Víctor entró en clase y se sentó en su sitio.
Su teléfono vibró en su bolsillo y, tras comprobar que quedaban unos minutos para que llegara el profesor, lo sacó.
-¿Sí?
-Víctor, acabo de enterarme y no ha sido gracias a ti- dijo la voz de Limi.
-¿Enterarte? ¿De qué?
-Pues de que ayer te tiraste a Adriana antes de que yo fuese a tu casa.
-¿¡QUÉ!?
-Vamos, no fijas.
-No finjo. Yo no... No he hecho nada con Adriana.
-¿Hablas en serio?- preguntó Limi, algo dudoso.
-Pues claro. ¿Cómo iba a acostarme con ella? Estoy enamorado de...
Silencio.
-Vaya. Pues tu queridisima novia me ha ficho que era verdad.
-Pues miente.
-Vale, vale. Te creo, tío. Oye, hay algo más...
-¿Qué?
-Estoy fuera, en la puerta. Tengo a mi lado a cierta princesita y a su amiga, esa... Sonia, creo.
-¿Y qué pasa?
-Están hablando.
-¿Sobre qué? No, no, mejor no me lo digas. No quiero ser...
-De ti- cortó.
-¿Contigo delante?
-Digamos que... no me ven.
-¿Las estás espiando?
-Tú llamado como quieras. ¿Quieres saber lo que dicen?
Víctor se mordió el labio.
¿Cómo iba a resistirse?
-Habla.
-Por lo visto, ayer Adriana se encontró con Astrid y le dijo que vosotros.. Bueno, ya sabes.
Víctor frunció el ceño.
Si Limi tenía razón y Astrid estaba enamorada de él, eso habría cambiado seguro cuando Adriana le dijo eso.
-¿Y... qué dicen?
-Pues... Astrid no está muy contenta.
-Ya me imaginaba. ¿Algo más?
-Mmm... Astrid le está diciendo a Sonia que cómo has sido capaz de tirarte a Adriana, que si lo has hecho, es que estás enamorado de ella, porque sino no te habrías acostado con ella...
Víctor maldijo por lo bajo.
Astrid le conocía. Bien. Muy bien.
Y tenía razón en eso de que no se acostaría con una chica de la que no estuviera enamorado.
Y ahora Astrid creía que estaba enamorado de Adriana.
¡No! ¡Él la amaba a ella! ¡A ella y a nadie más!
-Tío, Astrid está llorando- la voz de Limi y la información trasmitida le sacaron de sus pensamientos.
-¿Llorando?
-Sí. Sonia la está abrazando para que nadie vea que está llorando. Quizá deberías venir.
-¿Y crees que mi presencia ahí solucionaría las cosas?
-Puede...
Víctor suspiró y colgó.
Se levantó y fue hacia la puerta.
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Si la princesa abriera los ojos...
RomansaPara Astrid, el mundo deja mucho que desear. Sola, sin amigos en los que poder confiar al mudarse con sus padres. Y entonces conoce a Víctor, un joven de ojos traviesos y muchas ganas de disfrutar de sus propias locuras. ¿Será capaz de abrir los oj...