Capitulo: 29

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||3 años y medio después

Mamá se encontraba a mi lado, preparando el almuerzo mientras en la radio sonaba aquella canción que tanto le gustaba.

—¿Comida china? —pregunté, y ella asintió mientras daba unos pasos de baile.

—Espero que te guste.

—Sabes que es mi favorita, mamá.

—Lo sé.

Ambos reímos. Me alegraba que mamá hubiera aceptado venir a vivir conmigo después de que la contacté. Al principio no entendió mucho de lo que había pasado, pero para no preocuparla, omití muchas partes de aquella verdad que odiaba recordar.

—Tu papá estaría orgulloso de ti, Jimin.

—Lo sé, mamá. Pero no pienses en eso ahora.

Ella me entregó mi plato de comida, y lo sostuve entre mis manos mientras caminaba hacia el sofá. Prendí el televisor y, mientras daba pequeños bocados a la comida, prestaba total atención a lo que retransmitían en la pantalla.

—Jimin —gritó mi mamá desde la puerta principal, pero aunque le contesté, no pudo escucharme—. ¡Park Jimin, ven acá! —volvió a gritar eufórica. Dejé mi plato a un lado y me levanté del sofá para caminar hacia ella.

—¿Qué pasó? —dije, sin entender del todo.

Crucé la puerta y la vi de pie, ensimismada.

—Dejaron este paquete aquí —dijo, señalando una caja de cartón un tanto pequeña con su pie. Me agaché y la tomé entre mis manos. Cabía perfectamente en la palma de mi mano.

—¿Qué es?

—¡Ábrelo!

Seguí su indicación y abrí la caja sin dificultad. Dentro encontré otra caja más pequeña y un pedazo de papel. Miré a mi madre confundido y tomé el papel para leerlo.

<<Ha llegado el día en que te volveré a abrazar, te volveré a besar y nos casaremos. ¿Quieres casarte conmigo?>>

Miré a mi madre con los ojos aguados. ¡Esto no podía ser una broma de su parte!

—¿Qué significa esto, mamá? —dije, mi voz sonaba carrasposa mientras intentaba contener las lágrimas.

Ya había superado aquel hecho.

—Jimin, no sé de qué me hablas —dijo ella, pasando su mano por mi espalda al ver mi estado.

—¿Qué significa esto? —tomé nuevamente el papel y leí en voz alta—. Ha llegado el día en que te volveré a abrazar, te volveré a besar y nos casaremos. ¿Quieres casarte conmigo? —una lágrima cayó por mis mejillas mientras recordaba aquella carta que leía cada noche—. ¡Es una broma de muy mal gusto, mamá!

—¿Quién ha dicho que sea una broma, víbora? —se escuchó detrás de mí. Esa voz, que no había escuchado en años, resonó en mis oídos como la primera vez que me habló.

Se acercó a mí caminando lentamente, y mi cuerpo estaba en shock mientras mi mamá lloraba de felicidad al ver la escena. Arrebató de mis manos la pequeña caja que estaba dentro del paquete, y como en un déjà vu, uno de sus pies estaba en un ángulo de noventa grados mientras la rodilla del otro rozaba el suelo.

—Park Jimin, ¿quieres casarte conmigo?

•••

Nunca imaginé tener la oportunidad de vivir este momento. Toda mi vida había visualizado este día de una manera tan lejana a la realidad actual. Desde el instante en que me separaron de mi familia sin muchas explicaciones, haciéndome sufrir y enfrentando los peores escenarios, me di cuenta de que la llegada de Jeon Jungkook a mi vida marcó un antes y un después en todo el sufrimiento que había soportado.

Mi madre observaba mi rostro mientras nos preparábamos. Hoy era el gran día que había esperado tanto tiempo después de la cruda despedida en el hospital, sin corazón alguno.

—No estés nervioso, mi pollito —ella pasaba su mano por mi rostro, haciéndome sentir más tranquilo—. Verás que todo saldrá muy bien. Han esperado este día durante varios años.

—Eso es lo que me preocupa. ¿Crees realmente que él ha esperado este día tanto como yo? ¿Puedo creer en sus palabras en estos momentos?

—No entiendo por qué te haces estas preguntas ahora. Solo te daré mi consejo como madre. No prestes atención a esos pensamientos dudosos; no resolverán tus inquietudes. Escucha a tu corazón, a lo que sientes y a lo que has vivido a su lado. Aférrate a esos recuerdos que te impulsaron a esperarlo tanto tiempo, y que te han impedido olvidarlo. Aférrate a esos pensamientos que compartiste conmigo y que te hicieron llorar en tu habitación cada noche. Esos son los pensamientos a los que debes aferrarte ahora, no al miedo del matrimonio.

—¿Crees realmente que lo que siento es un miedo apestoso al matrimonio?

—Sí, realmente creo que todos hemos pasado por eso alguna vez en nuestras vidas cuando pensamos en casarnos y compartir toda una vida con alguien.

Me miré en el espejo, reflexionando sobre las palabras sabias de mi madre. En pocos minutos, tendría que enfrentar esos pensamientos que no me habían dejado dormir en toda la noche.

(+18) Stripper  [Kookmin] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora