#05. ¿Hija?

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De nuevo es lunes y con ello otra larga semana de clases. Hoy tuve que traer a mi pequeña Fiorella conmigo porque mamá tenía una cita en el seguro, siempre vamos a chequeos cada seis meses desde que mi padre murió inesperadamente de un cáncer no detectado a tiempo; mayormente vamos todos juntos, pero ésta vez iré un sábado, ella no puede los fines de semana, son sus idas al cine, comidas o cualquier cosa con sus amigas.

Es la hora del recreo, y está semana me toca desayunar en el comedor que hay en el jardín para que los niños jueguen; nos damos turnos para supervisar a los niños y hoy me toca desayunar con Mark, el ojiverde Brad y no se quien más.

Me siento en una silla y pongo mi lonchera encima de la mesa, Jhon viene atrás de mí con su amiguito James y a Fiorella la traigo en mis brazos.

—Buenos días, Mark y Brad —los saludo con una sonrisa.

—Hola, Kath, de nuevo nos tocó desayunar juntos —anuncia Mark.

—Buenos días, Kath —saluda Brad.

Les doy una sonrisa a cada uno, sin embargo algo incómoda por la presencia del ojiverde.

—Me voy a ir a jugar con James, justo ahí —dice Jhon dándose la vuelta con su lonchera y corre con James a su lado hasta llegar a un comedor pequeño donde hay más niños de su edad.

Saco mi comida y la de mi bebé de la lonchera, la cierro y la hago a un dado para acomodar mi alimento, abro el tupper y saco mi sandwich, después abro el tupper pequeño donde guarde la papilla de durazno que come mi hija, agarro la cucharita pequeña y el babero que pongo en su pechito, hundo la cuchara en la papilla y la llevo hasta su boquita chiquita y roja.

—Mmmm, lica, lica, más, más <<rica, rica, más, más>> —vuelvo a hundir la cuchara y la llevo hasta su boca, aprovecho para darle una mordida a mi sandwich y abrir mi jugo de arándanos dándole un trago.

—Lame de eso, quelo eso, pofi <<Dame de eso, quiero de eso, porfi>> —lloriquea mi bebé cuando le doy papilla en vez de jugo.

—No te gusta de ese jugo, mejor te doy lechita —digo quitándole la tapa al vaso entrenador y lo meto a su boquita.

—No quelo <<No quiero>> —me escupe la leche en la blusa.

—Hija, no seas grosera.

—¿Hija? —pregunta confundido Brad que hasta hora me fijo que está sentado a un lado de mí.

—Si, es mi hija, ¿por?

—Pense que era tu hermanita, no puedes ser madre —gruñe, ¿enojado?

—¿Ah? ¿Y por qué no?

¿Quién se cree que es para decirme eso?

—Es que no puede ser tu hija, ¿cuántos años tienes?

—26 años —afirmo comiendo de mi sandwich y dándole una cucharada de papilla a mi hija, tratando de mejor ignorarlo.

—¿Y la niña?

—Hace poco cumplió un añito —declaro enternecida y siguiendo comiendo.

—¿Fuiste madre a los 25? —musita receloso.

—No, fui a los 21.

—¿Qué? ¿Pero cómo? ¿Cómo pudiste?

Dios, ¿y a éste que le importa?

—Pues como se tiene a los hijos —murmuro algo enojada y guardo los tuppers vacíos en la lonchera.

Fiorella bosteza y la recargo en mi pecho para que duerma su siesta. Gracias al cielo no me  mojó tanto con la escupida que me dió.

—Que cínica eres, de seguro le abriste las piernas a cualquiera y por eso lo abortaste.

—¿Pero qué dices? ¿Quién te crees para faltarme el respeto y decirme eso? Ni siquiera aborte a mi hijo, ¿de dónde sacas eso? —exclamo ahora sí enojada.

—¡Brad! ¿Qué cosas dices? Déjala en paz, hombre, que pesado —lo regaña Mark y poniéndome a su lado.

—Ayyy, por Dios. Solo digo la verdad, yo no te he visto con un hombre y tampoco con un niño pequeño.

—Que la dejes Brad, su vida privada no te incumbe —habla una voz grave y con autoridad.

El director.

—Bahh, ¿ahora todos defienden a la abre piernas a cualquiera?

Paso saliva, esto está llegando muy lejos y el no tiene porque faltarme el respeto así.

—Con el único hombre con el que he estado es con mi esposo, así que no te permito que me digas que soy una cualquiera, y si así fuera eso no tiene porque importarte a tí.

—Por favor, pien...

—Mami, ¿qué tienes? —pregunta Jhon corriendo hacia mí e interrumpiendo lo que iba a decir el ojiverde maldito.

El maldito fija su vista en mi hijo y luego en mi, su mirada no la puedo decifrar pero hasta cierto punto me da escalofríos.

—Nada, bebé. ¿Ya terminaste tu comidita?

—Sip.

—Ven, vamos a llevarte a tu salón.

Agarro mi lonchera con la mano que no sostiene a mi hija durmiente, la ubico en mi hombro y agarro la manita de Jhon.

—Compermiso —digo y doy media vuelta para irme.

—¿Qué hacían esos hombres contigo mami? ¿Te dijeron algo malo? No me gusta que estés cerca de hombres, eres solo mía y de mi papi.

—Es que hoy me tocó desayunar con ellos, y si, soy solo de tu papi y tuya mi amor.

—¡Siiii! —exclama feliz.

—Anda, ve al salón, pórtate bien y en la salida vienes a mi salón —le ordeno agachándome a su altura para darle besitos por todo el rostro.

—Si, mamita —dice riendo y dándome una sonrisa idéntica a la de su difunto padre.

Sonrío con nostalgia, a pesar de haber superado su perdida, aún no lo olvido. Fue mi primero amor y quiero que se el último, no me creo capaz de estar en otra relación y dañar la memoria del que fue mi novio desde que yo tenía 14 años y el 15; nos casamos jóvenes porque ya no soportabamos tener que separarnos todos los días por las noches. Tuve una boda preciosa, con muchos invitados y la pasamos genial, finalmente en mi luna de miel, me entregué en cuerpo y alma por primera vez a él y nueve meses después tuve a mi Jhon en brazos, un precioso hijo idéntico a su padre.

—Te amo —le doy un besito en su naricita y me levanto.

—Yo a ti mamita —besa el dorso de mi mano como tantas veces lo hizo Dex y como enseñó a su hijo a hacerlo.

Sonrío y se dió la vuelta para entrar a su salón, yo entre al mío y limpié una lágrima que se me salió.

Quiera o no, las palabras que me dijo el ojiverde me dolieron, yo nunca le he dado motivos para que hable de mi, pero la falta de un hombre a mi lado siendo madre a dado de qué hablar a las personas.

Pero se que no fue porque Dex quisiera dejarme, así lo quiso el destino.



[Personaje que conoceremos hoy:

[Personaje que conoceremos hoy:

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El amiguito de Jhon]

En la tierra como en el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora