Capitulo: 15

4.4K 543 54
                                    

||Park Jimin

Luego de semejante locura por parte de Jeon, estaba seguro de que todas las cartas estaban a mi favor. El haberme besado me llevaba automáticamente a la fase tres: hacerle creer que sentía algo por él. Pero entonces… si él me había besado, ¿era porque ya sentía algo por mí? ¿Estaría enamorado? Lo dudaba. Un beso no podía significar tanto.

Aquella noche no terminó como esperaba. Después de que su boca estuviera junto a la mía, de que su saliva se mezclara con la mía; incluso de mis inexpertos movimientos con la lengua, él permaneció en mi mente. Me había ido sin darle explicaciones, huyendo como una cobarde del karaoke. Me sentía desconcertado, sin saber cómo reaccionar. Todas las emociones que se arremolinaban en mi interior eran nuevas y que justamente fuera con él con quien las estaba sintiendo me enojaba.

El ruido del bolígrafo al tocar una y otra vez la hoja me sacó de mis cavilaciones. ¿Cómo le hacía creer que me gustaba? Me decía a mí mismo que no me caía bien, que lo detestaba, pero siempre estaba pensando en Jeon, aunque solo fuera para odiarlo. Incluso ese mismo día, mientras estaba boca arriba en mi cama, estuve imaginando lo que debería sentirse estar con un hombre como él. Bufé por lo bajo y volví a repasar los pros y los contras: «te vengarás», era suficiente para seguir adelante con todo esto.

La puerta de mi habitación fue tocada varias veces. Me levanté de la cama para abrirla despacio. Jeon estaba allí, con una expresión seria, su cabeza en alto, sin inspirar mucha confianza. Entró a mi habitación sin pedir permiso. Llevaba un esmoquin elegante, con un pantalón negro y sus típicos zapatos de cuero perfectamente brillantes. En su mano traía una maleta verde que chocaba con mis pies mientras inspeccionaba los alrededores con seriedad.

—¿Tienes algún plan para el resto de la semana? —preguntó, y bufé. No era como si pudiera hacer muchas cosas sin su permiso.

—Quizás sí, quizás no. Tampoco es que pueda hacer mucho —detuve mis palabras mientras mis pies envueltos en medias caminaban hacia la cama. Me dejé caer en ella, pensando seriamente qué responder—. Mientras estoy aquí —respondí—. No sabía que podía salir cuando quisiera o hacer lo que me plazca.

—¡Perfecto! —dijo antes de marcharse, no sin antes decirme—. En cinco minutos nos vemos en la sala de estar.

Con una de sus manos arrastró la maleta consigo. Corrí hacia la puerta y le observé mientras se alejaba sin dar explicaciones. Moví mi cuerpo hasta el escaparate, había muchas opciones para escoger. Tomé lo primero que vi, y una vez cambiado, bajé hacia la sala de estar. Las chancletas hacían un ruido extraño mientras pisaban los tablones de madera. Jeon estaba sentado en un sofá al lado de varias maletas. Los chicos estaban a su alrededor y, al sentir mi presencia, comenzaron a mirarme con las manos detrás de su espalda.

—¿Ya estás listo? —preguntó Jeon mientras se ponía de pie.

—¿Para qué? —pregunté mientras acomodaba su ropa. Su semblante seguía serio y no daba pistas de lo que pasaba.

—Jimin —habló Andrea, acercándose mientras los otros chicos bajaban la cabeza avergonzados—. Siento mucho todo lo que te hemos hecho pasar desde que llegaste a la casa. No era nuestra intención, ni la de los chicos.

Arqueé las cejas y hice una mueca con los labios. ¿Qué les pasaba ahora? ¿Los había picado una araña radiactiva o qué?

—¿Se puede saber qué está pasando? ¿Para qué son esas maletas? ¿Por qué me piden disculpas?

Negaba con la cabeza mientras gesticulaba con las manos al compás de mis palabras. Jeon asintió con la cabeza y algunos chicos comenzaron a cargar las maletas hacia las afueras de la casa.

—Nos vamos de viaje —dijo mientras salía por el portón detrás de los chicos.

Caminé en su dirección hasta ver el auto. Las maletas ya estaban en el maletero y Jeon abrió la puerta del copiloto, preparándose para montar. Una vez todo estuvo listo, Alessandro y los otros caminaron hacia mí sin siquiera mirarme a la cara, y Jeon, testarudo, comenzó a sonar la bocina del auto, haciéndome una seña con la mano.

—¿Te montas o no? —gritó mientras su cuerpo sobresalía de la ventanilla, con el codo sobre el capó del carro.

Corrí hacia él y abrí la puerta contraria a la suya, pero no me monté.

—¿Qué esperas para subir? —demandó. Ambas manos estaban en el volante y estaba listo para arrancar en cualquier momento.

—¡Explicaciones!

—Si vienes, te las daré.

—Si no me las das ahora mismo, no iré a ningún sitio.

—No quiero pelear en este momento, así que lo mejor será que subas —ordenó.

—No lo haré. No eres mi jefe. No eres nada. No me mandas, no tienes poder sobre mí. Que viva en esta casa no significa absolutamente nada.

—¿Te recuerdo quién te trajo a esta casa?

—¿Te recuerdo la manera en que lo hiciste?

—¡Ni siquiera sabes por qué lo hice! —espetó enfadado, dando un golpe sobre el timón.

—Pues creo que este es un buen momento para decírmelo.

—No te repetiré más que te montes. ¡JODER! —gritó.

—¡NO, JEON JUNGKOOK! ¡NO LO HARÉ! —grité, cerrando la puerta con un portazo y caminando de vuelta a la casa.

A la mierda el plan B.

A la mierda tener que enamorarlo.

A la mierda la serpiente.

—Park —gritó—. Detente.

Hice caso omiso mientras levantaba el dedo del medio en su dirección.

—¡Vete a la mierda, Jeon!

Mis pasos eran firmes, ya estaba listo para poner un pie sobre la escalera que me llevaría a la entrada de la casa, pero una mano me lo impidió.

—Víbora, no debes quedarte aquí. No es seguro —dijo con respiración entrecortada.

—¿De qué coño hablas?

—Ellos han vuelto, vienen por ti. Intentarán todo para hacerme caer —dijo, con algo de preocupación en el rostro, pero no le creí en absoluto.

¿Por qué debería hacerlo?

—¿Quiénes han vuelto y a dónde se supone que iremos?

—Iremos a un lugar seguro por un tiempo. Hasta que no se les vea más por la zona. Los chicos cuidarán la casa mientras yo cuido de los dos.

—No necesito que cuides de mí —le dije, quitando su mano que apretaba mi hombro.

—No tienes idea de cuántas veces te he salvado el culo.

—Y no la tendré tampoco mientras no me lo digas.

—Ahora mismo estoy intentando hacerlo, pero no me dejas protegerte.

—¿Protegerme de quién? Si con la persona con la que menos quiero estar es contigo. Eres peligroso, tú me secuestraste. Toda mi vida es una mierda desde que llegaste. Si en verdad querías protegerme, nunca hubieras hecho lo que hiciste conmigo.

—Te equivocas —Jeon caminó hacia la escalera y se apoyó en uno de los escalones. Pasó una mano por su cabello hacia atrás y respiró hondo para recuperar la calma—. Hay muchas cosas que no sabes, Park. Cosas que si te las digo, no me creerás. Secretos que nunca te hubieras imaginado.

—Si me involucran, creo que debo saberlos —dije, volviéndome más sensato.

—Te diré todo lo que quieras saber si te montas en el auto y nos vamos de este lugar.

—Está bien —acepté.

Debía saber cuáles eran esas verdades y secretos que tenía que contarme. ¿Y de quién me estaba protegiendo realmente? Mi cabeza estaba confusa en ese momento, pero no me quedó otra opción que seguirle hasta el auto. Nada más que nuestros traseros se pegaron al asiento, él arrancó sin mirar atrás.

(+18) Stripper  [Kookmin] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora