19.No estoy llorando.

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Astrid sonrió cuando Javi la acarició suavemente la mejilla.

Se giró un poco y se encontró cara a cara con el joven.

¿Iban a...

¿Por qué no? Javi la gustaba.

Se acercó a él lentamente mientras él hacía lo mismo.

Y se besaron.

Justo a la vez que los personajes de la película.

En la fila de detrás, un chico rubio se levantó de su butaca y salió al pasillo para después abandonar la sala.

Limi le siguió.

Salió de allí y buscó a su amigo con la mirada.

¿Dónde estaba?

Se apoyó en la misma barandilla de antes y suspiró, desorientado.

La verdad era que su amigo estaba en los baños, encerrado, apretándose los ojos con las mangas intentando no derramar ni una lágrima.

Que estúpido era...

Era gilipollas perdido.

Apoyó la cabeza en la pared de azulejos blancos dándose un pequeño cabezazo.

Respiró hondo muchísimas veces.

El corazón le latía a una velocidad que no era normal.

Astrid ya se había olvidado de él. Estaba claro, él no había significado nada para ella, que para él era el amor de su vida.

¿Qué iba a hacer?

Limi tenía razón, o seguro que la tenía. No sería capaz de utilizar a una chica de esa forma.

Pero si seguía así...

Tenía que ser capaz de hacerlo. De ser cruel. Ya estaba harto de ser el gilipollas, el niño bueno... Eso se acabó. Astrid había hecho que se diera cuenta.

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Se separaron lentamente.

Javi la miró con la felicidad pintada en los ojos.

Sin embargo, Astrid se sentía extraña.

No había sentido ese desconcertante y maravilloso cosquilleo en el estómago que sentía en estos casos.

Cosquilleo que Víctor conseguía despertar en ella con solo estar cerca.

Javi le gustaba, era un chico fantástico. Pero no... no funcionaba. Algo no iba bien con él.

Y Javi pareció darse cuenta.

-¿Pasa algo?- susurró.

-Eh... No. No pasa nada.

Javi no estaba convencido, pero no insistió.

Ambos volvieron a centrarse en la película mientras Astrid comprendía que Javi y ella no tenían futuro juntos.

Y también comprendió que estaba demasiado enamorada de Víctor como para rendirse sin luchar por él.

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Salió de los baños y caminó hasta la salida del centro comercial.

Pensó en su pobre amigo, abandonado en la sala del cine.

Sacó el teléfono del bolsillo y llamó a Limi.

-¿Víctor? Voy a matarte, cabrón. Mira que abandonar...

Si la princesa abriera los ojos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora