020. 𝘃𝗲𝗶𝗻𝘁𝗲

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El trío llegó a la zona donde se encontraban los amigos. Madison y Sirius, al escuchar los gritos, se acercaron, Peter se levantó del susto y James, seguía durmiendo como marmota, pero lo despertó Mackensie para que ella se pudiera levantar. Remus la ayudó a levantarse, cogiéndola del brazo. Neveen salió corriendo hacia ellos.
— Neveen, ¿cómo que la Orden del Fénix necesita abrirse?— preguntó Remus, sin soltar a Mackensie.
— Mirad esto, me lo ha mandado Silvia— añadió el Ravenclaw, estirando la carta que anteriormente le habían mandado. Mackensie cogió la carta y miró a Remus. Se miraron. Remus no soltaba a la Ravenclaw. Se dejaron de mirar para ponerse a leer. Sirius y James, que eran más altos que Mack, empezaron a leerla por encima de su hombro, Madison estaba al lado de ella y Peter al lado de Remus. La carta era bastante corta pero explícita, y eso hizo que la rubia más de una vez se estremeciera. Llegó a un punto que la mano de Remus se deslizó por el brazo de Mackensie haciendo que ya no lo sujetara.
— Pero, ¿a mi que me importa la vida de ese?— comentó James, que fue el primero en terminar la cara.
— ¡James! ¡Aunque te siga cayendo mal sigue siendo una vida!— se quejó Madison.
— Neveen, ¿has hablado con el profesor Dumbledore?— preguntó Sirius alejándose del grupito y acercándose al otro trío de enfrente.
— Hablamos con la profesora Mcgonagall y nos ordenó venir a veros— contestó Neveen.
— Mcgonagall querrá que vayamos todos al despacho de Dumbledore— opinó Nheo, mientras se cruzaba de brazos.
— Pero, ¿por qué querían ir a por Severus?
— A lo mejor no quieren ir a por Snape solo, a lo mejor también quieren a Silvia, Kensie— añadió Remus, mirándola a los ojos.

🐺

La profesora Mcgonagall dejó a cargo de su clase a Nick Casi Decapitado mientras ella iba hacia el despacho de Dumbledore. Llegó a la gárgola, le dio la contraseña y subió por las escaleras.
La puerta estaba entreabierta así que con uno de sus nudillos llamó.
— Pase Minerva— contestó Albus desde dentro.
— Albus, la Orden del Fénix necesita abrirse— sentenció la profesora de Transformaciones—. La señorita Scott ha enviado un comunicado al señor Turner advirtiéndonos de que el Que-No-Debe-Ser-Nombrado va detrás del señor Snape y ella.
— Minerva, ¿donde está esa carta?— preguntó cortantemente.
— Los señores Turner, Ace y Becker han ido a avisar a la señorita Dyer y a sus amigos. Les he dicho que vengan después de avisarlos.
— Tendremos que cancelar las clases durante un periodo... Hasta que todo se asiente o tengamos más protección, puede irse...
— ¿Más protección? ¿No os sirve que tengamos dementores acechando a nuestros alumnos?— preguntó impaciente.
— Profesora Mcgonagall, retírese por favor— la interrumpió.

🐺

El grupo recogió las cosas del césped y empezaron a correr hacia el castillo. Empezaron a subir escaleras hasta llegar a la gárgola de oro.
— Bien, ¿y ahora como entramos? ¿Por arte de magia?— dijo, sarcásticamente, Nheo.
— Bueno... Podríamos hacerlo por magia pero no creo que funcione— añadió Alex, con un hilo de voz. Se llevo una mirada de parte de Nheo y Neveen.
— Tendremos que esperar, supongo— añadió Madison. Acto seguido la gárgola se movió y salió la profesora Mcgonagall de ella.
— Ya estáis aquí. El profesor Dumbledore os espera— les anunció la profesora.
Y se fue, sin decir nada más.
Los amigos se miraron y entraron al hueco que dejó la gárgola. Empezaron a bajar por las escaleras y cruzaron la puerta.
— Buenas tardes— saludó el director e invitó a los alumnos a sentarse.
Mackensie, Madison, Alex y Neveen se pudieron sentar en sillas, Nheo se apoyó en una pequeña columna, Peter y James se quedaron atrás dando vueltas, Sirius estaba apoyado en los bordes de la mesa y Remus estaba detrás de Mackensie apoyado en los hombros de la rubia.
— Señor Turner, ¿podría darme la carta?— preguntó, amablemente y estirando la mano, el profesor Dumbledore.
— Si, claro—. Y le dio la carta. Albus empezó a leer en voz alta.

Hola Nev!

Necesitaba contarle esto a alguien y ¿quien mejor que tú? Necesito que hagas llegar esta noticia a los chicos, sobre todo a Minerva Mcgonagall y a Albus Dumbledore.
He descubierto que Tom Riddle está maquinando un nuevo plan para atacar Hogwarts: los mortífagos han puesto de su lado a los dementores y tengo muy entendido de que todavía hay varios acechando el lugar. Tienen pensando venir a por mi, y lamentablemente hacia Severus. Lo que si espero es que no vayan a por vosotros. Tened mucho cuidado y contactar con el profesor Dumbledore, y lo más importante: ¡LA ORDEN DEL FÉNIX NECESITA VOLVER A ABRIRSE! Yo me puedo manejar sola, o eso espero.

Un beso y abrazo enorme a todos y mucha suerte a todos,
Os quiere,
S.S.

— Sigo sin entender porque quieren ir detrás de Severus Snape— opinó James.
— James, eso nunca se sabrá...— añadió Neveen, girándose en la silla.
— Pero aunque os caiga mal— empezó a decir Mackensie, poniendo sus manos en el escritorio. Notó como las manos de Remus apretaban poco a poco sus hombros, no muy fuerte, alzó la vista y siguió hablando— tendremos que protegerlo. No creo que ninguno de vosotros quiera que Severus muera, y menos sabiendo lo importante que es para Silvia. Y para Lily— apartó la mirada de la de Remus para mirar a James, en la última frase.
— Mack tiene razón, nadie merece salir herido de esta. La Orden del Fénix conseguirá detenerlos, no hay que recordar que seguimos en guerra contra ellos— dijo Alex, señalando a Mackensie cuando empezó a hablar.
— Me parece muy bien todo lo que estáis hablando, pero yo como director necesito que no sólo esté bien un alumno, necesito buscar el equilibrio y de momento, si el asunto de los dementores es real, todos corréis peligro fuera de Hogwarts...— explicó Albus.
— ¿Que quieres decir, profesor Dumbledore?— preguntó Nheo, desde la columna en la que seguía apoyado.
— Se cancelarán las clases, hasta que los dementores sean enviados de vuelta a Azkaban. Podréis estar en los pasillos en un horario y en zonas concretadas. Pero no podréis salir del castillo, ¿entendido?— termino de explicar el director de Hogwarts—. Y si me permitís, iré a comunicar esta última noticia a todos los profesores. En la cena de hoy os enterareis de lo demás.
— ¿Tenemos que ir a las siguientes clases?— preguntó Sirius, con curiosidad.
— Vosotros que lo sabéis ya, no hace falta. Podéis ir a vuestras salas comunes (Si, señorita Dyer, podrá ir a la sala de Gryffindor junto a sus amigos). Los profesores lo sabrán inmediatamente así que llegarán con su clase y los mandarán a las salas comunes de nuevo. Ahora sí, me voy— sonrío a los alumnos y se marcho, dejándolos allí. Nheo salió detrás de él, Alex y Neveen lo siguieron. Madison salió junto a Sirius y Peter y James un poco más tarde. Remus estaba por irse hasta que se dio la vuelta y vio que Mackensie no se movía. Se acercó a ella y se apoyó en la mesa con las manos.
— Kensie, ¿no vienes?— le dijo, intentado mirarla.
— Tengo miedo Remus— confesó, con la voz casi rota.
Remus se la acercó un poco y le susurró.
— No te preocupes, estoy contigo. Ahora ven, te voy a enseñar una cosa.
Acerca su mano a la de la rubia, la aprieta un poco antes de agarrarla, y tira de ella. Cuando ya está de pie y se la está llevando a fuera del despacho, entrelazan sus manos.
No se soltaran hasta que Remus le enseñe lo que tiene preparado.

No se soltaran hasta que Remus le enseñe lo que tiene preparado

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KENSIE ━━ remus lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora