Una semana.
Era muchísimo tiempo.
Y más si se vivía a oscuras. Porque había perdido a la luz de su vida.
Le había besado. Le había dicho que le quería. ¿Por qué había tenido que dejarla escapar?
Ya hacía mucho de eso.
Víctor se levantó, fue hasta el escritorio y cogió un cuaderno y un lápiz.
Volvió a la cama y abrió el cuaderno.
Empezó a examinar los bocetos que llevaba haciendo durante unos días.
Primera página.
Dos ojos, enormes, oscuros, algo rasgados... Perfectos.
Segunda página.
Una nariz recta y respingona.
Tercera página.
Unos labios ligeramente entreabiertos que permitían vislumbrar unos dientes aliniados, listos para recibir un beso.
Los labios más deseables del mundo.
Cuarta página.
En blanco.
¿Qué dibujaba ahora?
Estaba obsesionado con Astrid, se había dado cuenta.
Y llevaba tanto tiempo sin verla... Ni siquiera se había cruzado con ella en el instituto.
Alguien llamó a la puerta.
Y sin esperar respuesta, una chica morena muy guapa y que no conocía entró en su cuarto.
-Hola- saludó.
-Eh... Hola- contestó incorporándose.
-¿Tienes un cargador de móvil? Es que se me ha acabado la batería- dijo, agitando un móvil negro.
-Sí- dijo. Abrió un cajón del escritorio y sacó el cargador. Se le tendió a la chica.
Ella sonrió.
Tenía unos ojos azules sorprendentes. Debía tener su edad.
-Oye, ¿quién eres?- preguntó.
-Me llamo Adri- respondió-. ¿Y tú quién eres?
Víctor arqueó las cejas. Que una desconocida le preguntara eso en su habitación era extraño.
-Soy Víctor.
Adriana se acercó a él y le dio dos besos, ambos muy cerca de las comisuras de los labios.
-Dime que tienes diecisiete- dijo ella.
-Pues sí...
-¡Genial!- cortó-. Yo también, así iremos a la misma clase.
-¿Vives... aquí?
-Soy la hermana de María, la mejor mejor mejor amiga de tu hermana. Mi madre se ha divorciado de mi padrastro y nos hemos mudado aquí.
-Ah...
-Oye, ¿quieres dar una vuelta?
-No puedo. Estaba... estaba a punto de hacer algo...
Adriana se fijó en el cuaderno, un bloc de dibujo.
-¿Dibujas?- preguntó, cogiéndolo.
-No- respondió con rapidez.
-Entonces supongo que todos los dibujos de las paredes los has ido robando por ahí, ¿no?
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Si la princesa abriera los ojos...
RomancePara Astrid, el mundo deja mucho que desear. Sola, sin amigos en los que poder confiar al mudarse con sus padres. Y entonces conoce a Víctor, un joven de ojos traviesos y muchas ganas de disfrutar de sus propias locuras. ¿Será capaz de abrir los oj...