☁️Capítulo 5.☁️

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Querido Hermano.

Hailey.


Apagué la pantalla de mi celular con una sonrisa en los labios. Aunque me parecía poco decente de mi parte haberlo besado justo minutos después de haberlo conocido, pero de eso se trata la vida, de dejar que el río fluya... Ya veremos qué sucede después, me preocuparé cuando tenga los problemas cómo una daga en el cuello.

Miré de reojo a Harold y sus nudillos estaban tan blancos que creí que iban a romperse en cualquier momento, era más que obvio que había sucedido algo muy malo en la fiesta.

—Harold —musité preocupada colocando una mano encima de la suya y observando la carretera de reojo—. ¿Qué te pasa?

—Creo que no debí llevarte allá —dijo para sí mismo pero alcancé a escucharlo.

—¿Qué dices? —Negué frunciendo el ceño—. Si es por lo del beso, yo...

—¡Hailey que no es por eso! —Tronó y enseguida quité mi mano de la suya.

—¡A mí no me gritas! ¡¿Te queda claro?! —Levanté la voz—. ¡No soy las zorras con las que te acuestas cómo para que me trates así!

—¡Entonces cierra la boca por una maldita vez en tu vida!

Retrocedí apretando los puños y a punto de perder la paciencia, intenté pensar en mi lugar feliz; un campo lleno de flores y pasto... Nubes, muchas nubes en el cielo y... Aplastarle la cabeza al idiota que tengo al lado.

—Chicos, basta —intervino Ed—. Parecen dos críos, y a mi parecer, sus ridículas peleas y niñerías quedaron en el pasado, ahora, compórtense como tal.

Apreté la mandíbula y Harold aún más el volante, desvié la mirada y al encontrarme con la carretera, un auto se nos atravesó en el camino, provocando que Harold perdiera el control del volante y nos desviamos de la carretera.

Mi corazón se disparó y mi mente aún no procesaba lo que estaba ocurriendo, me sentía bloqueada y no sabía qué demonios hacer. Lo último que vi fue a Harold mirarme con temor. Una punzada fuerte en la sien me hizo removerme incómoda y abrí los ojos, tenía una jaqueca que jamás había experimentado, era algo muy desagradable.

Era de noche, ya no había casi autos pasando por la carretera, pero no habíamos conducido tan lejos del lugar en dónde estaba la fiesta, así que podíamos devolvernos. Miré al chico que estaba al volante y lo vi tan vulnerable, tan lastimado, tan... Hacía mucho que no lo veía así, y enseguida tuve miedo. Su cabeza estaba golpeada, y había sangre tanto en su cabeza, cómo en su nariz y labio inferior.

—Harold —toqué su hombro.

Sin respuesta alguna.

Mis manos temblaban y se movían por sí solas, mi mente era un revoltijo de pensamientos, tenía jaqueca, y mi miedo más grande no era que yo tuviera una herida profunda, sino que Harold no despertara.

Por primera vez en años, experimenté de nuevo, la verdadera cara del miedo. Y vaya que se sintió horrible.

—Vamos, Harold —sollocé al borde del colapso.

—Dios... —murmuró Ed sosteniendo su pierna con una mueca de dolor. Levantó la mirada y enseguida sus ojos se abrieron con preocupación.

—No despierta —murmuré alejando mi mano de él y tomando mi celular para llamar por ayuda.

—Harold, hombre despierta —lo sacudió con fuerza y reaccionó pero no en sus cinco sentidos.

Busqué entre los contactos y el primero que encontré fue el que había grabado momentos atrás, no procesaba del todo mis acciones, pero Harold no estaba bien y no podía arriesgarme.

Clouds Of Love © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora