23.La flor soy yo.

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Adriana le lanzó el zapato.

¡Gilipollas!- le gritó.

Víctor lo esquivó con relativa facilidad y miró a su novia.

-Adriana, no grites. Ruth está estudiando en la habitación de al lado y vamos a molestarla.

Él había vuelto a negarse a acostarse con ella y Adriana había montado en cólera.

-¡Si hubieras cumplido con tu trabajo de novio, estaría ocupada besándote y no estaría gritando!- chilló.

Víctor resopló.

¿Cómo hacía que se callara?

Sí, vale, lo sabía.

Se acercó a ella y la besó.

Situaciones extremas, medidas desesperadas.

Adriana aceptó el beso y se abrazó a su cuello.

Víctor siguió besándola.
¡Por fin!, pensó la chica.

Pero alguien llamó a la puerta.

Los chicos se separaron y Víctor abrió mientras Adriana se escondía detrás de la puerta para ponerse la camiseta.

-Oye Víctor, ¿puedes ayudarme con los deberes?- preguntó Claudia con cara de niña buena.

Víctor resopló.

Agradecía que les hubieran interrumpido, pero no quería ayudar a su hermana; últimamente no la aguantaba.

Menos mal que había sido con Adriana. Si hubiera sido con otra chica... No, otra chica no.
Astrid, pensó.

-No puedo- contestó él. Y cerró la puerta en su cara.

Adriana le miró. Parecía muy molesta.

-Mataré a tu estúpida hermanita pequeña- dijo.

-Yo seré tu complice- añadió él.

-Vas a ser mi cómplice en algo más- dijo, abrazándose de nuevo a su cuello-. Ahora mismo.

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-Entonces... ¿vienes ya?- preguntó Javi.

-Sí. Ya salgo de mi casa- respondió Astrid al otro lado del teléfono.

-Genial. ¿Qué quería ese chico?

-Oh, nada. No era nada- mintió.

-¿No es el mejor amigo de Víctor?
Mierda, mierda, mierda, pensó Astrid.

-Sí...- contestó insegura.

Vio a alguien a lo lejos. A alguien que no le caía demasiado bien.

-Oye, ahora hablamos. Un beso, amor.

-Un beso.

Y colgó.

-Anda, la rubita- dijo Adriana mirándola sin perder esa irónica sonrisa que siempre tenía en los labios.

Astrid no dijo nada. Se limitó a observarla.

Adivinaba que venía de casa de Víctor.

-¿Que tal con ese niño con el que estás?

-Muy bien. Perfectamente.

-Me alegro.

Adriana bostezó.

-Ay, estoy tan cansada...

-Bueno, eso no me interesa.

-Pues incluye a tu querido Víctor.

Si la princesa abriera los ojos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora