Llegó a clase mucho antes de la hora de entrada.
Se sentó en su sitio y sacó los apuntes de Historia, asignatura que tenía a primera.
Leyó en silencio la página que les tocaba dar hoy.
-¿Había deberes?- preguntó una voz de repente.
Astrid leventó la vista y se fijó en el chico que la había hablado.
Se llamaba Iván y era el guapo de la clase. Aunque tenía un año más que ella; había repetido ese curso, cuarto.
-Sí- contestó solamente. Llevaba pocos días allí y nunca había cruzado una palabra con él.
-¿Muchos?- añadió.
Astrid eschó un vistazo a su cuaderno.
-Solo son dos ejercicios- dijo finalmente.
Iván suspiró aliviado.
-Si quieres... puedes copiar los míos- ofreció Astrid; aunque no le gustara pasar tiempo con gente, no significaba que no pudiera relacionarse.
Iván la miró y sonrió. Tenía los ojos azules y también era rubio.
-Pues te estaría muy agradecido.
Astrid sacó la hoja con sus deberes de Historia y se la tendió al joven.
-Muchas gracias, Astrid.
Y se retiró a su mesa.
A Astrid le sorprendió que supiera su nombre.
Pero las sorpresas en aquella mañana de lunes no habían hecho más que empezar.
La segunda clase se acabó y el profesor de Lengua salió de allí con rapidez.
Astrid no se levantó. Temía salir al pasillo y cruzarse con Víctor.
-Hola otra vez- dijo entonces la voz de Iván.
Astrid miró al chico.
-Hola.
-Quería volver a darte las gracias por dejarme los deberes.
-Ya te he dicho que no había de qué- repitió ella.
Iván se tocó el pelo.
-Me preguntaba si te apetecería venir a mi cumpleaños. Es el viernes en mi casa.
Astrid enarcó un poco las cejas.
-No sé si me dejarán ir- respondió.
-Venga, insiste un poco. Me encantaría que vinieras.
-Eh...
-Tienes que venir. Es a las diez.
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-Claro, puedes ir al cumpleaños del chico ese. Te has portado bastante bien en esta semana- contestó su madre el viernes por la tarde.
Astrid murmuró unas palabras de agradecimiento y subió a su cuarto.
Abrió el armario y pensó en qué podía ponerse para la fiesta de Iván.
Finalmente se decidió por unos vaqueros azules claros y un jersey del mismo color pero más oscuro.
Se dejó el pelo suelto y se pintó un poco los ojos.
A las diez menos cuarto salió de su casa para ir a la de Iván.
Caminó despacio y, cuando estaba apuntó de llegar, casi choca con alguien.
-Lo siento- dijo ella.
-Astrid- contestó el otro. La chica levantó la vista y se encontró con esos ojos verdes.
Casi se había olvidado de Víctor durante esa semana, ya que no se había cruzado con él ni una sola vez.
-¿Qué haces a estas horas por aquí? ¿Te ha invitado Iván a su cumple?- añadió.
-Sí- titubeó-, ¿a ti también?
El joven asintió.
-No sabía que fueras amiga de Iván- comentó él, con cierto tono de disgusto.
Durante la semana había hablado bastante con Iván y le caía muy bien.
-Sí... supongo que somos amigos.
Llegaron juntos a la casa, en la que se oía música muy alta.
Fue Iván quien les abrió la puerta.
Aquella fiesta se parecía más a una de película americana.
De hecho, había visto hacía poco una muy buena de ese estilo.
El interior de la la casa era una locura. Y todo por que los padres de Iván se habían ido un par de días.
Al menos sería divertido.
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No.
No era divertido.
Ella no bebía. Y parecía ser la única. Llevaba sin ver a Iván mucho tiempo. Bueno, y a Víctor.
Entró en la cocina, que debía ser una de las pocas estancias vacías de la casa.
Venía del baño, al que ni había podido pasar porque había una tía y un tío enrollándose.
Puso un vaso en la encimera y lo llenó de agua. Después se lo bebió de un trago.
En ese momento, Iván entró y se acercó a ella.
-Estaba buscándote- dijo-.¿Te lo estás pasando bien?
-Sí...- mintió.
-¿Puedes acompañarme?
-Claro.
Iván cogió a Astrid de la mano y la guió entre la gente.
El sonido era atronador.
Por suerte, en la planta de arriba no había tanto ruido.
Entraron en una habitación; la de Iván.
-Estaba deseando decirte esto- dijo.
-¿El qué?
Iván se acercó a ella y, sin pensárselo dos veces, la besó en la boca.
Astrid se sorprendió, pero terminó correspondiendo al chico, rodeando su cuello con los brazos.
¿Eso era lo que se sentía al besar? ¡Guau! No era tan difícil como pensaba.
Sí, era cierto. No estaba enamorada de ese chico, pero...
Entonces él la hizo retroceder un poco y chocó con la pared.
En ese momento ni siquiera pensó en lo que pasaba.
El cuerpo de Iván la apretaba contra la pared y apenas tenía aire en los pulmones.
Y, como si hubiera adivinado que se iba a ahogar de un momento a otro, se apartó un poco de ella. Se quitó la chaqueta y la camiseta.
Apenas había luz en la habitación, pero Astrid pudo ver el perfecto torso musculado de Iván.
Dejó caer las prendas al suelo y agarró el borde inferior del jersey de la chica. Tiró de él hacia arriba, arrastrando también otra camiseta que llevaba debajo. Dejándola solo con el sujetador.
Antes de que pudiera sonrojarse, Iván volvió a besarla.
Las manos del chico acariciaron su vientre, pero no de esa forma dulce y tierna, sino casi con urgencia.
Y siguieron subiendo hasta su pecho.
Momento en el que Astrid empezó a ponerse nerviosa.
-Iván...
El chico no contestó y la silenció, besándola de nuevo.
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Si la princesa abriera los ojos...
RomancePara Astrid, el mundo deja mucho que desear. Sola, sin amigos en los que poder confiar al mudarse con sus padres. Y entonces conoce a Víctor, un joven de ojos traviesos y muchas ganas de disfrutar de sus propias locuras. ¿Será capaz de abrir los oj...