25.A sus órdenes, princesa

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El cosquilleo no se había ido pero no era algo que le desagradara.

Tenía la cabeza apoyada sobre el pecho de Víctor, suspirando al notar las suaves caricias que el joven le hacía en el hombro.

Víctor había bajado la manga de su blusa para poder acariciar su piel.

Estaban tumbados sobre la alfombra, abrazados, sintiendo la respiración del otro muy cerca.

Astrid tenía su mano izquierda entrelazada con la derecha de él.

Tenían los ojos cerrados.

La chica se acurrucó más.

No quería que aquello acabara nunca.

-Víctor- susurró.

-¿Sí?

-Te quiero.

Dos palabras.

Las dos palabras que más deseaba escuchar en el mundo.

Las dos palabras que le habían hecho feliz.

-Y yo a ti, princesa- contestó.

-Princesa- repitió-. Me gusta cómo suena.

Princesa podía ser el cliché más extendido en el mundo, pero le encantaba cómo sonaba de los labios de Víctor.

Mmm... labios de Víctor.

Se incorporó un poco y le besó.

Después se quedó sentada, medio acariciando medio revolviendo el pelo rubio del joven.

-Es increíble que Limi y tú dispongais de esta casa- comentó la chica-. Lo de el piso de abajo... no, pero este ático es genial.

-Sí- respondió él, incorporándose también.

Se sentó a su lado y la atrapó de espaldas entre sus brazos.

Le apartó el pelo hacia un lado e inclinó la cabeza, acercando la boca a su cuello.

La besó despacio, sensualmente, haciendo que suspirase.

Astrid echó la cabeza ligeramente hacia atrás para disfrutar de los besos del chico.

La fina blusa que llevaba Astrid dejaba adivinar sus curvas a la perfección.

Y más en el ángulo que tenía Víctor en ese momento.

Besando su cuello, lo único que podía ver era el escote de la joven.

Hacía calor.

Mayo había llegado pisando fuerte.

Apartó la boca de su cuello y se colocó frente a ella.

La abrazó y la estrechó contra su cuerpo.

-¿Somos muy jóvenes para casarnos?- susurró Víctor muy cerca de su oído, haciéndola sonreír.

Se besaron de nuevo, disfrutando cada segundo en el que sus bocas estaban unidas.

Al separarse, ella apoyó la cabeza en su hombro.

El teléfono de Astrid empezó a sonar.

En ese momento, la chica no estaba pensando en nada.

Y tampoco miró la pantalla cuando descolgó, con una enorme sonrisa en los labios.

-¿Sí?

-Amor, ¿dónde estás?

La voz de Javi fue como un tiro en el corazón.

Volvió a la realidad de golpe, tras golpearse con la culpabilidad.

Si la princesa abriera los ojos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora