12.Dolor y... felicidad.

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El domingo no salió.

Pero ese día era lunes. Y había instituto.

Las primeras clases pasaron lentas, como todos los lunes.

Pero por fin tocó el timbre para salir al recreo.

Caminó por el pasillo para salir e ir a alguno de los rincones solitarios del patio cuando...

-¡Astrid!

Ella se giró y vio a su loco rubio favorito.

Se paró y esperó a que él la alcanzara.

-Hola- dijo Víctor.

-Hola.

Salieron juntos al recreo mientras a Astrid ya se le había olvidado eso de pasar los treinta y cinco minutos sola.

Víctor la guió hasta un muro de poca altura donde se sentaron juntos.

Hablaron animadamente sobre como les habían ido las clases de la mañana.

No paraban de sonreír, hasta que...

Astrid vio a Iván a lo lejos. Caminaba hacia ellos con un par de chicos a su lado.

Antes, en clase, había oído a un par de chicas hablando de otra que había rechazado a Iván y que este iba a pedirla explicaciones en el recreo.

Y se las iba a pedir.

Astrid tuvo una idea. No sabía si era buena, pero...

-Oye, Víctor, ¿confías en mí?- preguntó.

Él la miró. No había visto a Iván y a sus matones aún.

-Sí, ¿por qué?

-¿Me harías un favor?

-Sí, pero ¿qué pasa?

Pero no le contestó.

Se puso frente a él, le rodeó el cuello con los brazos y, antes de que el chico supiera lo que estaba pasando, se inclinó sobre él y le besó.

Víctor no entendía lo que pasaba, pero aceptó el beso y la rodeó la cintura.

Se besaron durante casi un minuto, hasta que un carraspeo les interrumpió e hizo que se separasen.

-¿Sí?- preguntó Astrid, sin dejar de abrazar a Víctor. Él miraba a Iván sin saber... nada. El pobre no sabía nada.

-¿Estás con este?- soltó el otro.

Astrid, a modo de respuesta, le dio un pico cariñoso a Víctor en los labios.

-Supongo que eso es un sí- comentó. Los miró a ambos con desprecio.

-Así que estabas con él el otro día, cuando nos liamos- añadió, mirando a Víctor de forma elocuente.

-No te esfuerces, ya lo sabe- dijo ella.

-¿Y sigues con ella?- le preguntó a Víctor.

-Nos queremos mucho- contestó Astrid por él, que seguía sin saber cómo actuar.

-Osea... que eres una calientapollas- observó Iván.

-Eh, sin faltar- intervino Víctor, que empezaba a entender que Astrid le estaba utilizando. Pero no le importaba en aquel momento.

Iván le fulminó con la mirada.

-Al único al que caliento es a mi novio- afirmó ella, pegándose más a Víctor y poniendo una mano en su paquete-. Al menos, a propósito.

Si la princesa abriera los ojos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora