26. Noches de tormenta

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A pesar de la fuerte tormenta que estaba cayendo fuera, los niños se encontraban profundamente dormidos cuando Wanda fue a comprobar su estado.

Se había preocupado un poco de que se asustaran y no pudieran dormir, pero lo cierto es que los niños parecían tener menos miedo que ella. Recordaba cuando eran apenas unos bebés y siempre aprovechaba las noches de tormenta para abrazarlos. Pero desgraciadamente los gemelos crecían. Pronto ni siquiera la necesitarían, y eso era triste de pensar.

Un nuevo trueno la sacó de sus pensamientos, como si alguien en el más allá le estuviera advirtiendo que ese pensamiento era negativo. No podía retener a sus hijos por siempre, desgraciadamente para ella.

Cuando regresó a la habitación Visión ya se había ocupado de comprobar que todas las ventanas de la casa estuviesen cerradas y que el perro se encontrara lo más tranquilo posible.

Si Wanda sufría con los truenos, Sparky lo pasaba tan mal que era capaz de quedarse paralizado o sufrir ataques de pánico. Lo habían llevado a un par de veterinarios para buscar una solución, pero ninguno de ellos los había orientado al respecto. Mientras buscaban uno efectivo solo les quedaba consolar al perro lo que pudieran.

– ¿Los niños están bien? –Preguntó Visión en cuanto la vio aparecer.

Estaba sentado en el suelo junto a la cama. El perro había escogido aquel hueco oscuro como “refugio” ante sus miedos. No podían forzarlo a salir, les habían explicado que era contraproducente, por lo que solo les quedaba vigilarlo desde una distancia prudencial.

–Sí, duermen muy tranquilos. A ellos no les despierta nada –Respondió Wanda–. Son unos niños muy valientes.

Se sentó al lado de Visión en el suelo y miró brevemente bajo la cama. Después se incorporó.

– ¿Qué tal está Sparky? –Preguntó Wanda, aunque sentía que era una pregunta estúpida–. Me parte el corazón verlo así, ¿de verdad no lo podemos acariciar? Quiero calmarlo.

–Sabes que no es recomendable, no lo debemos acostumbrar o puede derivar en dependencia –Habló Visión, recordando lo que les habían indicado los veterinarios. Por su mirada, Wanda veía que él estaba sufriendo incluso más que ella.

–Tampoco funciona de nada estar aquí mirándolo –Suspiró.

–Tenemos que darle nuestro apoyo silencioso. Hasta que se calme y salga…

– ¿Crees que este miedo se debe a su vida pasada? Lo adoptamos de la perrera sin preguntar nada –Comentó Wanda–. Si lo abandonaron no debían quererlo mucho.

Aunque Wanda al principio no se había mostrado entusiasmada con la idea de tener un animal en la casa, el perro se la había ganado casi al instante. No indagaron mucho en cómo Sparky había ido a parar a una perrera, aunque la encargada del lugar les había dejado caer que lo habían abandonado por ser algo asustadizo.

–Es posible –Respondió Visión tras plantearse la cuestión–. Igual que los humanos, los perros pueden padecer traumas y trastornos psicológicos –Miró la hora y se percató de lo tarde que era–. Duerme, Wanda. Necesitas descansar. Yo me encargo del perro hasta que pase la tormenta o se tranquilice.

–Como si fuera tan fácil… A mí tampoco me gustan demasiado las tormentas, los truenos me recuerdan demasiado a la guerra. ¿Ves, Sparky? –Apenas podía ver sus patitas debajo de la cama, pero escuchó un ladrido en respuesta que le indicó que era escuchada–. Tu dueña tiene tanto miedo como tú. Y quizá más traumas –Suspiró.

–Podríamos invertir en insonorizar la casa –Sugirió Visión–. Puede que eso os ayude a los dos.

–Con eso y un poco de ayuda psicológica estaremos perfectos. ¿Verdad que sí, Sparky? –Bromeó.

–Un segundo –Pidió Visión, frunciendo el ceño–. ¿Escuchas la tranquilidad? Llevamos varios minutos sin escuchar ni un trueno. Apenas se oye la lluvia caer.

Wanda no se había dado cuenta, pero era cierto.

Antes de que pudiera decir nada el perro comenzó a asomar la cabeza por debajo de la cama. Parecía sorprendentemente tranquilo y feliz.

–Mira a quién tenemos aquí –Bromeó Visión, abriéndole los brazos para que fuera con él–. Lo has hecho muy bien, pequeño.

Sparky comenzó a dar saltos de felicidad.

– ¿Está tranquilo? ¿Ya lo podemos abrazar?

Visión asintió de manera silenciosa a su pregunta.

Al escucharla hablar Sparky se lanzó hacia ella entre ladridos para lamerle la cara.

–Has superado el trauma, eres un perrito muy bueno –Canturreó Wanda, acariciándole la cabeza.

– ¿Estáis jugando con Sparky sin nosotros? –Preguntó un ofendido Billy desde la puerta.

– ¿Por qué vosotros podéis jugar con Sparky y nosotros tenemos que dormir? No es justo –Se quejó Tommy.

Las miradas de Wanda y Visión se encontraron durante un segundo antes de que ella suspirara e hiciera un gesto a los niños para que se unieran al juego. Los mandarían a dormir en diez minutos, pero no importaba darles un poco de diversión.

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Este capítulo he tenido que rehacerlo entero porque al principio se dedicaban a jugar con el perro asustado. Pero me ha dado por investigar y al leer que eso es lo último que tienes que hacer me iba a dar un patatus 😂😂😂

Gracias por leer 💞

Celebrando el año nuevo - Reto scarletvisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora