-Limi- dijo una voz.
Marina.
Limi se separó perezosamente de Ruth, que tampoco parecía querer parar.
Marina sabía que probablemente, Ruth y Limi quisieran matarla más tarde por interrumpirlos, pero era necesario.
-¿Qué coñ... qué quieres?- preguntó él, tratando de ocultar su enfado.
-Tienes, bueno, tenéis que entrar. Al parecer, Iván y Adriana se te han colado en la fiesta.
Los chicos se levantaron y miraron a Marina esperando más información.
Ella se mordió el labio y desvió la mirada; ¿por qué tenía que ser ella quién diera las malas noticias?
-Mira, no hay tiempo. Hay que llevar a Javi a urgencias.
Los ojos de Limi y Ruth se abrieron mucho.
-¿Qué ha pasado?- dijo él.
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Víctor vio pasar corriendo a Marina como una exhalación.
Y supo que pasaba algo y que tenía que librarse de Natalia y Claudia.
Las miró a ambas; estaban intentando limpiar la mancha naranja del vestido azul claro de su hermana.
Retrocedió un paso. Y otro. Y se escabulló hasta ver una cabeza rubia.
Sonrió y se acercó por detrás a ella.
Ni siquiera reparó en que Marta y Javi estaban en el suelo.
Rodeó por detrás a su novia con los brazos y acercó los labios a su cuello.
-Astrid...- susurró, antes de besarla en la curva de la mandíbula.
-Víctor- dijo ella, agarrando sus brazos con las manos y apretándolos con fuerza.
En su voz había algo de desesperación, pero también alivio.
Él lo notó.
Y se dio cuenta.
-¿¡Dónde está Marina!? Como no traiga a Limi ahora mismo, la mato- casi chilló Marta.
Vero la miró.
Era una visión ciertamente perturbadora.
La chica estaba sentada en el suelo, con la cabeza de Javi en su regazo, y la cara húmeda y furiosa.
Víctor miró a su hermana y a Javi algo desconcertado.
Limi, Ruth y Marina llegaron en ese momento.
-De acuerdo. Vámonos- dijo Izan, decidido.
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Las paredes de Urgencias eran lisas y frías.
Astrid miró otra vez hacia el techo y contó de nuevo los fluorescentes que había.
Siete.
La mano de Víctor aferraba la suya fuertemente.
Desvió la mirada y vio su rostro.
Estaba preocupado, eso era evidente.
Suspiró y se echó hacia él, apoyando la cabeza en su hombro.
Marta apareció por la puerta con cara de sueño y el pelo enmarañado.
-Javi está bien- dijo, y todos suspiraron aliviados-. Solo es una conmoción. Podemos irnos ya.
Astrid se levantó y se alisó el vestido.
Miró a sus amigos.
Era extraño: todos tan arreglados para acabar en el hospital la noche del cumpleaños de Limi.
Javi apareció detrás de Marta.
Tenía ojeras y aspecto de ir a desmayarse en cualquier momento; pero los médicos decían que estaba bien.
Salieron juntos del hospital.
Eran las cuatro de la madrugada y apenas había nadie en la calle.
Las farolas proyectaban su inquietante luz amarilla pálida sobre ellos mientras caminaban bajo en manto de las estrellas, casi nubladas por las nubes.
-Bueno, felicidades, Limi- dijo Víctor, rodeando a Astrid con el brazo.
Limi puso los ojos en blanco pero sonrió.
-Víctor, vete a la mierda.
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Astrid abrió los ojos y vio que estaba tumbada en un banco del parque.
Notó unos brazos rodeándola, y pensó que, evidentemente, sería Víctor.
Pero no era Víctor.
-¿Vero?- preguntó.
La chica parpadeó y bostezó.
-¿Por qué me despiertas?- murmuró.
-Porque no sé qué hago durmiendo en el parque abrazada a ti- respondió.
Vero soltó a Astrid y miró a su alrededor.
-Astrid. ¡Estamos en el parque!
Astrid resopló.
-Es lo que intentaba decirte.
-Ah.
-¿Pero qué hacemos aquí?
Vero se levantó del banco y se bajó un poco la falda del vestido.
-No sé. ¿Dónde estarán los demás?
En los columpios de al lado, había una figura sentada, pero tenía pinta de estar dormida también.
Astrid y Vero se acercaron y encontraron a Ruth.
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Marta se apartó el pelo de la cara y abrió los ojos perezosamente.
-¿Javi?- dijo, al ver al chico tumbado a su lado.
Se sentó y se dio cuenta de que estaba en el suelo.
En el suelo de una calle que Marta ni sabía que existía.
Miró al chico y le sacudió el hombro levemente.
Javi se removió incómodo, y se incorporó.
Miró a su alrededor y a ella, algo confundido.
-¿Dónde estamos?- preguntó.
-Mmm... ¿en medio de la calle?
Javi se restregó los ojos y se puso en pie. Le tendió una mano a Marta y ella también se levantó.
-¿Y qué hacemos aquí?- añadió.
-Creo que anoche seguimos con el cumple de Limi cuando saliste de urgencias.
Javi se llevó una mano a la cabeza.
-Ah. ¿Sí?
-Sí, yo creo que sí.
-Bueno, y los demás... ¿dónde estarán?
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-¡Que os despertéis, joder!
Víctor abrió los ojos y suspiró.
Marina. Tan agradable como siempre, y a eso sumarle que acabaría de despertarse y que habían dormido en... ¿dónde estaban?
-Marina, ¿dónde estamos?
-En casa de Limi, idiota.
Víctor miró a su alrededor y fue distinguiendo el cuarto de su amigo.
-¿Y los otros?
-Yo que sé, en el salón o por ahí.
Víctor y Marina fueron al salón, pero solo encontraron a Limi, durmiendo en el sofá.
-Limi, despierta- dijo Víctor.
-¡Limi, despierta, coño!- grito Marina.
Víctor la miró de reojo; regla número uno para ser amigo de Marina: no hacerla enfadar.
Limi se despertó al instante y los miró con cara de estar perdido.
-Limi, ¿donde están los demás?
Limi bostezó.
-¿Me ves con cara de saberlo?- preguntó, cerrando los ojos de nuevo.
-Es tu casa- dijo Marina.
-Es mi casa- repitió, como si se estuviera durmiendo de nuevo.
-Que le den- comentó Marina-. Vamos a buscarlos.
Pero, no los encontraron en la casa de Limi.
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Si la princesa abriera los ojos...
RomancePara Astrid, el mundo deja mucho que desear. Sola, sin amigos en los que poder confiar al mudarse con sus padres. Y entonces conoce a Víctor, un joven de ojos traviesos y muchas ganas de disfrutar de sus propias locuras. ¿Será capaz de abrir los oj...