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Escorpio deja caer por completo su cabeza, soltando una risa nerviosa, —Ah, mierda. No seas así... —musita cubriendo su rostro con su antebrazo.

—Bien. Hagámoslo más divertido. —rio picará levantándome. Mi novio se endereza, sentándose mientras se apoya en la cama con sus manos hacia atrás.

Camino a la puerta y pongo seguro. Ojeo a Escorpio que me observa curioso y a la vez ansioso.

Emprendo camino a la ventana. Pero no de cualquier manera. Lento, elegante, sensual. Al llegar, me sujeto la cintura, estirando mi pierna, dejando completamente al descubierto mi piel de muslo a tobillo. Cierro la ventana. Antes de soltar la cortina, su voz me detiene.

—Que ni sé te ocurra matar la única fuente que me da visibilidad en este momento. —me advierte con una gravedad más baja en su voz.

Levanto una ceja alejando mi mano de la cortina, dejando que la luz siguiera iluminando tanto parte de la habitación como a mi, —Como gustes.

Probablemente sea la emoción. Puede que el sueño mezclado con ella. O el alcohol mezclado con ambos. Que me tiene siendo más honesta que de costumbre. Aunque es mi derecho, no lo he visto mirarme, ni hablarme, ni tocarme. Ni si quiera he podido verlo a diario. Y me llena completamente pensar que lo podré hacer a partir de ahora y quiero celebrarlo.

Lo examino de pies a cabeza pero inevitablemente mis ojos se detienen en el llamativo bulto en su pantalón. Trago en seco. Y trato de no paniquear al verlo levantarse y acercarse a mi. Parando justo frente a mi.

Su rostro es iluminado por igual, pero solo la mitad. Nuestros ojos demandan el uno al otro. Su mano acaricia mi cintura, acercándome lentamente. Mis manos reposan en su pecho, mientras siento su frente pegarse a la mía.

—¿Que sucede? —musito.

Siento como si un muro nos separara en este instante. Y solo Escorpio tiene el mazo para derribarlo. Pero se contiene.

—No quiero.

—No te creo.

—No te quiero lastimar.

—No será así.

—Lo fue la última vez...

Hago memoria. A la vez que terminé en el suelo del miedo a hacerlo con él.

Bajo la mirada. Puedo recordar todo lo qué pasó cuando estuve cautiva pero ahora más que miedo y pavor, siento enojo, rabia, asco. No quiero pensar así sobre esto, menos sobre Escorpio.

—Estaré bien. Lo prometo.

—Cáncer, no me interesa a cuantos psicólogos y terapias hayas ido. No creo que... debamos.

Suspiro subiendo mis manos a su rostro, ambos aún manteniéndonos completamente juntos,—Escorpio. Necesitamos avanzar. Escucha, confío en que no me lastimarás. Dame una perspectiva diferente a la que viví. 
Enséñame.

Él separa su frente mirándome seriamente, —¿Estas segura? Una cosa es decirlo, y otra es hacerlo.

Ladeo mi cabeza, sonriéndole, —Enséñame a el Escorpio hormonal. —bromeo.

Él suspira sonriéndome de vuelta, —Ese Escorpio es el de la escuela, y creo que es muy intenso para ti.

—Dudo que no pueda manejarlo. —comento separándome de él, caminando a la cama, sentándome, —A menos que seas un cobarde.

Ríe bajando la cabeza mientras se sujeta sus costados, —No, no. Sexo enojado para tu verdadera primera vez es una muy mala opción Cáncer. —sonrío encogiéndome de hombros.

Maldito corazón | Esconcer | Editando | |  𓍢ִ໋ 🃏 ͙֒ ♪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora