☁️Capítulo 10.☁️

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Alessia Cara— Seventeen.

¡Diecisiete! (Parte 2).

Hailey.

—¿Por qué diablos no me lo habías dicho? —Sentí un nudo en la garganta. ¿Quién más lo sabía y no habían hecho nada por él?

Miró hacia la entrada de la cocina y luego en voz baja, cuchicheó:

—Ed buscó mi ayuda, no quería preocupar a nuestros padres y no sé por qué no buscó a papá, pero tampoco quería preocuparte a ti —me tomó la mano.

Miré hacia otro lado con la decepción dentro de mi corazón.

—Hailey, uno sólo puede ayudar a las personas si ellos quieren dejarse ayudar —murmuró con tristeza—. Nuestro hermano no es uno de esos casos.

—¡Son drogas, Helena! —Exclamé en voz baja—. ¡No es una adicción por un videojuego, es adicción por algo que lo terminará matando, joder!

—¡Basta! —Cuchicheó perdiendo la paciencia—. No arruinaré tu fiesta por las decisiones de Harold.

—Tranquila —soné más serena—, ya la arruinaste.

La dejé sola en la cocina y di grandes zancadas hacia la sala en dónde la música estaba mucho más alta. Pasé por el vestíbulo, las escaleras que daban arriba, las cuales estaban prohibidas ya que era la casa de papá y salí a dónde se encontraba la piscina. Raramente, estaba vacía, no había nadie dentro de ella. Por un momento me pareció raro, pero luego caí en cuenta de que no entrarían al agua sino hasta la madrugada que estuvieran lo suficientemente ebrios.

—¿Todo bien? —Nathan se acercó con las manos metidas en los bolsillos de sus jeans negros.

Traía el cabello alborotado y una camisa de vestir celeste que hacía juego con sus ojos. Su aroma era fuerte, varonil.

—¿Por qué no habría de estarlo? —Murmuré dejándome caer en la silla.

Tomó asiento frente a mí.

—Porque tienes una cara de depresión extrema —sonrió un poco.

—¿Tanto se nota? —Me pasé las manos por el rostro sin importarme que seguía con maquillaje—. Realmente no es depresión, es... preocupación.

—Porque no sabes dónde está tu hermano —miró hacia la casa y luego a mí.

—¿Cómo sabes que no sé dónde está? —Pregunté con una sensación extraña.

—Mira, cielo —habló suavemente—; tu hermano es lo suficientemente consciente, inteligente y probablemente maduro cómo para comprender las consecuencias de sus actos, y de hacer lo que a él le apetezca hacer con su vida. No debes amargarte un día especial para ti, por alguien que ni siquiera se ha preocupado en llamarte.

—¿Cómo sabes qué...? —No terminé la pregunta. Realmente no sabía si considerarlo observador y atento o un metiche.

Miré hacia la casa, luego a él:

—Gracias, Nathan.

—Deja de preocuparte tanto —aconsejó con dulzura—. Diecisiete se cumplen sólo una vez.

Sonreí. Una sonrisa sincera, sus palabras eran reconfortantes y animaban. Centré mi atención en él.

—¿Qué edad tienes? —Me miró divertido.

—¿Cuántos crees que tengo? —Abrí la boca pero levantó la palma y luego dijo:— Por favor, no te excedas.

Me carcajeé sin poder controlar mi risa. Analicé su aspecto... Tenía que tener más de dieciocho, no tenía cara de adolescente, pero no debía tener más de veinticinco.

Clouds Of Love © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora