- Cuanta formalidad - comentó la rubia abrazando a su padre - ¿ como estas, viejo?.
- Viejo tu padre - contestó el pelinegro - yo soy como el vino, entre más viejo mejor.
- Ahora sé de dónde le vienen los humos a Gianne - le susurro el chico Bair a Jasper que se encontraba a su lado.
- Te he escuchado, hijo de Satán.
- A papi Luci no le ha gustado nada lo que has dicho.
- Bien - llamó la atención el patriarca Cullen - cada vez hay más desaparecidos.
- ¿Estais seguros de que es la pelirroja ?- cuestiono Adara.
- Es la única que tendría una razón- respondió Edward.
- ¿No hay otra forma en la que podamos saber quien esta detras de todo esto sin las visiones de Alice? - pregunto Serpens después.
- Si la hay - opino Arabella - Gianne puede hacerlo - todas las miradas se centraron en la rubia.
- Es complicado, demasiado - hablo ella- pero supongo que puedo hacerlo.
- ¿Qué necesitas, cariño ? - inquirir Esme.
- Que os vayais todos - respondió - excepto Isabella y Edward, al ser los últimos que tuvieron contacto con ella se me hará más fácil.
Ambas familias dejaron a los tres solos en el salón, Gianne se acercó a Edward y puso sus dos manos a cada lado de su cabeza.
- Detente - replicó la castaña - ¿ qué harás ?.
La rubia rodó los ojos ante la voz de la chica Swan, estaba realmente molesta.
- Necesito acceder a sus recuerdos, ver los últimos recuerdos que tiene de ella.
- Hazlo conmigo - habló de nuevo - lo que tengas que hacer, hazmelo a mi.
- Vale - dijo acercándose a ella, hizo lo mismo que con el cobrizo - dolera solo un poco.
De sus manos comenzó a crecer un halo de luz blanca, sus ojos pasaron a ser platinados y un grito largo y tortuoso salió de la castaña.
Uno de sus dones era el acceder a los recuerdos, el problema, era un proceso demasiado doloroso, tanto para seres inhumanos como para humanos, la diferencia era que para alguien común y corriente se sentía como si les frieron el cerebro lentamente.
Todo comenzó siendo como una espesa niebla, oscura y densa, hasta que el escenario cambió, había un campo, el ambiente era pesado y se notaba que en algún momento habría una tormenta, su familia estaba allí al igual que los Cullen y tres forasteros.
Se acercó a ellos y reconoció a la pelirroja, comenzó a analizarla, quería conservar cada detalle para poder encontrarla más rápido.
Estaba a punto de acercarse más cuando sintió que la separaron bruscamente logrando sacarla de la mente de la chica, su espalda impactó fuertemente con la pared causando un agujero en esta, levanto la mirada y se encontró con los ojos chispeantes del cobrizo, en sus brazos sostenía el cuerpo e Isabella, se paró rápidamente en posición de ataque.
- ¡¿Que se supone que haces gilipollas ? - cuestionó furiosa.
- ¡¿Qué hacías tú ? - gruño - la estaban torturando.
- Ella se ofreció - se defendió - nadie le obligó a hacerlo.
- Sabías lo que pasaría.
- Repito, ella se ofreció - bufo - yo iba a hacértelo a ti, eres inmortal no te dolería tanto.
- ¡Gianne ! - grito Serpens entrando junto a la familia, había sentido como por su cuerpo pasaban descargas debido al vínculo que la rubia había puesto en ambos desde la última crisis.
- Alejate Serpens - pidió, tenía pequeños espasmos y una fina capa de sudor cubrió su cuerpo.
Todos la observan preocupados, se veía realmente mal.
- ¡¿Qué le has hecho?! - grito el rubio acercándose peligrosamente al Cullen, lo empujo - ¡Habla de una vez !.
Los presentes observaban sorprendidos a los dos chicos, sobretodo al rubio, siempre era muy tranquilo, en ese momento parecía que le arrancaría la cabeza a Edward.
- Serpens, detente - murmuró Gianne, la voz no le salía, una fuerte presión en el pecho impedía que hablara con normalidad.
- ¡Él te hizo esto ! -estaba perdiendo los estribos - ¡¿Cómo pretendes que pare?!.
- Gianne...- le llamo Edward acercándose a ella aun con Isabella en brazos.
Cuando sus manos estuvieron a punto de tocarla salió corriendo, fue tan rápido que aun con sus habilidades les fue imposible percatarse por donde se había marchado.
- ¡Gigi!- grito esta vez su padre, se quedó mirando fijamente el bosque hasta que su mirada recayó en el cobrizo - te lo advertí una vez- se acercó a él - te has atrevido a tocar a mi hija...
- Eros, basta- hablo Adara - no vale la pena perder tu tiempo, volvamos a casa, veremos si ya está allí.
Sin mas que decir los Naismith y Serpens se marcharon dejando a los Cullen atras.
- Eres estupido - comentó Rosalie después de un incomodo silencio.
- Sigues haciendo las cosas mal - dijo Emmett palmeando el hombro de el mayor de los hermanos.
