Prólogo

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P r ó l o g o

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P r ó l o g o


[...]

Se podía presenciar una obscura y fría noche en la isla de los cuentos de hadas, el reino de Parimey se suma en una tormenta de obscuridad, y esto no se debía a el mal tiempo o a cualquier acontecimiento extraño de la isla, si no de la magia obscura que comenzaba a corromperlo.

Aquella joven reina caminaba de un lado a otro por aquella gran habitación observando a su pequeña hija de cabellos dorados, de no más de un año de edad dormir tranquilamente, mientras que a ella la dominaba la preocupación y la ansiedad comenzaba a consumirla lentamente sin saber que hacer con exactitud. 

Aunque para ser exactos nadie estaría tranquilo estando en su lugar al saber que su hija estaba a pocos minutos de poder morir.

Las palabras de aquella mujer que ahora mismo odiaba la comenzaban a atormentar repitiendole constantemente que perdería a su única hija. Debido a que anhelaba la magia que la pequeña poseía, misma magia que se creía perdida desde hace años.

El reino en incluso toda la isla estaría perdida si aquella magia caía en las manos equivocadas. Cosa que llegaba a inquietar a aquella joven reina al igual que la constante preocupación por perder a su única hija. Y simplemente aquella castaña no lo podía permitir.

— ¡Reina Karla! — Exclamó uno de los guardias haciendo una reverencia  —  Es hora de entregar a su hija — Agrego

La mirada de la joven Karla representaba temor y angustia, nego varias veces entrabriendo sus labios con el temor de lo que diría, sus manos temblaban de ansiedad al igual que sus labios y sus ojos pronto comenzaban a acumular lágrimas.

— Dereck, no puedo hacerlo — Nego — Tu más que nadie sabes bien que Skyler lo es todo para mí — Agrego temerosa.

— Lo comprendo bien, pero yo solo sigo las órdenes del rey — Respondió aquel rubio bajando la mirada.

— De no haber sido por culpa de Andrew, mi hija no estaría condenada a ser entregada, con esa bruja —murmuro la castaña. — Por favor comprendelo, es en ti en quien más pudo confiar desde aquel incidente.

El joven guardia relambio sus labios asíntiendo ante aquel comentario, le dolía el recordarlo pero sin embargo se mantenía fuerte ante lo que él era leal.

— Su majestad, yo solo sigo órdenes — volvió a recalcar el guardia manteniendo su compostura.

— Entonces obedece mis órdenes — Hablo demandante la castaña sorprendiendose de si misma por lo que había dicho.

Eras Tú || Merlín (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora