-¿Dónde está mi móvil?- preguntó Marina.
Víctor se encogió de hombros.
-¿Yo qué sé? Quizá te lo hayas dejado en casa de Limi
Marina suspiró.
-Yo no quiero volver a por él. La casa de Limi está muy lejos- añadió.
Marina apartó la vista fingiendo indiferencia, como solía hacer siempre que estaba molesta.
-Si quieren llamarnos, que llamen a mi móvil.
-Claro- respondió ella.
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Marta se separó de Javi en el mismo instante en el que su móvil comenzó a sonar.
Javi la miró resignado mientras ella contestaba.
-¿Sí?
-Marta, papá y mamá dicen que Vic, Ruth y tú volváis a casa YA. No sé si os parece normal, pero lleváis fuera de casa...
-¡Claudia!
-Sí, Claudia. Increíble, ¿verdad? Si por mí fuera, podríais no volver ninguno nunca- respondió con su tono indiferente.
-Claudia, escucha. Me he perdido. No sé dónde estoy, ni dónde están los demás.
Claudia guardó silencio.
-¿Estás sola?- preguntó finalmente, y parecía preocupada de verdad.
-No, estoy con Javi. Nos hemos perd...
Marta no terminó, Claudia había colgado.
Marta miró su teléfono mientras se apagaba.
-¿Ha colgado?- preguntó Javi.
-Sí. Cuando le he dicho que estaba contigo.
-Osea, que... volvemos a estar solos.
-Eso parece.
...................................................... Una chica con una falda corta y el pelo recogido en una larga trenza pasó haciendo sonar sus tacones justo por delante de la acera en la que Ruth, Vero y Astrid estaban sentadas.
La chica las miró; debía tener unos veinte años o así.
-Hola- saludó amablemente-. ¿Os pasa algo?
Ruth miró a sus amigas.
-Bueno, estamos perdidas, y no tenemos cobertura- contestó.
La chica sonrió.
-Tengo el coche aquí al lado. ¿Queréis que os lleve a algún sitio?
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Víctor y Marina se pararon en un parque que estaba demasiado lejos de su barrio.
Ni siquiera sabían por qué y cómo habían acabado allí.
-¿Qué es eso?- preguntó Víctor.
Marina se acercó a los columpios y vio a lo que se refería el chico.
En el suelo había tirado un brillo de labios de color rosa.
-Eso se lo regalé yo a Ruth- dijo él.
-Víctor, ¿tienes idea de la cantidad de tiendas en las que venden brillo de labios de esa marca?- replicó Marina.
-No, sé que es ese. Mira.
Víctor lo cogió y se lo tendió a Marina.
Ella lo observó y vio que había una pequeña pegatina de un coche.
-¿Le regalaste un brillo de labios con una pegatina de un coche?- soltó.
-Me pareció un bonito detalle.
-Víctor, eres idiota.
-Bueno, pero gracias a la genial idea del Víctor del pasado sabemos que Ruth ha estado aquí.
-Claro. Ahora solo hay que seguir sus evidentes pistas para dar con ella- replicó Marina con sarcasmo.
Víctor frunció el ceño.
-No puede ser tan difícil. Es mi hermana, no un ninja del hielo.
-Víctor.
-¿Qué?
-¿En serio? ¿Ninja del hielo?
Él solo sonrió.
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Si la princesa abriera los ojos...
RomancePara Astrid, el mundo deja mucho que desear. Sola, sin amigos en los que poder confiar al mudarse con sus padres. Y entonces conoce a Víctor, un joven de ojos traviesos y muchas ganas de disfrutar de sus propias locuras. ¿Será capaz de abrir los oj...