Pov. Katherine.
Paseamos por los pasillos del supermercado, busco la sección de alimentos enlatados y camino empujando suavemente el carrito hasta allí.
Me agacho un poco y agarro diez latas grandes de granos de elote, las pongo en la esquina del carrito donde no están mis hijo, después agarro veinte latas grandes de zanahoria con chícharos, me agacho más para agarrar quince latas de atún.
—¿Qué más? ¿Qué más? —me pregunto checando las estanterías para ver sus más puedo llevar.
—Mami, ¿qué es eso? —pregunta Jhon apuntado una lata de al menos un litro.
—Mmmm —murmuro y me acerco para ver qué es—. Son frutas en almíbar.
—¿Cómo? ¿Anibar? ¿Qué es eso mami? —ríe burlesco.
—Es como si a las frutas las hicieran mermelada pero sin que las muelan.
—No entiendo.
—Llevare unas latas para que las pruebes.
Tomo cinco de frutas, cuatro de durazno y dos de piña, sé que les encantará y querrán que volvamos al supermercado por más; asi que prefiero que sobren a que falten.
Camino unos pasos y tomo unos diez spaguettis, trece sopas y cuatro cajas de sazonadores en cubitos.
Agarro el carrito que cada vez se siente más pesado y me dirijo hasta la sección de higiene, tomo cuatro aceites para bebé, tres cremas para bebé, dos paquetes toallitas húmedas, diez paquetes de pañales que pongo en la parte de abajo de carrito junto con diez paquetes de toallas femeninas y tres de tampones.
Camino hasta las pastas dentales y agarro cinco, dos cepillos de dientes para adulto y cuatro infantiles, pongo dos enjuagues bucales y un hilo dental, tomo seis paquetes de rollos de papel que pongo en el sitio donde puse los pañales, después depósito en el carrito cinco aromatizantes de cereza.
—Mami, te faltó mi loción de bebé —me recuerda Jhon. Siempre tan atento.
Dos tres para atrás y agarro dos lociones de bebé, aprovecho para tomar tres botellas de shampoo de manzanilla —para mis bebés— y dos botellas de shampoo de cereza —para mí—.
Salgo de esa sección y me fijo que el carro ya está casi lleno y no quiero que mis pequeños se vean aplastados con los productos, camino por otro carrito que estaba suelto por ahí y ahora me encamino a la sección de frutas y verduras frescas.
—¿Qué frutas quieren llevar?
—Quiero mandarinas y guayabas, mami —responde sin verme por jugar con su hermanita.
Tomo un kilo de mandarinas, uno de guayabas, uno de jitomate, uno de cebolla, uno de tomatillo, uno de limón, y supongo que solo eso, lo que es fresco normalmente lo compro en una frutería cerca de mi casa; lo depósito en el otro carrito y avanzo empujando los dos hasta el área de jamonería.
—Me da porfavor medio kilo de jamón, medio de salchicha y medio de queso asadero —pido a la chica y me lo da de inmediato.
Ahora avanzo al área de panadería, agarro tres paquete de pan blanco, uno integral y dos tostados—a mis hijos les encantan los sandwiches—. Ahora avanzo a el área de dulceria dónde mis hijos se alborotan felices.
—Quiero ese, y ese, y ese.
—Queo ete, ete y ete <<Quiero éste, éste y éste>> —pide Fiorella feliz.
—Llevaremos cinco bolsas de bombones, tres de chocolates pequeños, dos de paletitas de cajeta, dos Nutellas, dos mermeladas —anuncio y voy tomando y poniendo los productos en el carrito.
—Es hora de irnos, si me falta algo lo compraré en la tienda que está por la casa —comento y empujo los carritos pesados.
En un momento los empujo un poco fuerte porque alguien me empuja por detrás. Volteo para reclamar y me asusto al ver a Brad.
—Bra-brad, tú...—balbuceo.
—Gatita —murmura con una sonrisa retorcida.
Lo ignoro con miedo y empujo los coches para llegar rápido a la caja registradora.
—Te veré luego, corazón. Tenemos algo pendiente —me guiña un hijo, se pone la capucha de la sudadera y se va.
Suspiro de alivio cuando lo veo fuera de mi vista y sigo caminando para pagar de una vez.
Después de esperar a que pasaran todos los productos, pago y no pido bolsas porque me llevaré lo carritos hasta mi coche, vaciaré los productos y pondré los carritos de dónde los agarre.
Agradezco a la cajera con una sonrisa y empujo los carritos para hacer lo que tenía pensado. Al terminar, la cajuela se llenó, junto con el asiento copiloto y parte de atrás del coche, espero no tener que volver en mucho tiempo al supermercado.
Arranco en coche y me fijo desde es espejo retrovisor como el coche gris hace lo mismo, decido prevenir y esperar a que se vaya, al verlo irse finalmente arranco con tranquilidad.
El camino es un poquito largo por el tráfico que hace a esta hora que normalmente es muy concurrida por los coches.
Al llegar a mi casa estaciono en la carretera y me bajo para abrir el portón, al hacerlo me fijo que hay un coche estacionado en la acera del frente y muy parecido al del director, ignoro eso y abro el portón, me vuelvo a subir al coche para meterlo en la cochera.
Lo meto en la cochera, me bajo, abro la puerta trasera y bajo a mis hijos, después abro la casa para acostarlos mientras bajo la despensa del coche.
Entro a mi habitación y prendo la televisión en un canal de caricaturas.
—Cuida a tu hermanita, bajaré el mandado rápido para darles un dulce por portarse bien —les sonrío abrigandolos con la manta.
Salgo de la habitación y abro la puerta que anteriormente cerré al entrar a la casa, me encamino hasta el portón para cerrarlo y así no vengan a molestar los vecinos con que lo dejé abierto.
Agarro el candado junto con las llaves y justo cuando quiero cerrarlo alguien me habla.
—Katherine —esa voz, esa suave y grave voz.
Alzo la vista encontrándome con los ojos verdes más bonitos que he visto en mi vida.
—Sa... Director, ¿qué hace aquí?
—¿Puedo pasar?
Me lo pienso, quiero pero no. ¿Quién se cree para venir a mi casa después de lo que me dijo? O ¿quién se cree para dejarme con la curiosidad?
Gran dilema.

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En la tierra como en el cielo.
Romance«-¿Me amas? -... » ↓ [Próximamente] Tras la muerte de su esposo y siendo madre de dos pequeños, Katherine se olvida por completo de relacionarse amorosamente con alguien. No es bueno tentar al destino porque en un Jardín de niños se...