En la tierra como en el cielo.

#31. No puedo perderlo.

Pov. Katherine.

No me importa confesar que estoy hecha mierda porque lo estoy. El cabello rubio lo tengo hecho nudos y se nota opaco, mis labios están resecos y unas ojeras de no poder dormir me hacen parecer un mapache.

Extraño a mi hijo, además estoy preocupada de que esos hombres malos le hagan daño.

¡Es tan solo un pequeño niño inocente que no conoce la maldad del mundo!

Agradezco el apoyo de Santino, sin él no se que hubiera hecho, es más, me hubiera vuelto loca. Estoy preocupada pero con lo que me dijo sobre el apoyo de más personas, me relajo.

—¿Estás lista, Kathy? —tocan la puerta del baño y de inmediato reconozco la voz de Santino.

—Dame un momento.

Sin esperar respuesta me pongo las pantis, el brasier, una camisa negros de Santino, unos jeans negros y flojos, mis calcetines y mis tenis Converse negros.

Abro la puerta del baño y mi cara choca con algo. Alzo la mirada y me encuentro a un hombre desconocido.

Me pongo alerta.

¿Alguien entró?

¿Y mi Fiorella?

Grito con fuerza cuando me agarra el brazo.

—Oye, tranquila —pide entre risas el hombre rubio.

—¿Kathy? 

Miro a Santino llegar y corro hasta él, me escondo detrás de su espalda y agarro su mano.

—Alguien entro.

Con mi dedo índice señalo al hombre.

—Ahh —suspira aliviado y yo lo miro confundida—. El es Isaí, es del escuadrón que se quedará cuidando a Fiorella.

Cuidando...

Sí, pues con quién más la iba a dejar. Mi madre no es una opción, no puedo preocuparla.

—Ohh —murmuro viendo al hombre.

—¿Pero quién es eso bombón, Santino? —indaga el nombrado Isaí.

Me sonrojo al notar sus ojos azules fijos en mí.

—No te importa y deja de verla —gruñe—. Ven, vámonos, Kathy. 

Me lleva de la mano y giro mi cabeza hacia atrás, el rubio me guiñe un ojo y se mete al baño. Vuelvo mirar al frente cuando llegamos a la sala.