24.Amor, infinito, vidas.

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Víctor entró en clase y se sentó en su sitio.

Su teléfono vibró en su bolsillo y, tras comprobar que quedaban unos minutos para que llegara el profesor, lo sacó.

-¿Sí?

-Víctor, acabo de enterarme y no ha sido gracias a ti- dijo la voz de Limi.

-¿Enterarte? ¿De qué?

-Pues de que ayer te tiraste a Adriana antes de que yo fuese a tu casa.

-¿¡QUÉ!?

-Vamos, no fijas.

-No finjo. Yo no... No he hecho nada con Adriana.

-¿Hablas en serio?- preguntó Limi, algo dudoso.

-Pues claro. ¿Cómo iba a acostarme con ella? Estoy enamorado de...

Silencio.

-Vaya. Pues tu queridisima novia me ha ficho que era verdad.

-Pues miente.

-Vale, vale. Te creo, tío. Oye, hay algo más...

-¿Qué?

-Estoy fuera, en la puerta. Tengo a mi lado a cierta princesita y a su amiga, esa... Sonia, creo.

-¿Y qué pasa?

-Están hablando.

-¿Sobre qué? No, no, mejor no me lo digas. No quiero ser...

-De ti- cortó.

-¿Contigo delante?

-Digamos que... no me ven.

-¿Las estás espiando?

-Tú llamado como quieras. ¿Quieres saber lo que dicen?

Víctor se mordió el labio.

¿Cómo iba a resistirse?

-Habla.

-Por lo visto, ayer Adriana se encontró con Astrid y le dijo que vosotros.. Bueno, ya sabes.

Víctor frunció el ceño.

Si Limi tenía razón y Astrid estaba enamorada de él, eso habría cambiado seguro cuando Adriana le dijo eso.

-¿Y... qué dicen?

-Pues... Astrid no está muy contenta.

-Ya me imaginaba. ¿Algo más?

-Mmm... Astrid le está diciendo a Sonia que cómo has sido capaz de tirarte a Adriana, que si lo has hecho, es que estás enamorado de ella, porque sino no te habrías acostado con ella...

Víctor maldijo por lo bajo.

Astrid le conocía. Bien. Muy bien.

Y tenía razón en eso de que no se acostaría con una chica de la que no estuviera enamorado.

Y ahora Astrid creía que estaba enamorado de Adriana.

¡No! ¡Él la amaba a ella! ¡A ella y a nadie más!

-Tío, Astrid está llorando- la voz de Limi y la información trasmitida le sacaron de sus pensamientos.

-¿Llorando?

-Sí. Sonia la está abrazando para que nadie vea que está llorando. Quizá deberías venir.

-¿Y crees que mi presencia ahí solucionaría las cosas?

-Puede...

Víctor suspiró y colgó.

Se levantó y fue hacia la puerta.

Si la princesa abriera los ojos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora