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La última semana con mamá pasó demasiado rápido para mi gusto

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La última semana con mamá pasó demasiado rápido para mi gusto. Le doy un fuerte abrazo y no puedo evitar soltar algunas lágrimas las cuales limpio de inmediato, me dije a mi misma que no lloraría, pero claramente fallé. Ya estamos en el aéreo puerto y el vuelo de mamá sale en unos minutos.

—Te portas bien ¿sí? —dice cuando se separa de mí y me ve de forma acusatoria.

—Sí mamá —digo y suelto una pequeña risa—. Te extrañaré mucho —La vuelvo a abrazar, en estos momentos me siento como una niña de seis años que no puede vivir sin su mamá.

—Yo igual, pero no olvides lo que te dije antes —me recuerda lo que me dijo en el avión.

Una voz suena desde los altavoces avisando que los pasajeros del vuelo de mamá tienen que entrar.

—Parece que esta es la despedida —digo triste.

—No seas tan dramática —replica mamá lo cual hace que frunza el ceño.

Siempre cortándome mi inspiración.

—Te llamaré al llegar y estaré pendiente. Cualquier cosa siempre me puedes hablar y además en navidad iras a visitarme.

Mamá es del tipo de personas que trata de verle lo positivo a las situaciones a pesar de todo lo malo.

Finalmente, mamá entra al avión agitando su mano en despedida. Papá y yo regresamos al automóvil en silencio, no voy a negar que estoy bastante desanimada y supongo que él lo nota.

—Ya es hora de almuerzo ¿Te parece si vamos a algún lugar para comer? —pregunta cuando entramos al auto.

La verdad es que no tengo mucho apetito, pero tiene razón, ya es hora de almuerzo.

—Claro —acepto y en ese momento suena su celular.

Supongo que es del trabajo por la conversación que tienen, mientras tanto reviso mis redes sociales hasta que escucho algo que llama mi atención.

—Bueno entonces así quedamos, cualquier cosa me avisas. Por cierto, con Odette vamos a almorzar ¿nos acompañas?

¿Quién nos va a acompañar?

—Perfecto, entonces quedamos donde siempre. —Cuelga la llamada y pone el carro en marcha.

—¿Quién nos va a acompañar a almorzar? —pregunto para saciar mi curiosidad.

—Dereck —contesta sin despegar la vista del camino—. ¿No te molesta verdad? —cuestiona viéndome de reojo, me quedo callada y trueno los nudillos de mis dedos—. ¿Se llevan bien no?

No, en definitiva no.

—Sí, de maravilla —contestó en un tono sarcástico el cual el papá no toma por alto.

—Recuerdo que eran muy amigos de pequeños.

¿Amigos? ¿Seguro que nos ponía atención? Pasábamos la mayoría del tiempo peleando, hasta cortó mi cabello ¡mi cabello!

La pieza perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora