Día 16. Cena con los vecinos

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Estar en una misión encubierta podía tener tanto cosas buenas como malas. En primer lugar, podías disfrutar interpretando un papel al que no estabas acostumbrada. En esa ocasión, Wanda y Visión aparentaban ser unos simples comerciantes que acababan de mudarse a un barrio nuevo. Pero también tenía cosas malas, y la principal era el estar alerta para que los villanos no te descubrieran.

Hacía ya un mes que les había llegado el soplo de un traficante de armas alienígenas residente en aquel lugar. No podían asaltar las casas como si nada, especialmente porque era primordial no llamar la atención ni dañar a gente inocente, por lo que solo quedaba relacionarse con los vecinos e investigar. Con algunos resultaba agradable conversar, a veces incluso divertido, pero después estaban los Peters. Una pareja de ancianos orgullosos y estirados que solo sabían presumir de su presuntuosa vida.

Aunque los Peters eran tremendamente irritantes, ni Wanda ni Visión pensaban que los traficantes fueran ellos. Eran demasiado perfeccionistas, su modo de actuar sin duda no hubiera dejado ninguna pista que los delatara. Pero no podían descartar nada, y ya que la señora Peters había mostrado ser una auténtica chismosa, los habían invitado a cenar aquella noche. Había sido idea de Visión, pero Wanda tenía que reconocer que era francamente buena.

Así que se dispusieron el resto de la tarde a preparar una cena aceptable: ensalada como primer plato, pollo con salsa de setas de segundo y tarta de queso comprada como postre. Estaban seguros de que aquellos vecinos iban a criticarlos hicieran lo que hicieran, por lo que no pusieron demasiada pasión en ninguna de las comidas.

Wanda fue la encargada de darles una bienvenida cuando llamaron al timbre. Los saludó con cordialidad y los invitó a pasar al comedor, donde se llevaría a cabo la cena.

Al cabo de unos minutos también apareció Visión, con su traje humano, llevando una bandeja plateada con la ensalada.

–Gracias por haber venido a nuestra cena, señor y señora Peters –Saludó Visión.

–No podíamos rechazar esa oportunidad –Habló la señora–. Nos encanta relacionarnos con los nuevos vecinos.

Wanda evitó rodar los ojos. Eso se podía traducir perfectamente como: “controlar a los nuevos vecinos”. O sacar sus trapos sucios. Aunque eso era lo mismo que ellos dos querían, así que no podía culparlos.

– ¿Por qué no servimos la ensalada? –Sugirió Wanda, mostrando una sonrisa falsa que rezaba fuera convincente.

Todos asintieron con gusto. Visión comenzó a servir los platos mientras Wanda daba inicio a la conversación para que el ambiente no se sintiera tenso. Sabía que el matrimonio tenía varios hijos adultos, por lo que optó por comenzar por ahí.

– ¿Qué tal sus hijos?

–Oh, mi Wendy está tan maravillosa como siempre –Dijo la señora Peters pagada de sí misma–. Se encuentra preparando el cumpleaños de su hija. La niña es todo un encanto, aunque entre nosotras, la belleza física no es su fuerte –Dijo en un susurro, como si hubiera alguien más allí aparte de ellos que pudiera escucharla–. Ha salido a la familia paterna –Dijo con dramatismo.

–Cariño, no hay que juzgar la belleza de las personas –La regañó su marido–. Que nuestra nieta esté algo rellenita no es algo de lo que avergonzarnos, la ayudaremos a hacer dieta o la obligaremos a correr detrás del coche cuando vayamos de vacaciones.

-Eh...

Wanda sintió que la sonrisa se le iba cayendo de la cara. Le dirigió una mirada a Visión, que había parado de servir platos para observarlos con una mezcla de horror y sorpresa, y fingió tener tos para disimular y poder cambiar de tema. Visión se recompuso de inmediato y continuó con su cometido.

Celebrando el año nuevo - Reto scarletvisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora