Astrid se sorprendió un poco al recibir el beso, pero correspondió en seguida.
Aun tenía los ojos vendados.
Se abrazó a su cuello para seguir con el beso.
Intenso, ardiente, salvaje.
El chico deslizó las manos hasta su vientre, encerrando su cuerpo entre él mismo y la pared.
Ella recorrió su espalda, pero apartó las manos y se las llevó a la parte de atrás de la cabeza para desatar el pañuelo; la prenda cayó poco después.
-Astrid...- empezó, aun que no quería decirle nada.
-Cállate- ordenó ella antes de volver a besarle.
Sus manos se movieron con rapidez hasta el borde de la camiseta de él.
El chico la rodeó con los brazos y la alzó del suelo.
Tras un par de pasos, los dos cayeron sobre la cama, envueltos en ese fuego de deseo que estaba empezando a consumirles.
Víctor le quitó la camiseta y la tiró por ahí.
Y entonces pareció darse cuenta de un pequeño detalle.
-Astrid... No tenemos...
Ella le tapó la boca con la suya mientras que con una mano hurgaba en su bolsillo.
¿Quién adoraba a Marta en ese momento?
Sacó lo que la chica le había dado y se lo puso a Víctor delante.
Él se sorprendió un poco.
-¿De dónde lo has...
-Marta- cortó.
Él suspiró con resignación.
Pero volvió a besar a la chica de inmediato.
Ella se encargó de deshacerse de la camiseta de él.
Y enseguida de los pantalones.
Su ropa interior seguía mojada.
Él la llenó de besos por todas partes, haciendo que suspirase.
Notó su cálido aliento sobre la piel.
Volvió a su boca y se la acarició con su propia lengua.
Después de lo que pareció una eternidad (en esos momentos, ni siquiera Víctor era bueno con las mates), el chico apartó sus labios un momento, jadeante.
Las caricias continuaron y poco después, también los besos, haciendo que Astrid gimiera de vez en cuando.
La ropa interior también cayó a un lado.
El chico sintió algo frío en el hueco de la clavícula y se dio cuenta de que era el colgante en forma de araña.
Sonrió antes de inundar a la chica en besos de nuevo.
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-¿Dónde están ahora?- preguntó Marina.
-Se han ido juntos, pero no sé a dónde. Aunque supongo que a la casa abandonada- contestó Marta al otro lado del teléfono.
-Yo creo que está mal esto de controlar sus vidas- dijo Vero, que estaba con Marina.
Tras unos segundos, todas explotaron en carcajadas.
-Oye, chicas. Quiero comentaros algo- añadió Marta.
-¿Tiene que ver con Javi?- aventuró Marina.
-No, idiota. No tiene nada que ver con Javi.
-Bueno, ¿y qué pasa?
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Si la princesa abriera los ojos...
RomancePara Astrid, el mundo deja mucho que desear. Sola, sin amigos en los que poder confiar al mudarse con sus padres. Y entonces conoce a Víctor, un joven de ojos traviesos y muchas ganas de disfrutar de sus propias locuras. ¿Será capaz de abrir los oj...