11.Quiero un beso.

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Parpadeó un par de veces.

La dolía la cabeza una barbaridad. Se incorporó y miró a su alrededor.

¿Dónde estaba?

Aquel lugar le resultaba ligeramente familiar a Astrid.

Se puso en pie y vio que llevaba puesto un pantalón de chándal gris de chico que la quedaba enorme.

¿Qué había pasado?

Intentó hacer un repaso mental de lo que había ocurrido: recordaba haberse ido corriendo de casa de Iván, después de que él hubiera intentado acostarse con ella. Al irse, se había encontrado con...¡Víctor!

Se levantó de un salto. Estaba en el cuarto de Víctor.

Pero...¿qué hacía ella ahí, cómo había llegado y dónde estaba él?

Se acercó a la puerta y salió.

Bajó por las escaleras pisando sin hacer ruido.

Llegó al salón y siguió hacia la cocina.

Donde por fin encontró a Víctor.

-¡Víctor!- exclamó.

Él se sorprendió y soltó la cucharilla con la que estaba removiendo su café.

-Astrid- dijo.

-¿Puedes explicarme cómo he llegado yo hasta aquí?

-Por las escaleras, supongo.

-No, que cómo he acabado en tu casa.

-¿No lo recuerdas?

Ella negó con la cabeza.

Por un lado se alegraba de ello, pero por otro... había perdido todo lo que había compartido con ella.

-Bueno... ayer bebiste bastante.

-¿¡Que bebí!?¡Madre mía!

-Tranquila. Les envié un mensaje a tus padres desde tu móvil para decirles que te quedabas a dormir en casa de una amiga.

-¿En serio?- suspiró-. ¡Muchísimas gracias!

-No hay de qué. ¿Quieres un café?

Ella asintió, sentándose a su lado mientras él preparaba el café de la chica.

-¿Hice algo... malo anoche?- preguntó.

-No, todo está bien.

-Me siento fatal. ¿Tú estuviste todo el tiempo cuidando de mí?

-Sí, pero no fue tan difícil.

-Tengo dieciséis años, ya no soy una niña. Debería haber... pensado antes de beber.

-Oye, no seas tan dura contigo misma.

Astrid le dio un sorbo a la taza de café que Víctor acababa de poner delante de ella.

-Gracias por cuidar de mí anoche.

-Ya te he dicho que no hay de qué.

-Pero es que sí lo hay. Si no hubiera sido gracias a ti, quién sabe dónde estaría ahora...

Víctor no contestó. Estaba pensando en eso que le dijo ella por la noche. Eso de que si olvidaba lo ocurrido entre ellos, él tendría que recordárselo.

Pero él sabía que esa no era una idea demasiado buena.

Si le decía que se habían liado, era muy probable que la joven empezara a sentirse incómoda con él a su lado. Y eso haría que la perdiera del todo.

Si la princesa abriera los ojos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora