Capitulo: 14

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||Park Jimin

Algunas horas antes…

La soledad de mi habitación era mi mejor aliada en aquel momento. No se escuchaba ningún ruido desde la habitación de al lado y los chicos, a excepción de Jeon, estaban en algún lugar de la casa trabajando. Mordía el casquillo del lápiz, sintiendo mis dientes rechinar; el sonido era tan incómodo que me detuve unos minutos para hacer algunas muecas. Mientras tanto, seguía dándole vueltas a todo lo que estaba ocurriendo: mi alianza con esos hombres, el plan para enamorar a Jeon. Para ser sincero, no tenía idea de cómo hacer para gustarle. Nunca había gustado a nadie, ni siquiera había tenido mi primera pareja. El beso que nos dimos mientras bailábamos había sido el primero en toda mi vida.

Solo que estaba demasiado drogado en ese momento como para mencionarlo y, además, no había sido algo que valiera la pena recordar.

Volví a concentrarme en mi libreta y comencé a apuntar, enumerando cada paso que me llevaría a enamorar a Jeon. No era muy ingenioso para coquetear con los hombres, así que me apoyé en algunas novelas y series que busqué por internet, donde las chicas eran más atrevidas y sabían provocar con la mirada. El primer paso sería atraer su atención. Supuse que esta parte la tenía superada, aunque no sabía si de una forma romántica, ya que hasta el momento solo habíamos peleado. Allí es donde entra el segundo paso: interesarle de una forma romántica. Noté que algunos chicos prefieren comenzar con una guerra antes de caer en el amor, algo así como un “enemies to lovers”; por lo tanto, yo haría lo mismo, dada la forma de actuar de la serpiente.

Una vez que notara que tiene sentimientos hacia mí, le haré creer que siento exactamente lo mismo, con algunas indirectas y, por supuesto, deberé pasar la mayor parte del tiempo a su lado para crear vínculos románticos. Al mismo tiempo, haré hasta lo imposible por volverlo loco con algunos cambios contradictorios en los que no sabrá si realmente siento algo más que odio hacia él. Cuando lleguemos a este punto, Jeon deberá tener la cabeza hecha un lío sin saber qué hacer o cómo actuar. Entonces sería el momento idóneo para enamorarlo y hacer que nunca pueda olvidarme. Así, tendría control sobre sus emociones, sus lugares frecuentes y podría descubrir sus mayores secretos.

Y, por último, cuando consiga toda la información, lo dejaré en un mar de lágrimas y desesperación mientras sus enemigos obtienen la información necesaria para derrocarlo.

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||Jeon Jungkook

Mis pies dolían. Había pasado el día subiendo y bajando escaleras buscando una forma de liberar todo mi estrés. Estiré los hombros hacia atrás y me acomodé el chaleco. Hoy era una de esas noches en las que necesitaba mi espacio; quería pensar en todo lo que había estado sucediendo, en por qué me daba tanto miedo lo que pudiera sucederle a Park, en por qué me recordaba a aquella vez con él. No se parecían en nada: Park es pequeño, con un cabello castaño precioso, mientras que yo era alto, con unas ondulaciones rojas que resaltaban las pecas de mis mejillas.

Nuestras personalidades eran tan diferentes pero, a la vez, parecidas. Ambos obstinados, gruñones, inteligentes, pero también teníamos esa sencillez en la mirada, una sonrisa cautivadora, una voz de ensueño.

Mierda.

Esto no podía estar pasándome a mí.

Dejé caer la cabeza en el volante, sintiendo cómo mi pecho se agitaba con frenesí y unas lágrimas comenzaban a salir desesperadamente. ¿Por qué rayos estaba llorando? Quizás era la necesidad de volver a verlo, la curiosidad de nunca haberle dicho un “te amo” mientras él siempre me regalaba sus atenciones. En realidad, no lo sabía, pero tampoco podía dejar de llorar. Conduje a casa, el cielo comenzó a tornarse gris y, poco después, unas gotas comenzaron a caer sobre el parabrisas del auto. Saqué una mano por la ventanilla y dejé que mi piel se impregnara de aquella lluvia que reflejaba la tristeza de la noche. Una vez llegué a casa, dejé el carro en el garaje y pensé en esa víbora; quería verlo, o al menos deseaba saber qué había hecho durante todo el día.

Lo necesitaba.

Caminé decidido, mientras las gotas provenientes del cielo tocaban mi piel una y otra vez. Quité el chaleco y lo dejé caer en el suelo, al igual que mi cuerpo. Tapé mi rostro con ambas manos y dejé escapar una enorme bocanada de aire. Me levanté y me dirigí a la habitación de Park. Me sorprendió no encontrar a los chicos por los alrededores, aunque luego recordé que esa noche nos reuníamos en el karaoke para relajarnos del trabajo. Varias ondas sonoras comenzaron a escucharse mientras la lluvia no tenía intenciones de cesar. Arqueé una ceja cuando toqué la puerta y él no abrió. Volví a insistir unas cuatro veces más y, al no tener respuesta, decidí entrar desde mi habitación.

Bufé al no encontrarle allí, pero sí vi un enorme reguero de ropa por toda la cama. Había desde lencería que había comprado hasta pulóveres y toda clase de ropa. ¿Había escapado? O… No, no podía creerlo. ¿Ellos le habían invitado a nuestra noche? Di varias zancadas hasta llegar nuevamente a la puerta. La lluvia había empeorado, pero no tenía ánimos de tomar nuevamente mi auto; prefería mojarme para así, de alguna forma, dejar que mi cólera se extinguiera.

Entré por la puerta del local enfadado una hora después. Mis ropas estaban chorreando agua, al igual que mi cabello. La música bajó al mínimo y miré de reojo a los chicos. Ellos reían mientras bebían y miraban a alguien más. Mi semblante cambió por completo, al igual que el de ellos, cuando se dieron cuenta de que realmente estaba allí y que estaban divirtiéndose con lo que les había prohibido.

—¿Te agarró la tormenta? —bromeó Andrea mientras todos reían. Pero, al contrario, a mí no me hizo ni puta gracia.

—¿Víbora? —Mis labios temblaron al pronunciar esa palabra y él solo se rió por lo bajo. El muy cabrón se estaba burlando de mí.

—¿Ahora soy suficiente o sigo sin llegar a tus estándares? —habló con un tono burlón mientras quitaba el pañuelo de su rostro y podía ver claramente su sonrisa cínica.

¿Qué demonios había dicho?

Respiré hondo y de mis labios salió una fuerte carcajada. Miré a todos, que me veían anonadados, y me acerqué firmemente a la tarima.

—¿Estuvo bueno el show, verdad? —pregunté mientras aplaudía, y el silencio reinaba—. ¿Alessandro, Andrea, Francesco? —gruñí—. ¿ESTUVO BUENO EL SHOW SÍ O NO? —grité desesperado, sin necesidad de mostrarlo.

Ellos no respondían, y sus cabezas miraban al suelo.

—Si mal no recuerdo, esta noche es para nosotros. ¿Por qué él está aquí?

—No estamos haciendo nada malo —Park se acercó a mí, empujando mi hombro. Pero justo él era el que me tenía en este estado demoniaco—. No seas tan idiota. No es nuestra culpa que te haya cogido una tormenta. No deberías tomarla con nosotros por tus problemas de mierda.

—Déjenme solo —ordené. Los chicos poco a poco fueron saliendo de la sala en la que estábamos y Park empezó a caminar, pero le detuve sosteniendo su muñeca.

—El mayor de mis problemas eres tú ahora mismo.

Mi mano temblaba mientras sostenía la suya. Mi semblante no se mantenía serio y unas ganas inmensas de besarle me inundaron el alma. Sentí una especie de corriente eléctrica cuando nuestras pieles rozaron y de inmediato le solté. Él me miraba sin entender nada, y mi voz interior me suplicaba que tomara el control de la situación. Sus ojos esperaban un regaño, un grito, una advertencia, algo. Pero no, no hice nada. Puse mis zapatos delante de los suyos, las puntas chocaban entre sí, y cerré los ojos mientras le tomaba del mentón, expulsando una larga respiración.

—No sé qué estoy a punto de hacer, pero esto es tu culpa, víbora —dije, y me acerqué a él devorando con hambre sus jugosos labios.

¡Al carajo las reglas!

(+18) Stripper  [Kookmin] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora