Capitulo: 25

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||Park Jimin.

Caminé hacia la persiana y observé que varios autos ya estaban estacionados. La noche prometía ser agitada; parecía que hoy sería el día con más visitantes en ese lugar. La puerta de madera crujió al abrirse, y Jeon se recostó contra ella, mirando mi atuendo. Llevaba una ropa interior brillante con perlas, encima una malla transparente con pequeños destellos, y mi pecho estaba cubierto de brillantina. Mis ojos resplandecían con colores neón y mis labios estaban apenas cubiertos con un brillo sutil.

-Ellos dijeron que este atuendo era necesario -dije, notando la mirada cuestionadora de Jeon.

-Yo mismo elegí todo lo que llevas puesto, y nunca imaginé que te quedaría mejor de lo que había pensado.

-No sé qué decir respecto a eso.

-Solo di que me quieres. Necesito escucharlo varias veces esta noche para ser feliz.

-Te quiero, te quiero, te quiero -repetí varias veces mientras me acercaba a sus mejillas para darle besos intermedios.

Jeon me tomó de la cintura y me abrazó con fuerza, como si estuviera despidiéndose. Luego me alejó suavemente de él.

-Es hora de irnos.

Salimos del lugar. Jungkook se desvió de mi lado cuando me acerqué a la puerta que llevaba a la parte trasera del escenario. Caminé decidido y empecé a mover mi cuerpo tras las inmensas cortinas.

Bailar, encontrarlos y llevarlos detrás del escenario.

Me repetía esto mientras movía mi cuello de un lado a otro, nervioso, mucho más de lo que mi cuerpo podía demostrar. Las luces empezaron a moverse y los bailarines suplentes comenzaron a salir del escenario, señalándome que era mi momento de brillar.

Salí de las telas y, mientras hacía varios saltos en el aire, me acerqué a un tubo para tomarlo. Los demás bailarines seguían mis pasos hasta que fue momento de descender al área del público. Mi mirada se mantenía alerta, tratando de localizar a las personas que debía encontrar, pero no lograba verlas en ninguna parte.

¿Y si no se presentaban?

La música empezó a desvanecerse, las luces indicaban que debíamos regresar al escenario y así lo hice. Regresé al escenario y me adueñé de otro de los tubos metálicos que sobresalían del suelo, dándome un poco más de tiempo para encontrarlos, pero todo fue en vano.

Los bailarines se dirigieron a sus camerinos, la música se encendió nuevamente y los clientes disfrutaban de la noche. Sin embargo, yo quedé atrás, sin saber qué hacer.

-¿Qué haré ahora? -dije para mí mismo, cubriendo mi rostro con las manos. Estaba perdido; el plan había fracasado hasta que...

-¿Qué harás con respecto a qué? -se escuchó una voz. Un hombre, acompañado por dos chicos, estaba de pie frente a mí-. Vamos, párate de ahí. Me deprimes.

-Sí, vinieron.

-¿Acaso nos buscabas?

-En realidad, sí. Los buscaba. Tengo la información que querían. Ya cumplí con mi parte del trato.

-Eres muy rápido, niño. Sabíamos que podíamos contar contigo -dijo Valentino, y el sudor empezó a asomar en mi frente.

¿Qué pasaba que los chicos no llegaban?

-¿Y dime, dónde lo tiene? ¿Dónde esconde Jeon el dinero y el rubí?

-En su habitación -dije, tragando en seco, y fue entonces cuando sentí sus manos en mis hombros. Una sonrisa se dibujó en su rostro.

-Entonces es hora de que nos lleves a ese lugar -dijo, sacando un arma de su pantalón y apuntándome directamente a la cabeza-. A menos que quieras morir ahora mismo, llévanos a esa maldita habitación en este instante.

Bailar, encontrarlos y llevarlos detrás del escenario.

Este plan nunca mencionó lo que estaba ocurriendo y moría de miedo en ese momento.

¿Dónde estaban ellos?

¿Qué pasaría si llegábamos a la habitación y no había nada allí?

Valentino me apuntaba sin remordimiento; estaba decidido a presionar el gatillo si cometía un error. Manteniendo la calma, recordé las palabras de Jeon y me dirigí hacia la puerta por la que había entrado anteriormente. Ellos seguían cada uno de mis pasos hasta que llegamos al pasillo donde se encontraban las habitaciones.

A lo lejos vi la mía, todas estaban cerradas, excepto la de Jungkook, que estaba entreabierta. No había más personas en el lugar, salvo Valentino, sus dos acompañantes y yo. Entré al cuarto con cautela, inspeccionando el lugar como si fuera la primera vez que entraba allí. Todo parecía ordenado. No tenía idea por dónde empezar a buscar algo que ni siquiera estaba allí.

-Búscalo -ordenó Valentino, dándome libertad para moverme por el cuarto mientras aún me apuntaba con el arma.

-Solo sé que está en este lugar; nunca antes había entrado.

-Entonces comienza a buscar donde creas que pueda estar. Y si nos has mentido, te arrepentirás.

Tragué en seco y miré hacia el clóset. Rezaba por encontrar al menos algunos miles de pesos para salvar mi vida, pero la mala suerte me persiguió al ver que no había rastro de nada en el clóset. Me dirigí a la cama, quizás el dinero estuviera debajo de las almohadas o del colchón, pero nuevamente fracasé; todo estaba vacío.

-Se te están agotando los lugares donde buscar y el tiempo de vida -dijo por primera vez el chico de cabello negro al lado de Valentino.

-No lo encuentro, no tengo idea de dónde está -desesperado, empecé a mirar por todos lados. El plan se había salido de control y no sabía qué hacer con la situación.

-Quizás no tengas idea de dónde está, o tal vez nunca estuvo aquí -dijo el chico, tomando el mando de la pistola y mostrando una determinación aún mayor para disparar-. Sé que nos mentiste, Jimin. ¿Acaso crees que soy tan tonto como tus amiguitos? Ellos ya están bajo mi control, y tú serás el primero en morir por intentar engañarme. Pensé que teníamos un trato, Park Jimin, pero decidiste arruinarlo todo por esa persona que te ha hecho sufrir tanto.

-No sabes de lo que hablas. No tienes ni la más mínima idea de lo que estás diciendo.

-Ya te he demostrado que sí lo sé. Siempre estuve informado de todos tus pasos, Jimin. Siempre tuve ojos sobre ti y todo lo que hacías cuando no estaba. Necesitaba que este plan saliera perfecto, pero desgraciadamente no fue así. Quizás cuando todos estén muertos pueda buscar el dinero sin apuros dentro de la mansión. Al fin y al cabo, me pertenece más a mí que a nadie más.

-Son unos lunáticos.

-Aunque me agrada el cumplido, creo que esas fueron tus últimas palabras.

Tomó el arma y la acomodó en sus dedos, apuntando directamente a mi rostro. Entrecerré los ojos, temiendo el momento de la muerte. Este no podía ser mi final, no así, ni de esta manera.

Pero, ¿qué estaba diciendo? Sí, este era mi final.

-Hasta nunca, Jimin -fueron las palabras que salieron de sus labios antes de emitir un disparo.

(+18) Stripper  [Kookmin] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora