KENSIE ━━ remus lupin

000. 𝗰𝗲𝗿𝗼

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Me estaba despidiendo de mis padres cuando escuché la voz de Madison.
Madison es mi mejor amiga desde los 11 años. Después de entrar a Hogwarts (que lo hicimos juntas), estamos la una para la otra. Me alegra mucho tener un apoyo en todo este recorrido. Tengo más amigas, como por ejemplo, Silvia. Silvia Scott. Ella no va a Hogwarts desde que el sombrero seleccionador le dijo amablemente que no podía estudiar allí y que no sabía, exactamente, cómo pudo haber llegado hasta allí siendo una muggle. Pero bueno, Dumbledore le tiene mucho cariño así que, en cada una de las vacaciones que hay, la llama para que venga a acompañar a todos los alumnos que se quedan. Por eso, Maddie y yo siempre nos quedamos. Silvia, a su vez, también se lleva muy bien con Severus Snape. A mi y a Maddie no es que nos caiga muy bien, pero todo el mundo la paga con él y no es que haya tenido una buena familia ni infancia. O eso es lo que nos ha contado Silvia.

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Madison seguía llamando a Mackensie. La chica rubia se despidió lo más rápido que pudo y se subió al tren. Buscaron un compartimento vacío, era muy difícil, el tren estaba lleno de nuevos alumnos de Hogwarts. Parecían alborotados, por eso corrían de un lado a otro, y no es que fuera de gran ayuda ya que en el pasillo no cabían dos personas juntas, siempre se tenía que ir en una pequeña fila.

Por fin, después de diez minutos, encontraron un compartimento vacío. Dejaron sus baúles en la parte de arriba y Maddie dejó la jaula de su búho en el suelo y la gata de Mack entró rápidamente a la pequeña habitación, y saltó en uno de los sofás. Los dos animales eran muy tranquilos: el búho de Maddie se mantenía sereno en la jaula. Era muy bonito, tenía un color grisáceo muy chulo, y unas cuantas manchas más oscuras rodeándole los ojos. Por otro lado, la gata de Mack, Moon, se enroscó al lado de su dueña y se quedó plácidamente dormida.

Las amigas terminaban de colocar todas sus cosas antes de sentarse a hablar. Mackensie terminó antes que Maddie, entonces, le echo una mano para subir la última maleta, y se sentaron.
Mack acariciaba a Moon mientras que Madison le daba una especie de galleta, por las rejas de la jaula al pequeño búho, Casper.

— Maddie— llamó a la morena, después de unos minutos de silencio—. Este año, me he propuesto ser más... Gryffindor.
— ¿Gryffindor?—repitió Maddie—. ¿Sabes que eres Ravenclaw, no?
Mackensie miró a su amiga frunciendo el ceño. Se cruzó de brazos y se echó para atrás.
— Ya lo sé— afirmó con tono burlón—. Quiero decirte que me gustaría ser un poco más valiente. Nada más.
Madison sonrió. Se echo hacía delante sin aguantar las carcajadas. Mackensie la miraba confundida. Se volvió hacia atrás y dio a luz su rostro, que no paraba de reír en carcajadas muy sonoras.
— ¿Qué te hace tanta gracia?— preguntó— ¿Crees que no soy capaz?— volvió a preguntar, con un tono triste.
— Si.... Ja, Ja, Ja— no podía parar de reír—. Si.... Si pienso que seas capaz.... Ja, Ja, Ja. Pero... te estoy imaginado... JA, JA, JA.
Cada vez la risa de Maddie era más sonora y Mack soltó una pequeña sonrisa. Su amiga la había contagiado.
— ¡Hola! Soy Mackensie Dyer y soy una Ravenclaw que quiere ser Gryffindor. RAW— imitó la voz de Mackensie, mientras se levantaba—. ¿Necesitas ayuda? ¡No temas! Mackensie Dyer está aquí— seguía en tono muy burlón.
Mack miraba la escena con una sonrisa. Ella no se comportaría así, o eso esperaba...
—¿Ya has terminado tu obra teatral?
— Si— respondió, mientras saludaba a un público invisible, y se sentó.
—Muchas gracias. Pero no, no voy a comportarme así.
La amiga volvió a reír. Empezaron a hablar de que harían en el curso que se les aproximaba con tanta ilusión. La conversación cesó cuando la puerta del compartimento se abrió. Apareció un chico alto moreno y con gafas, se trataba de James Potter. O eso creía Mackensie.
— ¿Habéis visto pasar a tres chavales por aquí?— preguntó, moviendo la mano de una forma extraña y sin mirar a los ojos de las chicas.
— No, no hemos visto a ningun integrante de tu grupo, Potter— contestó Maddie. Mackensie no se acordaba de que estaban en la misma casa, seguramente los conociera a todos, pero a Mackensie solo le sonaba uno, James—. Ahora, ¿te puedes ir?
— Gracias por la ayuda, Ryddle— dijo, sacando un poco la lengua en modo de burla—. Si los veis pasar, avisadme, estoy tres compartimentos más para allá. Uno es alto con pelo largo y negro, el otro...
— Si, James, se como son— interrumpió la morena. La rubia soltó una pequeña risa—. Ya te avisamos...
James volvió a mover la mano extrañamente. Le dedicó una sonrisa a cada una de las chicas, y se fue.
Mackensie y Madison lo miraron mientras cerraba la puerta del compartimento, con dificultad. Se miraron cuando el chico salió corriendo y soltaron una risa. Se taparon la boca con los dedos y se incorporaron en el asiento.
—¿A quienes busca?— preguntó Mackensie. Parecía confusa. No se había topado con el grupo de Potter en los cuatro años que llevaba en Hogwarts. Si es cierto, que había escuchado alguna que otra vez sus nombres (de los cuales no se acordaba). Pero sobretodo, escuchaba a la profesora Mcgonagall reñirles y también vio, o pareció ver, al grupo con Lily Evans, otra chica de Gryffindor. Parece que eran el tipo grupo graciosillo, y un poco borde. James Potter, era borde, cuando quería claro está, pero para Mackensie era un chico normal. A los otros no los conocía, por eso no opinaba de ellos.
— A sus tres amigos, supongo— respondió.
— ¿Quiénes son?— preguntó, curiosa, Mackensie.
— Lo siento mucho por ti, peeero... no me sé sus nombres. Me sé el de James y mucho es— aseguró—. Bueno, sé que Potter los llama.... Agg, ¿como era?
Mackensie la miraba dubitativa. ¿Cómo va a saber cómo los llama James pero no se va a saber sus nombres? Que tontería, ¿por que James no los llamaba por sus nombres?
— ¡Ah! Canuto, Colagusano y Lunático— soltó, levantando su dedo índice.
— Canuto... Colagusano... y Lunático— repitió—. ¿Qué raros, no? Ese tal Lunático... ¿es porque está loco?
Maddie subió sus hombros en forma de duda. Ella tampoco sabía el significado de esos nombres. Y a decir verdad, tampoco le interesaba.
— Pues no lo sé... Supongo...— supuso—. Si supiera cual de los tres es, pero no se quienes son cada uno. Por cierto, creo que a James lo llaman.... Cornamenta. Eso es. Cornamenta.
A Mackensie se le abrieron los ojos del asombro. Que apodos más raros. Eran los más raro que había escuchado. Esperaba no escucharlos más... Y que si lo hacía, esperaba que sus nombres fueran normales...

Seguían hablando de los motes de los cuatro amigos, hasta que otra vez se abrió la puerta. Esta vez no era James Potter. Habían dos chicos, uno más alto que el otro. El alto, tenia el pelo negro, que llegaba a los hombros, y el pequeño tenía una especie de tupé.

Miraron a las chicas. El chico alto hizo el mismo gesto raro con la mano que hizo James. El pequeño abrió la boca sin emitir ningún sonido.
— ¡Lunático!— gritó el alto. Corriendo hacia la misma dirección que se fue anteriormente James. Dejando solo al otro chico. Éste salió corriendo detrás de él. Sin cerrar la puerta.
Las amigas miraban la puerta, ya vacía, sin entender absolutamente nada. ¿Qué acababa de pasar? ¿Que pasaba en el tren?, eran algunas de las preguntas que se hacía Mackensie.
— Creo... que son dos de los chicos que buscaba James...— añadió Maddie. Ninguna de las dos apartaba la mirada de la puerta abierta.
— ¡JAMES!— se escuchó fuera del compartimento, dicho por tres voces de hombre totalmente diferentes.
— Creo... Que se han reencontrado— dijo, esta vez, Mackensie. Se levantó y cerró, con mucha dificultad, la puerta.

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