Capitulo: 1

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||Park Jimin

Se supone que al finalizar un largo curso de estudios, todos los alumnos se preparan para una fiesta que termina en locura, desengaños amorosos, despedidas, sexo y mucho alcohol. Bueno, eso se supone. Mi día comenzó de manera distinta, con mi mala suerte habitual persiguiéndome desde que era un niño.

Nunca tuve muchos amigos y, aunque no sé la razón exacta, quizás me veían como un chico con alguna enfermedad contagiosa. La mayor parte del tiempo me limitaba a observar, sabía a qué hora pasaban los grupos, cuándo se retrasaría el profesor, quién estaba en una nueva relación, y me enteré de varios secretos por estar en silencio en el baño de la escuela o caminando por un sendero oscuro.

En resumen, podría decirse que era el Gossip Boy de Roma. Mi vida era tranquila; no salía de casa para nada que no fuera esencial, exceptuando las reuniones familiares que celebrábamos cuando los abuelos estaban vivos. Tras su muerte, mi padre comenzó a cambiar de humor y me introdujo al mundo de la defensa personal, preparándome para enfrentar cualquier peligro en una ciudad con mucho turismo. Mi madre, aunque no carecía de voz, dejaba que mi padre manejara la familia. Así aprendí defensa personal, el uso de dagas y catanas desde los siete años.

Después de once años de esfuerzo físico y sin haber tenido una pelea, deseaba algo de caos. Algo que encendiera el fuego en mi interior.

Entonces, el día de la fiesta, mientras todos se dirigían al evento, yo no pude asistir. Motivo número uno: no estaba invitado. Motivo número dos: mi madre me pidió que hiciera las compras de la semana. Aunque la nevera estaba llena, la expresión de mi padre me hizo entender que debía ir si no quería un regaño.

Regresaba a casa con dos enormes bolsas llenas de cereales, leche, pan, carne y jugos cuando comencé a sentir una extraña sensación, como si alguien me estuviera observando. Miré a mi alrededor, pero solo vi el sendero oscuro y algunas luces lejanas. Pensé que eran paranoias mías, pero mi mente estaba en la fiesta mientras caminaba de regreso a casa.

De repente, un silbido cortó el silencio y una ventisca fría congeló mis mejillas. Mi pulso se aceleró, y las bolsas rasgaron mi piel mientras intentaba mantenerme firme. Mi mente gritaba que debía moverme, alejarme del peligro, pero mi cuerpo permaneció inmóvil, como si estuviera bajo una orden.

Mis labios se movieron sin que yo lo quisiera y pronuncié palabras que nunca creí que diría.

-¿Me estás siguiendo? -pregunté, sin moverme.

El silbido se intensificó, y una sombra se detuvo a escasos centímetros de mí. Me giré para ver a quien me seguía. Era un chico con un torso robusto, pero su rostro estaba cubierto por una capucha negra, mostrando solo unos ojos café y una sonrisa macabra. Llevaba dos armas, una en el pantalón y otra escondida en el zapato.

-Mira quién tenemos aquí -dijo el chico con una voz grave y burlona-. Parece que el pequeño Gossip Boy se ha metido en problemas.

Intentó golpearme con la culata de una pistola, pero esquivé el golpe, lo tomé del brazo y lo empujé contra la pared.

-¿Quién eres? -grité, mientras mi respiración se aceleraba.

Antes de que pudiera recibir una respuesta, su cuerpo se movió ágilmente, me agarró del cabello y me lanzó al suelo. Mis rodillas impactaron duramente, y un grito de dolor escapó de mis labios. Recibí patadas en el abdomen y una en el pecho que me dejó sin aliento.

Algunas personas se acercaron rápidamente y formaron un círculo a mi alrededor. Mi visión se nubló y solo podía escuchar a una persona hablando con el enmascarado.

-Estoy ansioso de que La Serpiente vea lo que le has hecho a su presa -dijo alguien, mientras otro secuaz cubría mi nariz y boca con un trapo empapado en algún líquido. -Descansa un poco, señor Park. La Serpiente está deseando conocerte.

Desperté lentamente, hipnotizado por millones de puntos blancos. El olor fuerte del alcohol que me habían puesto en la nariz me hizo recobrar la conciencia. Escuchaba a la gente hablar detrás de mí, algunos reían, otros discutían sobre La Serpiente.

Quise moverme, pero la cuerda en mis muñecas estaba demasiado apretada y mi boca estaba sellada con una bola de papel y un trozo de tela ajustado. Estaba en un lugar rodeado de metal, frente a una gota que caía incesantemente sobre un zinc oxidado. El sonido era agonizante y, mezclado con las voces, sentía que iba a morir en cualquier momento.

De repente, todo se quedó en silencio absoluto. La sensación de que el codiciado jefe había llegado se hizo palpable. Vi a un joven con ojos aceituna, pelo marrón desordenado y un elegante traje azul que combinaba con los gemelos en sus muñecas. Se acercó, se inclinó y con la mano secó las lágrimas de mi rostro. Sorprendentemente, las llevó a su boca y las saboreó.

Intenté apartar mi rostro, pero me sujetó de la barbilla, obligándome a mirarlo. Sonrió cuando nuestros ojos se encontraron.

-Veo que has despertado -dijo con determinación, mientras sus manos rozaban mis heridas-. Una piel tan preciosa no debería ser golpeada -se dirigió a sus secuaces-. Quiero el nombre de quien hizo esto.

Uno de ellos susurró el nombre del encapuchado. Sin previo aviso, el hombre disparó, matándolo instantáneamente.

-La desobediencia se paga con la muerte. Es mejor que lo sepas, víbora.

-¿Me estás diciendo que soy venenoso? -pregunté, atónito.

-Estuve días mentalizándome, tenía curiosidad por saber cómo serías -dijo, retirando la tela y la bola de papel de mi boca con delicadeza. Escupí en su traje. Él sonrió cínicamente y me dio una bofetada que hizo que mi labio empezara a sangrar. -Eres mucho mejor en persona, pero tendré que educarte.

-¿Qué quieres de mí? ¿Por qué estoy aquí? -pregunté desesperado, mirando a los hombres a mi alrededor.

-No estás en condiciones de preguntar. Quité la bola de tu boca porque no quiero que te maltraten más. Si te portas mal, podrías recibir azotes. Así que, ¿puedes mantener silencio hasta que te pida que hables?

Uno de los secuaces se acercó y susurró algo inaudible. Cuando me desató, le pregunté:

-¿Qué vas a hacer conmigo?

-Te mataré. Si te niegas a unirte a nosotros, no nos servirás para nada -dijo Andrea, sacando una pistola de su zapato y apuntándome en la sien mientras me obligaba a levantarme.

-Hazlo -ordenó Jungkook con frialdad.

-No, no, no, espera -dije, mirando a Jungkook-. Trabajaré con ustedes. -Apreté los puños, clavando mis uñas en la palma.

-Sabía que cambiarías de opinión -se rió Jungkook-. Ahora, víbora, déjame explicarte las reglas de estar con nosotros.

-¿Reglas?

-Las reglas de La Serpiente -susurró alguien cerca de mi oído.

(+18) Stripper  [Kookmin] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora