y aprender de ellas. No puedo ver el futuro como Alice, pero en cualquier prueba te acompañare, me tendrás a tu lado de ahora en adelante para sostenerte si te caes.

Sus ojos se encontraron con los de él, una mirada fugaz pero llena de tantos deseos reprimidos, de tantos sentimientos que por el momento no podrían ser expresados.

- Gracias - le sonrio, aunque no llegó sus ojos - pero no creas que te he perdonado Eduardo.

- He vuelto a ser Eduardo - le dijo sonriendo.

- No te entusiasmes, solo has ganado unos cuantos puntos.

- Vale, ahora iremos a cazar, tienes muy mala cara.

- Gracias por llamarme fea - bromeó ella- pero enserio, estoy famélica.

- Ve a ducharte.

La chica lo miró una última vez para después acercarse a su armario y tomar un conjunto deportivo, entro al baño rápidamente y a los diez minutos volvió a salir ya cambiada, el Cullen en ese momento se encontraba viendo lo que había en la habitación de ella.

- ¿Quien es ? - preguntó él viendo un cuadro colgado en una pared.

- La hija de una amiga - le respondió desviando la mirada - ¿Nos vamos?.

- Claro.

Ambos bajaron las escaleras, Serpens, Logan y Zachary hablaban en la cocina animadamente, eran conscientes de que el cobrizo estaba allí pero al ver que había logrado que la rubia saliera de su habitación lo habían dejado estar.

La mirada del chico Bair se cruzó con la de Cullen, el rubio asintió a modo de saludo, si ella lo perdonaba, él tendría que aceptarlo y aún más después de lo que había descubierto el día de la pelea con los neófitos.

-Vuelvo luego- avisó la chica.

-Por lo menos alguien logró sacarla - soltó Logan cuando el par estaba lejos.

-¿Sigues siendo igual de lenta que antes ? - vaciló Edward.

-¿Me estás retando? - preguntó ella mirándole, había muchas cosas que caracterizaban a Gianne Naismith y una de esas era lo competitiva que podía llegar a ser.

Edward le dio un guiño y salió corriendo, la chica rió y le siguió. Alcanzarlo fue fácil, él sabía que ella le ganaba en velocidad, bueno, le superaba en todo y eso le fascinaba.

Sus sentidos se nublaron cuando el olor de la sangre llegó a sus fosas nasales, estas la guiaron a la fuente del olor.

Un bramido salió del hocico de un lince, lo miró unos segundo y después se acercó a él. El animal la miró temeroso, tenía una pata atorada en un montón de rocas, estaba vieja y malherida.

El sonido de la sangre recorriendo las venas del lince llegó a sus oídos llamando su atención. Sus brazos se situaron alrededor del cuello del animal dejándole paulatinamente sin aire hasta que quedó inerte sobre sus manos.

Inspiró profundamente llenando su organismo del olor tan irresistible de la sangre, sin dilación acerca su boca al cuello del animal y lo dejó seco en segundos.

Podía sentir la mirada de Edward fija en ella, pero poco le importó, estaba lo suficientemente concentrada en acabar con el animal.

- Una foto duraria mas Eduardo - le dijo la chica acercándose a él.

- Una foto no me daría la misma satisfacción - respondió él.

Aquello era un dejavu de su primer beso, todo había comenzado así pero esta vez ella no estaba dispuesta a ceder tan rápido, primero le haría sufrir.

- Que pena que no te durara mucho - cuando el chico estaba a unos cuantos centímetros de unir sus labios con los de ella, la rubia se separó - en ningún momento te dije que te había perdonado.

- Esto es una tortura - bufo el.

- Una tortura bien merecida - con una sonrisa socarrona lo dejo solo, parado en medio del bosque y con unas ganas incontrolables de volver a sentir los labios de la chica.

²𝑨𝑹𝑬  /W.A.Y SAGA/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora