012. 𝗱𝗼𝗰𝗲

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Ninguno de los dos habló en los diez minutos que llevaban caminando, ni tampoco se miraban. Mackensie tenía los dedos entrelazados delante suya y miraba por encima de los árboles.
Unos rayos de sol entraban entre las hojas de los árboles. No sabía exactamente qué estaban buscando pero por algún casual confiaba en Remus. No solía confiar en las personas que no conocía tanto y menos en una que le hacía sentir diferente. Y para colmo, no sabía que tipo de diferenciación tenía la presencia de Remus.
Mack notaba que por la zona en la que iban los árboles ya no estaban tan juntos y se podía llegar a ver a más longitud, pero por algún casual no prestaba atención a lo que miraba.
— ¿Que tal estás?— preguntó el chico, colocándose la mano en la nuca. La pregunta le tomó por sorpresa a la chica.
— Bien, supongo... Aunque sigo sin saber a donde vamos— respondió dirigiendo al chico una sonrisa tierna, eso hizo que se sonrojara—. ¿Y tú?
— Me alegro. Y bueno, bastante bien— añadió, quitándose la mano de la nuca y mirando hacia delante. Se sentía más cómodo que antes—. Nunca me había sentido tan cómodo estando a solas con alguien que no conozco tanto como contigo, Mackensie. Y menos con una chica— rió.
Lo dijo sin quitar la mirada de enfrente. Un rayo de luz le dio en la cara cuando rodearon un árbol.
— ¡Oh! Tienes pequitas— soltó Mackensie con un tono muy mono—. Por aquí, por la nariz.
Hizo que Remus se parara y fue cuando alzó su dedo índice y le tocó la nariz. El chico miraba a la rubia a los ojos, pero ella solo le miraba las pecas. Los ojos de Remus pasaron a los labios de la chica. Noto como se le formaba una sonrisa que enseñaba los dientes. Sin darse cuenta él también sonrió. Tenía una sonrisa perfecta y transmitía paz.
Las manos de Remus se posaron en la cadera de la chica pero ella no se inmutó. Acercó su cara a la de Mackensie, solo les separaban unos diez centímetros. ¿Quería besarla? No sabía lo que estaba haciendo pero lo que sí sabía es que Mackensie estaba embobada con sus pecas y no se daba cuenta de nada. Mack miró por encima del hombro de Remus.
— ¡Thestrals!— dijo la rubia. Rodeando a Lupin el cual seguía encorvado y con la mano en el aire sujetando una cadera imaginaria.
Remus se giró y vio como la Ravenclaw subía una colina. Cuando la siguió pudo ver a dos Thestrals. Parecía una mamá y su hijo.
— ¿Los ves?— preguntó el chico.
— ¡Si!— aseguró—. ¿A que son preciosos?
El más pequeño se acercó a la chica. Movía su cabeza mientras corría y sus alas rebotaban. Remus sonrió al ver a la chica agachándose para acariciarlo.
— Remus, ven, acércate— le pidió la chica. Hizo un gesto con su mano para que el chico viniera. Y eso hizo. Escaló la pequeña colina y llegó al lado de la chica.
— Kensie, ¿como te puede gustar tanto una criatura mágica?
— No lo sé, Remus, pero son tan bonitos— se levantó y se acercó al otro Thestral, que miraba a su hijo jugar con las dos personas. Remus se quedó con el pequeño un poco atrás—. Son criaturas tan bonitas...
Acariciaba la cabeza del Thestral. Tenía una sensación muy rara pero no le parecía un inconveniente para parar.

🐺

Estuvieron un rato en silencio acariciando a las criaturas hasta que la mayor batió las alas y subió las patas delanteras. Se tenía que ir. El pequeño corrió hacia ella y Remus se levantó.
Mackensie movía su mano para despedirse de los caballos. Remus la miraba embobado hasta que ella se giró y chocaron sus miradas, ahí salió del trance.
— Creo que es hora de que nos vayamos— añadió Remus parpadeando varias veces.
— Pero, ¿no estabas buscando algo?— preguntó Mackensie, jugando con sus dedos.
— Si, si, pero se está haciendo de noche. Ya es casi la hora de cenar—añadió.
Acto seguido dio una vuelta sobre sus talones y empezó a andar sin esperar a la chica. Esta lo miraba mientras se iba.— Me gusta pasar tiempo con él— pensó Mackensie, antes de echar a correr detrás del chico.
Llegó a su lado. Ninguno de los dos se miraron pero sabían que el otro tenía una sonrisa tímida en el rostro. Rehicieron el camino para reencontrarse con los tres que quedaban. Empezaba a hacerse de noche y el bosque se ponía cada vez mas tenebroso. Un golpe en seco hizo que Mackensie se sobresaltara. Se aferró al brazo de Remus durante unos minutos hasta que deslizó su mano por el brazo del chico y entrelazaron sus dedos. Ninguno de los dos se dio cuenta del gesto que hizo Mackensie involuntariamente, pero Remus no se quejó en absoluto.
— ¿Antes... Me has llamado Kensie, verdad?— preguntó Mackensie, soltando una risa nerviosa.
— Eh.... Parece que si— Volvió a tocarse la nuca—. Ya no lo haré más, no te preocupes, Mackensie.
— No, no. Esta bien. Todo el mundo me llama Mackensie o Mack, así que, así vuelves a marcar la diferencia entre ellos— respondió, mirando al chico con una sonrisa.
Remus repitió las palabras de la chica una y otra vez en su cabeza. Sentía cosquillas en su estómago y una sonrisa se le formaba en la cara cuando escuchaba, en su cabeza, las palabras "Así vuelves a marcar la diferencia entre ellos" con la voz de Mackensie.
Llegaron al lago pero no había nadie a la vista. Así que Remus decidió volver al castillo. A Mackensie le pareció buena idea así que lo siguió. Iban hablando de sus asignaturas favoritas de Hogwarts cuando de repente una pregunta le vino a la cabeza al chico.
— Kensie— La chica subió la cabeza con los ojos abiertos, para demostrarle que le echaba cuenta.— ¿Cómo que puedes ver a los Thestrals? Pensé que fue por lo que paso hace unos años en Navidad, en Hogsmade, pero tú no estabas allí.
Mackensie bajo la mirada y suspiró. Apretó su mano, Remus lo notó y con su dedo pulgar acarició la mano de la chica.
— Vi a mi madre morir— confesó. Sus ojos se cristalizaron y miró hacia adelante—. Tenía diez años cuando pasó... Justo el año que entre a Hogwarts. Madison me ayudo mucho y estar aquí me hizo no pensar mucho en ella, pero.... La extraño.
Remus, sin desenlazar sus manos, abrazó a Mackensie rodeándola con el brazo que tenía libre. La chica apoyó su cabeza en el pecho de Lupin y este colocó su barbilla en la cabeza de la chica. El brazo libre de Mackensie rodeaba la cintura de Remus.
— Siento mucho tu pérdida— susurró. Deshaciendo el abrazo y mirándola a los ojos.
— Gracias Remus....— se dedicaron una sonrisa. El momento se corto al escuchar el ruido de los alumnos yendo al Gran Comedor a cenar.

 El momento se corto al escuchar el ruido de los alumnos yendo al Gran Comedor a cenar

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KENSIE ━━ remus lupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora