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Los constantes golpes de una rama en su ventana la mantenían despierta, tras el susto de horas atrás sus sentidos se habían puesto en alerta, podía escuchar, ver y sentir todo a su alrededor, incluso el pasar de las páginas de el libro que Serpens se encontraba leyendo en su habitación a unos siete metros de la suya; quería dormir, descansar su mente aunque no lo necesitara le apetece, le apetecía muchísimo.

Tenía ya alrededor de tres horas mirando al techo de su habitación, el tiempo pasaba lentamente y el viento corría fuertemente aumentando la sensación de alerta, estaba paranoica, no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando con ella y estaba asustada, no, estaba aterrada.

Bufo antes de sentarse, paro las manos por su cabello y acarició sus brazos para intentar apaciguar el sentimiento de soledad que se había instalado en su pecho desde que terminó la llamada con su familia, los extrañaba mas de lo que admitiría.

Resignada a seguir encerrada en su aquel lugar, tomó su bata y una almohada, inhalo fuerte antes de abrir la puerta y comenzar a caminar por el pasillo hacia la habitación de Serpens.

La luz estaba dada y él se encontraba aún leyendo, el rubio dejó a un lado la primera edición de " El gran Gatsby " y la miro.

- ¿Sucede algo, Gigi? - pregunto.

- No puedo dormir - dijo - joder, he sonado como una niña de cinco años con miedo a la oscuridad.

- Ven aquí, niña de cinco años - bromeó el chico- ¡oye! - se quejó en cuanto recibió un golpe por parte de la rubia.

- Gracias, Serpens - dejo un beso en su mejilla antes de acomodarse en su pecho, poco a poco sus ojos comenzaron a cerrarse.

Serpens admiraba el rostro de la chica, habían pasado unos treinta minutos cuando la respiración antes tranquila de Gianne cambió drásticamente a una irregular, la sostuvo tan rápido como su velocidad inhumana le permite, comenzó a dar pequeños golpecitos y sacudidas para intentar que reaccionara pero no pasaba.

Su cuerpo antes tan frío como el suyo comenzó a hervir alterando aún más al chico, no era posible, su temperatura se asemejaba a la de un metamorfo.

- No me mates por esto - masculló antes de llevar su mano al brazo de la chica, en su brazo comenzaron a notarse pequeñas corrientes recorriendo cada nervio de este hasta su mano - que funcione por favor - dijo antes de soltar una descarga en ella.

Los ojos de Gianne se abrieron inmediatamente, pero no era ella o almenos no estaba en si aun, sus ojos antes de un azul ultramar habian sido reemplazados por unos de color platino que parecian brillar, anonadado, el chico la dejo caer.

- ¿Eres gilipollas ? - se quejo la rubia en cuanto reaccionó, al parecer la caída había ayudado.

- !Ay mi madre! - chillo el rubio - ! tus ojos¡.

Rápidamente la chica se acercó al gran espejo que él tenía en su habitación, no se sorprendió pues no era la primera vez que pasaba, cerró los ojos y en cuanto los abrió estos volvieron a su color usual.

- Nunca pasa cuando duermo -susurro ella, su amigo la miró extrañado - ¿qué ha pasado?.

- Ya sabes, lo normal - dijo su amigo aun asombrado y preocupado - tu teniendo pesadilla, tu piel hirviendo como la de un chucho y esos extraños ojos - soltó, cada palabra iba cargada con el más puro sarcasmo.

- Los ojos son la marca de los hijos de dioses - volvió a cambiarlos tomando por sorpresa a Bair - yo tengo el mismo color que los de mi madre antes de que los cambiará al color de mi padre.

- ¿Cambiarlos ? - inquirió el rubio sentándose en la cama, demasiada información.

- Cuando una pareja se une el color de sus ojos se cambian, cuando tienen hijos suelen heredar el color de ojos de la madre, ninguna familia los tenia igual, todos los colores y tonos eran diferentes.

- ¿ De qué color los tienen los Naismith? - volvió a preguntar interesado cada vez más en el tema.

- Veamos - comenzo - Arabella verde, Zachary azul, Coraline violetas, Eros amarillo y aun no he visto los de Adara.

- Vaya - expresó Serpens - debe ser increible.

- Lo es, nos identifica.

- Bien, es hora de que nos pongamos manos a la obra - comentó el chico - iré a vestirme, tu deberías hacer lo mismo.

- Tienes razón, en veinte en la cocina - acordó Gianne.

Ya no dormiría más era obvio, tomarían el coche e irían a cazar, habían pasado más de dos semanas desde la última vez que se alimentó y ya comenzaba a sentir su naturaleza tomando el control.

Entró al baño de su habitación y se desvistió, abrió la ducha y dejó correr el agua, el agua era una de las pocas cosas que le devolvía la tranquilidad que necesitaba en esos momentos.

Diez minutos más tarde, enredó su cuerpo en una toalla y su cabello, salió y abrió el gran armario, tomo ropa interior, unas mallas y una camiseta deportiva, sus tenis de correr y una sudadera, utilizando su velocidad logró estar listo en menos de dos minutos.

- Listo - dijo en cuanto entró en la cocina - ¿Vamos? - interrogó.

- Por supuesto, madame - Serpens tomó una de sus manos y la hizo dar una vuelta - hora de alimentar a las bestias.

- Muero de hambre - comentó Gianne - me devorare dos venados enteros.

- Estamos de acuerdo en algo - dijo el chico cerrando la puerta de la casa - no quedaran suficientes venados.

- Callate y apurate - bromeó la chica al ver cuánto estaba tardando.

- Bien - dijo él antes de cargarla y comenzar a correr con ella sobre su hombro a una velocidad considerablemente humana.

- !Bájame, insensible¡ - gritó ella entre risas.

- Tu has dicho que me apurara - río.

Cuando Serpens decidió finalmente bajarla, esta se apresuró en subirse al coche antes de que el cambiara de opinión.

- !Vamos, abuelo, ¡mueve ese trasero aquí! - grito la chica llamando la atención de algunas personas que corrían cerca del chalet.

- !Eres mayo que yo, tonta!- respondió de la misma forma, corrió y se subió en el lado del piloto - hora de irnos, principessa.

- Tus cambios de humor me asustan - bromeó - primero me dices tonta y ahora principessa, a ti no te entiende ni Dios.

El chico soltó una carcajada y puso el coche en marcha, hora de divertirse...

²𝑨𝑹𝑬  /W.A.Y SAGA/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora