#19. Servicio.

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Pov. Santino.

—No estoy en servicio —responde ella, después de un largo tiempo esperando su respuestas.

La miro confundido.

¿De qué chingados habla?

—¿Cómo? —pregunto al no escuchar su respuesta.

—Que no estoy en servicio, si me disculpas tengo cosas que hacer.

—¿Cómo qué "no estás en servicio"? —hago comillas con mis dedos—. No te entiendo.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —me ignora.

Ya la estás haciendo, ¿no?

—Claro.

—¿No te da miedo dañar tu reputación?

¿A qué viene eso? ¿No estoy haciendo nada que la dañe?

—No estoy haciendo nada malo.

—¿No te da miedo que te vean en la casa de una... puta? —ve sus uñas sin interes.

Recuerdo mis palabras. Le dije 'putita'. Cierro los ojos molesto conmigo.

—Kath, siento lo que te dije, yo...

—Ahora ésta puta no está en servicio —con su uña pintada de rojo se señala—. Además tengo cosas que hacer, bye, bye.

Veo como cierra el candado del portón.

—Por favor, hablemos —intento detenerla.

—Ya dije lo que tenía que decir.

—Kath, por favor, déjame hablar contigo, cariño.

Ella suspira y se queda pensando. Ahora mismo quisiera ser un especie de 'lee mentes' para saber que piensa de mí.

—No.

¿Tanto pensar para que me diga eso?

—Por favor, Kathy —ruego triste—. Quiero hablar contigo, quiero decirte algo. Déjame hacerlo.

Me mira y veo pesar en sus ojos, esos que tan bien he aprendido a leer y que tanto me cautivan e hipnotizan.

—Solo espera a que baje del carro las cosas que compre y les ponga ropa cómoda a mis hijos —abre el candado—. Pasa.

Entro por el portón negro ya abierto, tiene un jardín bonito a el costado derecho, mientras que al izquierdo está estacionado su carro y por lo que veo viene lleno de productos.

Camina hasta una puerta café de madera, la abre y un olor a cereza llega a mi nariz cuando entro a su casa.

La pared de la izquierda está pintada de blanco y la de la derecha está pintada de rojo. Tiene un cuadro de un paisaje en la pared blanca y en la roja hay fotos de sus hijos alrededor de una de ella vestida de novia junto con un hombre trajeado —su esposo— <<pienso>>.

Hay unos sillones negros alrededor de una mesita negra y del techo cuelga una pantalla plasma, más al fondo veo un comedor con cuatro sillas, pero veo juguetes regados por toda la estancia.

—Disculpa el desorden, pero ayer estuvimos ocupados y no nos dió tiempo de recoger —dice avergonzada—. Puedes sentarte, en lo que me desocupo —señala un sillón individual negro—. ¿Quieres algo de beber o algo de comer? Compré bombones y chocolates.

—Solo quiero un vaso de agua.

Asiente y camina hasta una puerta café, la abre y después de unos minutos sale con un vaso con líquido transparente.

—Ten —me lo da—. Ahora vuelvo.

Da media vuelta y sale de la casa, veo su casa. Se siente acogedora y huele bien. Me acerco a la pared que esta llena de fotos, hay muchas de Jhon de bebé y de Fiorella, me acerco a una en especial es Jhon de bebé con un adulto idéntico a él, sonrien. Abajo de la foto leo una nota.

Te amo mi pequeño hombrecito.
Atte: Tú padre :)

Efectivamente él es su padre, el esposo de Kath y el hombre que ama.

Sigo viendo las fotos hay de Kath con un atuendo azul y con un bebé rojo en sus brazos, al fondo se ve una camilla y paredes blancas. Es un hospital, seguramente fue cuando se alivió de Fiorella, veo que también tiene una nota en la parte de abajo.

Le doy un primer trago al agua fresca y me acerco un poco más para ver qué dice.

Tú padre tuvo que partir a otro mundo, pero tú llegaste ese mismo día a complementar mi mundo. Mi pequeña Fiorella, mi fuerza en estos momentos. Te amo.

Atte: Tu mamita.

Su padre murió antes de conocer a la pequeña Fiorella.

—Esa foto fue cuando tuve a Fiorella —escucho a Kath a mis espaldas.

Volteo y la veo dejando cosas en el sillón, las acomoda para que no se caigan y se vuelve a ir.

Hace un momento no alcancé a ver la foto del centro, me acerco curioso a la foto.

Mi Kathy luce preciosa con el vestido blanco con corte de sirena, se ve más pequeña y un poco más delgada, pero igual de hermosa. Está tomada de la mano con su... esposo: un pelinegro de ojos color miel. Sonrien felices. También tiene una nota y me aproximo a leerla.

Por fin somos marido y mujer, ¿puedes creerlo Kath? Aún recuerdo la primera vez que te ví, tenías catorce años y yo quince. Sigues siendo igual o más preciosa, mi gatita. Te amo y no tengo palabras para expresar lo bien que se siente casarse contigo.

Atte: Tu esposo Dex al que siempre amarás, Gatita :)

<<Siempre amarás>>.

Que idiota, si ya se murió para que pone eso, ella puede conseguirse a alguien más y olvídarlo.

Jesús. ¿Qué digo? Pobre hombre, él no tiene la culpa de lo pendejo que puedo ser.

Veo el otro costado donde hay otra nota.

Me haces la mujer más feliz del planeta, te amo con todo mi corazón y ahora puedo escribirte en esta nota que estoy embarazada. Ahora te pregunto a ti, ¿puedes creerlo? Tendremos un pedacito de los dos, un pedacito que amaremos y cuidaremos.

Atte: Tu esposa que está embarazada, mi sol.

Primero ardía en celos por un niño de cuatro años y ahora lo hago por una persona que ya murió. Que patético soy.

Me alejo de las fotografías y le siento en el sillón vacío. Los demás ya están llenos de productos que compró. Llega y vuelve a poner más productos.

Cierra la puerta y pone las llaves en un perchero a unos pasos de la puerta.

—Iré a revisar a mis hijos —avisa y camina hasta una puerta roja, la abre y la cierra.

Tomo lo que me queda del agua fresca y pongo el vaso vacío en la mesita de centro negra.

Espero hasta que llega, ahora está vestida con un camisón negro y trae unas pantuflas de ositos. Sonrío por lo linda que se ve.

—¿Y tus hijos? —pregunto al no verlos por ningún lado.

—Ya estaban dormiditos, solo les puse su pijama para que tomaran la siesta con ropa cómoda. Estaban cansados y además siempre que vamos al supermercado se cansan —habla con tanto amor de sus hijos que cada vez me cautiva más.

¿Hará lo mismo con los hijos que tengamos?

Idiota, hasta crees que tendrán hijos. No te ilusiones.

—¿Qué querías decirme?

Pregunta y se sienta a un costado del sillón, cruza sus apetitosas piernas y se hecha el cabello rubio para la espalda.

Son movimientos inocentes, pero yo no paro de ver lo sensual que se haciendo eso.

En la tierra como en el cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora