Giro mi cuerpo al reconocer esa voz.
—Amigo —saludo burlona—. Que bien te ves de... duende —rio levemente.
—Tenía que venir disfrazado de algo y James insistió en que comprara un disfraz idéntico al suyo.
De pronto un pequeño duende idéntico al que tengo al frente se acerca corriendo a nosotros.
—James.
—Jhon —se saludan chocado sus manos alegres.
—Fiolecita —sonrie adorable James al ver a la pequeña ovejita.
—Lems —mueve sus manitas y pies pidiéndome que la baje para que vea al amigo de su hermano.
—Que adorable se ve tu hermanita, Jhon.
Fiorella se acerca a pequeños pasos tambaleantes a James, obviamente yo le agarro una manita; mi pequeña lo abraza le da un besito en la mejilla como yo le he enseñado que le dé a su hermano, James sonríe devolviéndole el abrazo.
—Y a mí, Fiolecita —replica un Jhon cruzado de brazos.
Fiorella se acerca a él y le da un besito en cada mejilla y uno en su boquita.
—Que tierna se ve tu pequeña con su disfraz, si parece una ovejita —comenta Santino, el director.
—Lo sé, me encantó el disfraz desde que lo ví, también a Jhon le quedó genial el suyo. Desde que lo vio en el mostrador lo quiso —me enderezo cargando a mi hija.
—A ti también te queda genial el disfraz —halaga viendome de abajo hacia arriba.
Me sonrojo por sus palabras y lo hago sin más cuando su mirada se detiene en mis pechos, he visto que siempre hace los mismo y me molesta no incomodarme.
Suspiro cuando veo lo bien que resalta el traje verde con sus bonitos ojos.
—Haber da una vuelta, diablita —pide Santino y no me niego y lo hago apenada.
Giro mi cuerpo levemente hacía la derecha, doy un giro de 180° primero, dándole una vista de mi traje por detrás y después termino el giro de 360° quedando en mi lugar.
—¿Qué tal? —pregunto ¿emocionada? ¿Segura? ¿Cómoda? O... ¿exitada?
No, eso no, debe ser la emoción de... de algo. ¡De la pastorela! Sí, de eso.
—Te ves... linda, preciosa —sonrie y se muerde el labio—. Bueno, vamos a terminar con los detalles del festival —cambia el tema sin dejarme responder.
Jhon y James empiezan a caminar juntos al frente y Santino, mi hija y yo, atrás de ellos.
—Y fogosa y caliente —murmura para sí, pero alcanzo a escucharlo.
No, no debió decir eso. Seguramente dijo hermosa y... ¿paciente? A lo mejor dijo eso y yo escuché eso; a lo mejor no, eso fue lo que dijo.
Caminamos juntos en silencio hasta que llegamos a su oficina, la dirección. Descuelgo mis bolsos del hombro y los depósito en su escritorio, de un bolso saco los cuernos que están sujetados en una diadema y la pongo en mi cabello.
—Ya decía yo que te hacía falta algo —confiesa Santino viéndome a unos pocos pasos.
—Había olvidado ponerme esto. Con tantas prisas.
—Mami, iré con James a saludar a mis demás amiguitos. Quiero ver sus disfraces, no me extrañen —anuncia Jhon al momento que pasa junto con James a un lado mío y salen los dos infantes de la dirección.
Me giro y me agacho para depositar a una Fiorella ya dormida el la carriola que ayer deje aquí, lo hice para no estar teniendo prisas y porque quería traer a mi pequeña conmigo, mamá si podía cuidarla pero que mejor que traerla conmigo.
Me levanto después de acomodarla y me giro para quedar en frente del Santino.
Hecho el cabello que se vino para al frente hacia atrás, acomodo la diadema y deslizo mis manos alisando las arrugas del disfraz.
Levanto mi vista y me encuentro con los preciosos ojos de mi amigo, su mirada es tan fuerte que me hace sacudir un poco la cabeza; le sonrío para aligerar el ambiente extraño que se creo.
—Pero que caliente puso el ambiente, diablita —bromea.
No puedo evitar mal pensar sus palabras y me sonrojo fuertemente, él lo nota y sonríe acercándose a mí. Miro sus ojos, ahora lucen más oscuros pero igual de bellos, muerdo mi labio sin apartar la mirada; jadeo cuando nuestros pechos se rozan, o más bien, cuando mis pezones rozan con su pecho, de inmediato se endurece lo que me provoca morder más mi labio. Pone sus manos en mi cintura y junta más sus pecho con el mío aplastando mis pechos, yo pongo mis manos en sus brazos fuertes y los aprieto un poco después de que su manos bajaron hasta el inicio de mi trasero.
A este punto no puedo pensar nada, solo en sus ojos verdes, su loción fresca, su altura intimidante, lo apetitosos que se ven sus labios, lo fuerte que son sus brazos y la dureza que me aplasta mi pierna.
¿Espera?
¿La dureza qué que?
Se suelto asustada de su agarre.
¿Cómo me pude dejar llevar? Por Dios, tengo que rendirle memoria a mi esposo y no causar erecciones.
Agarro el manubrio de la carriola antes de ponerme los bolsos en el hombro, camino hasta la puerta.
—Kath —me llama—. Katherine lo siento, perdóname. Me dejé llevar nena.
Mis manos temblorosas intentan abrir la puerta fracasando en el intento.
—No te vayas, porfavor, Kath —ruega a mis espaldas, pero sigo intentando abrir la puerta.
¿Quién demonios inventó las malditas puertas?
Si no existieran ya podría haberme ido.
—Preciosa —me llama pero lo vuelvo a ignorar—. No te vayas, lo siento. No supe lo que hice —escucho sus pasos y grito escandalizada cuando me toca la espalda baja con su mano.
—No me toques —menciono aún asustada recordando el momento con Brad.
El levanta sus manos a la altura de su cabeza y da dos pasos hacia atrás.
—Tranquila, soy yo, Santino, tu amigo.
Respiro profundo alejando el recuerdo de Brad, sin embargo tiemblo un poco en mi lugar.
—Respira, Kathy —me mira dulcemente pero sin saber que hacer, hago lo que me pide.
Por algún motivo un sollozo que tenía atrapado hace tiempo se escapa de mi garganta y a ese le siguen otros más.
—Oh, Kathy, preciosa. No llores, porfavor —lloro aún más por eso—. Ven acá preciosa —pide abriendo sus brazos y me acerco lentamente hasta que le abrazo la cintura, y cuando el amarra sus brazos en mi cintura lloro aún más pero sintiéndome protegida.
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En la tierra como en el cielo.
Romance«-¿Me amas? -... » ↓ [Próximamente] Tras la muerte de su esposo y siendo madre de dos pequeños, Katherine se olvida por completo de relacionarse amorosamente con alguien. No es bueno tentar al destino porque en un Jardín de niños se...