Capitulo: 30

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Mi madre me tomó del codo y, mientras le asentía, salimos de la habitación, cargando un mar de inseguridades. Nuestro caminar era lento pero firme; era una ceremonia algo privada, por lo que los invitados eran reducidos en número. A lo lejos, vi a Jungkook de espaldas, vestido con un elegante traje negro. Sus manos impacientes se movían sin cesar.

La música comenzó a sonar cuando mis pies pisaron el sendero que me llevaría directamente hacia él. Lentamente, se volteó para mirarme. Sus ojos se iluminaron al encontrar los míos; el sol caía intensamente en su dirección, permitiéndome ver con claridad cada expresión que hizo al verme.

Su sonrisa destacaba entre todas las presentes, y sus dientes blanquecinos eran realmente hermosos. A medida que me acercaba, las inseguridades que me consumían se desvanecían poco a poco. Su mano tocó la mía, y su corbata se veía realmente hermosa. La mano de mi madre se desvaneció mientras Jungkook y yo nos encontrábamos frente a frente.

—Estoy realmente feliz —confesó entre dientes, dedicándome la sonrisa más hermosa.

Acarició mi mano, y ambos miramos hacia el padre que estaba frente a nosotros. El silencio reinaba en la playa, y el único sonido era el de las olas chocando contra nuestros pies descalzos en la orilla.

—Queridos amigos aquí presentes, nos hemos reunido hoy para unir a estos jóvenes en sagrado matrimonio.

Silencio.

—¿Jungkook, recibes a este hombre para ser tu esposo, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarlo, honrarlo, consolarlo y respetarlo, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, durante el tiempo que dure su vida?

El señor posó su mirada en Jungkook, quien, sonriente, me miró y respondió con tranquilidad:

—Sí, quiero.

—¿Jimin, recibes a este hombre para ser tu esposo, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarlo, honrarlo, consolarlo y respetarlo, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, durante el tiempo que dure su vida?

Silencio.

Esta vez, Jungkook me miró con ternura, esperando una respuesta positiva.

—Sí, quiero.

El señor de blanco se dirigió nuevamente a Jeon.

—Repita después de mí: "Yo, Jeon Jungkook, te recibo a ti, Park Jimin, para ser mi esposo, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe."

Jeon se volvió hacia mí, bajó la mirada hacia la arena, apenado, y unió sus manos a las mías. Miró profundamente a mis ojos y recitó:

—Yo, Jeon Jungkook, te recibo a ti, Park Jimin, para ser mi esposo, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe.

—Repita después de mí —dijo el oficiante, dirigiéndose esta vez a mí—. Yo, Park Jimin, te recibo a ti, Jeon Jungkook, para ser mi esposo, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.

Tomé las manos de Jungkook para recitar mis votos.

—Yo, Park Jimin, te recibo a ti, Jeon Jungkook, para ser mi esposo, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.

El señor nos miró con una sonrisa y pidió a la chica que sostenía las alianzas que las acercara. Jungkook sostuvo la que me correspondía y, tomando mi mano, la colocó en mi dedo anular.

—Yo te coloco esta alianza como señal y promesa de nuestro amor constante y fidelidad duradera —dijo Jungkook, mirándome con una felicidad palpable.

Coloqué su alianza en su dedo.

—Yo te coloco esta alianza como señal y promesa de nuestro amor constante y fidelidad duradera.

El padre nos miró y, mientras asentía, concluyó:

—En virtud de la autoridad que me concede el Estado, los declaro casados. Pueden besarse.

Miré al público y vi los ojos de mi madre, quien asintió con la cabeza mientras una lágrima corría por su rostro. Jungkook giró ligeramente sus piernas, quedando su cuerpo frente al mío en un ángulo perfecto.

—Aún estás a tiempo de arrepentirte de lo que estamos haciendo —bromeó con una sonrisa nerviosa, mientras colocaba su mano en mi cadera y se acercaba tímidamente.

—Esa es la peor broma que he escuchado en mi vida —me acerqué a él y dejé caer mis labios sobre los suyos, comenzando el beso que había esperado con ansias—. Jamás me arrepentiría de lo que acabo de hacer, al igual que tampoco me arrepiento de haberte esperado todo este tiempo.

Nuestras manos se entrelazaron, y caminamos hacia la pequeña masa de gente cercana a nosotros, que estaba entre lágrimas de felicidad. Mi madre se acercó, me abrazó y, dándome la enhorabuena, besó mis mejillas una y otra vez.

—¿Estás listo? —Jungkook tomó mi mano de la mano de mi madre, mirándome de una manera especial.

—¿Listo para qué? —mi rostro reflejaba incredulidad y vergüenza ante la pregunta, frente a todos los presentes.

—¿Estás listo para cumplir toda esa lista de deseos junto a mí? —los hoyuelos en sus mejillas se hicieron visibles, y sonreí por lo bajo.

—¿Aún recuerdas esa lista?

—¿Por qué no lo haría? La hiciste tú, por lo que es importante para mí. Quiero cumplir cada uno de tus deseos, que seas feliz y que todo eso sea a mi lado. Porque te amo, y siempre lo haré, aunque seamos viejitos y no recordemos nuestros nombres.

—¿Listo para una vida a mi lado? —dije, dándole la espalda a todos, no sin antes mirar a los chicos que tenían preparado un lujoso caballo blanco para ambos.

—Nací listo para ti, víbora.

(+18) Stripper  [Kookmin] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora